tag:blogger.com,1999:blog-19903361677827827402024-03-05T17:09:40.298+02:00puesfijateNoticias curiosas e insólitas pero nunca falsas (reflexiones sobre periodismo y más cosas)Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.comBlogger379125tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-30609917153091982192015-02-02T01:35:00.000+02:002015-02-02T01:41:34.676+02:00Minutos musicales. Boccherini<iframe width="560" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/Xtl9zs8v8Rc" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Hace muchos meses que no actualizaba este blog y hace muchos años que no compartía con ustedes algunos de mis minutos musicales. Creo, modestia aparte, que he mejorado bastante <a href="http://puesfijate.blogspot.com.es/2007/05/minutos-musicales-el-golpe.html">respecto de mis primeras actuaciones</a>, también aquí, en Puesfijate, hace ocho años. Pero creo también que me falta aún muchísimo para dar un recital mínimamente presentable. Estoy seguro de que Boccherini, autor de este célebre minuto, estaría de acuerdo. Y me consta que mis vecinos piensan lo mismo.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-78980300864496677782014-10-11T23:24:00.002+02:002014-10-11T23:32:07.659+02:00El ascensorPuesfijate no se ha actualizado desde hace 13 meses. Muchas, muchas cosas han pasado desde entonces y empezar ahora a contarlas nos llevaría demasiado tiempo. Por abreviar digamos que vuelto a España. Hoy quería solo recoger, aumentado y corregido, <a href="https://www.facebook.com/video.php?v=10152691200012618" target="_blank">un post que publiqué en Facebook</a> hace dos semanas, bien recibido por mi pequeño círculo de amigos, con la esperanza de que sirva para arrancar de nuevo este blog. Hace una semana una persona muy querida me dijo que echaba de menos estas historias. Esa persona desgraciadamente ya no vive, pero estoy seguro de que de alguna forma podrá seguir leyéndolas. Así que va por ti, Benito.<br />
<br />
**********************************************<br />
<br />
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<br />
Hace casi 14 años, en diciembre de 2000, me mudé a la casa donde vivo
ahora. Era un cuarto piso sin ascensor, pero una vecina me aseguró que
<b>la obra ya estaba aprobada</b> y que lo tendríamos muy pronto.<br />
<br />
Hace
unos diez años murió la vecina. <b>Sin ver el ascensor, claro</b>. Otros tres
propietarios han muerto después, y eso que sólo hay nueve viviendas. Uno
de ellos, el que más ilusión tenía, había nacido en el propio edificio. De hecho nació y murió en la misma habitación.<br />
<br />
En 2004 dos operarios subieron a pulso un piano por la esca<span class="text_exposed_show">lera.
Pero, poco a poco, yo he cargado mucho más peso. En estos años
transcurridos, a un par de kilos al día, calculo que habré llevado <b>unas
ocho toneladas</b> de cosas escalera arriba, camas, armarios y sofás
incluidos. Algunas visitas que hubieran resultado agradables se quedaron
sin subir por pura pereza, pero también me libré de algunos pesados.</span><br />
<br />
<div class="text_exposed_show">
En 2009 una empresa empezó la obra del ascensor pero nos estafó y se
quedó con el dinero adelantado. <span data-ft="{"tn":"K"}" data-reactid=".6c.1:3:1:$comment10152691200012618_10152691300837618:0.0.$right.0.$left.0.0.1:$comment-body"><span class="UFICommentBody" data-reactid=".6c.1:3:1:$comment10152691200012618_10152691300837618:0.0.$right.0.$left.0.0.1:$comment-body.0"><span data-reactid=".6c.1:3:1:$comment10152691200012618_10152691300837618:0.0.$right.0.$left.0.0.1:$comment-body.0.$end:0:$0:0">El
27 de febrero de 2010 -lo recuerdo porque ese día mi hermana Bea
cumplía 34 años- un fenómeno meteorológico bautizado como <a href="http://elpais.com/diario/2010/02/28/espana/1267311611_850215.html" target="_blank">ciclogénesis explosiva cruzó la Península</a>. En mi edificio se hundió el techo de la
escalera. No hubo heridos, pero el desastre retrasó aún más el sueño del
ascensor. Por aquel entonces yo era el presidente de la comunidad.</span></span></span> <br />
<br />
En 2012 me fui a México por seis meses y
me aseguraron que a la vuelta estaría funcionando. Volví a los
dos años y medio y sólo habíamos avanzado un poco: <b>estaba hecho el foso</b>.
Un mes después pusieron la cabina.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2FFnmGDBpWxHWhdiLAayZTPWow83CDZqrinNTvPqitXi3EIqxc-bwQKksRd9v6bQSXj0_qtJWDu6fHZvYATB8a7_xAtOzh1K7X27ClqdcUpvwyU6f3negu_Ns14Gt5oK5s2XjuT6gClhM/s1600/10458542_10152710327387618_1745113186367655621_n.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2FFnmGDBpWxHWhdiLAayZTPWow83CDZqrinNTvPqitXi3EIqxc-bwQKksRd9v6bQSXj0_qtJWDu6fHZvYATB8a7_xAtOzh1K7X27ClqdcUpvwyU6f3negu_Ns14Gt5oK5s2XjuT6gClhM/s1600/10458542_10152710327387618_1745113186367655621_n.jpg" height="320" width="240" /></a></div>
Pero todavía tuvieron que pasar
cuatro meses hasta que el pasado 22 de septiembre de 2014 me ahorrara por
primera vez el subir andando los 81 peldaños del edificio. Pero la historia no acabó ahí. Al día siguiente <b>se rompió el ascensor</b>. Y se arregló. Y se volvió a romper. Y se volvió a arreglar.<br />
<br />
Hoy bajé en él a hacer unas compras y ya no pude subir. Los técnicos "están en ello", o sea, los técnicos no tienen ni idea de lo que pasa. Y no se despeja la intriga de si alguna vez, en esta década o en la siguiente, <b>tendremos un ascensor como Dios manda.</b></div>
Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-17426377334443418812013-09-02T09:19:00.004+02:002013-09-03T21:46:35.378+02:00Elogio de la ociosidad periodística<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRFxLEN7SSBBTLQHuPa7bhEa8YQ_qK7tEpOdFrB9oy3W3zhmkRpuuB4InBaerwRdU_5NzMEKvdn6bN_bBJn9WTl7JSJwT3gArmWHusf59l47MuF5n2Eyt_P3GojMDxMGRijcBJ-qHpV1PM/s1600/Bertrand_Russell.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRFxLEN7SSBBTLQHuPa7bhEa8YQ_qK7tEpOdFrB9oy3W3zhmkRpuuB4InBaerwRdU_5NzMEKvdn6bN_bBJn9WTl7JSJwT3gArmWHusf59l47MuF5n2Eyt_P3GojMDxMGRijcBJ-qHpV1PM/s200/Bertrand_Russell.jpg" width="168" /></a>Una de mis lecturas de este verano ha sido, muy oportunamente, <a href="http://www.edhasa.es/libros/libro.php?id=1925&l=Elogio+de+la+ociosidad&t=Ensayo+filos%C3%B3fico&a=Russell%2C+Bertrand&e=Edhasa&c=Los+libros+de+S%C3%ADsifo&idt=15" target="_blank"><i>Elogio de la ociosidad</i>, de Bertrand Russell</a>. A Russell lo empecé a leer hace más de 20 años y, aunque no estoy de acuerdo en todo con él, lo tengo entre mis escritores favoritos por varias razones. Primero, porque escribe desde el más absoluto sentido común. Segundo, porque es muy actual, porque la materia prima de muchas de sus reflexiones es una realidad tan inmutable como la naturaleza. Tercero, porque le interesaba casi todo y así fue un apasionado de las matemáticas que ganó el premio Nobel de Literatura. Y cuarto porque, <b>para ser un filósofo se le entiende bastante bien</b>. No voy a decir, como André Breton, que "un filósofo a quien yo no entienda es un cerdo", pero es verdad que muchos textos farragosos y pretendidamente eruditos solo revelan la confusión de ideas de quien los ha escrito y su incapacidad para verbalizarlas. <br />
<br />
Sostiene Russell en su ensayo, escrito en 1932, que trabajamos demasiado. Que mientras una parte de la humanidad se ve obligada a trabajar muchas horas, al resto se le deja morir de hambre por falta de empleo. Que con una organización sensata podríamos mantener un razonable bienestar para la población <b>con solo cuatro horas de trabajo al día</b> (quizá esto implicaría renunciar a muchos de nuestros lujos superfluos, multiplicados geométricamente desde la publicación del ensayo, pero de paso le daríamos un respiro a un planeta al borde del colapaso por nuestros caprichos). Que como no estaríamos tan cansados, cambiaríamos las distracciones pasivas e insípidas a las que nos entregamos agotados, por aficiones más gratificantes, como la pintura, la escritura, la música, la jardinería o la mejor de todas, el cultivo de saberes inútiles. Y que como consecuencia de todo esto aumentaría nuestra felicidad y alegría de vivir.<br />
<br />
Lo de un mundo planificado para que la gente trabaje cuatro horas me suena a pesadilla futurista tipo 1984. Pero me convence su llamada a apreciar y disfrutar más de nuestro tiempo libre. Incluso hay un argumento para atraer hacia esa idea a los fanáticos de la ética de la laboriosidad: el ocio también es productivo. Los griegos hicieron grandes contribuciones al progreso material de la humanidad (y las artes, que son otra forma de progreso) precisamente porque fueron uno de los primeros pueblos en los que una parte notable de la población disponía de tiempo libre. Tuvieron ese privilegio por que contaban con mano de obra esclava, pero como dice Russell con la técnica moderna <b>sería posible distribuir justamente el ocio sin menoscabo para la civilización</b>. Se dice que Arquímedes descubrió el principio que lleva su nombre mientras estaba en la bañera porque era el lugar idóneo para cavilar sobre cómo se comportan los cuerpos sumergidos en fluidos. Pero estoy seguro de que también contribuyó a su descubrimiento el encontrar, flotando en el agua tibia, ese momento de relajación en el que, como después de una siesta, nuestras neuronas se reacomodan y producen las ideas geniales.<br />
<br />
Nunca he entendido por qué se insiste tanto, incluso con argumentos científicos, en los periodos de descanso de determinados trabajadores de alta precisión, como los jugadores de fútbol, los músicos de una orquesta sinfónica o los controladores aéreos, mientras en otras profesiones, donde se busca igualmente la excelencia, se celebran las jornadas de 14 horas diarias. Dice Russell en otros de sus ensayos, <a href="http://www.abebooks.com/book-search/kw/la-conquista-de-la-felicidad-coleccion-austral-russell-bertrand/page-1/" target="_blank"><i>La conquista de la felicidad</i></a>, que
prescribiría vacaciones obligatorias a quien no quisiera
tomarse unos días de asueto alegando que su trabajo es muy importante, y
que no puede permitirse el lujo de interrumpirlo. La medida me parece imprescindible y la incluiría mañana en la parte no negociable del Estatuto de los Trabajadores. <b>Elogiar la ociosidad no es elogiar la
vagancia</b>. Pero a veces causa tantos problemas el gandul como el que, con toda su buena fe, no se da cuenta de que su nivel de estrés ha superado todos los límites y se ha convertido en contraproducente, para su trabajo y a veces para el de sus compañeros. He conocido excelentes profesionales extremadamente activos pero creo que, sin excepción, habrían sido aún mejores si hubieran trabajado algo menos y hubieran aprovechado
ese tiempo libre para sumergirse un poco más en la bañera de Arquímedes.<br />
<br />
En parte es lógico que uno de los oficios que más se flagele con el látigo de la laboriosidad sea el de los periodistas. Porque además de un trabajo es una forma de ver el mundo y esas gafas son permanentes y <b>no nos las podemos quitar cuando salimos de la oficina</b>. Además trabajamos con materiales muy particulares, las noticias, que por definición no sabemos cuando se van a producir. De hecho las más importantes son justamente las más inesperadas. Eso hace que sea imposible tener horarios rígidos: si se cae un avión justo cuando salimos del periódico nos toca cancelar todos los compromisos y darnos la vuelta. Y en el fondo, como nos reprochan las personas con las que habíamos quedado, eso nos gusta y es uno de los encantos de la profesión.<br />
<br />
Pero hay otro motivo, este sí específico, para reivindicar el ocio en este oficio de masoquistas. El dueño de una fábrica de chinchetas, si las leyes laborales lo permitieran, podría dar a sus empleados solo el tiempo libre justo para que recuperaran las fuerzas y siguieran trabajando. Porque la materia prima que utilizan es el aluminio. Pero un empresario de la información no puede hacer eso. <b>Porque la materia prima que utilizan los periodistas es justamente la vida</b>. Y para hacer bien nuestro trabajo tenemos que pisar la calle, ir al mercado, al cine, leer, tomar el vermú, enamorarnos, desengañarnos, hablar con el portero, con el taxista y con la señora del kiosco. Es importante seguir a otros colegas en la radio, en la televisión, en Twitter o en los periódicos. Pero los medios son también espejos deformados de lo que hay fuera y saber en qué consiste esa deformación es parte de nuestro oficio. La realidad, la que queremos contar a nuestros lectores, hay que salir a buscarla. Hay que vivirla.<br />
<br />
Russell concluye su ensayo con otro argumento que suena ingenuo, pero que merece una reflexión. Dice que si estuviéramos más descansados "los hombres y las mujeres corrientes llegaríamos a ser más bondadosos, menos inoportunos e inclinados a mirar a los demás con suspicacia". Y que <b>"el buen carácter, de todas las cualidades morales, es la que más necesita el mundo"</b>. En eso la situación no ha cambiado en los 81 años transcurridos desde la publicación del ensayo. Quizá hoy volvamos a trabajar 14 horas. Pero, al menos mientras lo leo, yo le doy la razón al filósofo.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-83747984479691300382013-05-13T17:55:00.001+02:002013-05-13T17:56:22.851+02:00La lavandería de la marmota<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtg16luWPTn8JEFOeNc5JbcZzaG1e7QPcs5w7PEvFt9ieTfuLcpH1FO3UkhmbOYBzyDK1zSKpyXVo_2LD2eugB1f3ql-mfuuZEnOGAEx-P8bEPt6wOx7XdP00z3wwJQ3R7bmp9xfLD4VL5/s1600/IMG_1351.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtg16luWPTn8JEFOeNc5JbcZzaG1e7QPcs5w7PEvFt9ieTfuLcpH1FO3UkhmbOYBzyDK1zSKpyXVo_2LD2eugB1f3ql-mfuuZEnOGAEx-P8bEPt6wOx7XdP00z3wwJQ3R7bmp9xfLD4VL5/s320/IMG_1351.JPG" width="320" /></a></div>
Cuando llamaba por teléfono a un compañero del instituto en Tenerife y no estaba en casa, porque entonces todavía se llamaba a las casas, su madre tenía la costumbre de responder siempre con las mismas palabras. La conversación se desarrollaba invariablemente así: "¿Hola, está fulano?" Y ella contestaba con un acento peninsular que nos hacía bastante gracia: "Pues no". Mi amigo Manolo, que es lo que coloquialmente se conoce como un cachondo mental, se había dado cuenta de esta circunstancia y cada vez que por la ventana veía a mi compañero salir a la calle -vivíamos todos en el mismo barrio- corría hacia el teléfono, marcaba su número y preguntaba por él, <b>para regocijarse al escuchar siempre la misma respuesta</b>. Creo que a veces tenía que colgar del ataque de risa que le daba.<br />
<br />
Esta perversión de mi amigo Manolo, que yo también compartía aunque no de forma tan morbosa, puede parecer pueril, y de hecho es lo que es. A los niños pequeños les encantan las repeticiones y supongo que eso tiene que ver con que nuestro cerebro es mucho más obsesivo durante la infancia. Como les guste una película encuentran mayor placer en verla cien veces, que desde luego en ver cien películas distintas. Con la edad nos va gustando más la variedad, aunque <b>algunos sigamos teniendo para eso un cerebro bastante infantil</b> y prefiramos en general la película, el libro o la canción que nos emocionaron, antes que las de las listas de novedades.<br />
<br />
Yo personalmente encuentro un placer extraordinario en escuchar a determinadas personas, a las que saben contar historias como mi madre, relatar cien veces la misma cosa y me encanta, por ejemplo, entrevistar a un personaje y darme cuenta que <b>me está contestando exactamente lo mismo que ya dijo en otra entrevista</b> que yo había leído para prepararme el encuentro. Cuando oigo esas palabras ya conocidas, me da la sensación de que la entrevista va bien, de que el personaje está siendo él mismo, de que no es un impostor, de que he raspado en algo muy permanente de su caracter cuando después de tanto tiempo el tipo sigue repitiendo la misma frase.<br />
<br />
Un día diseñé junto a mi hermana Bea, que tiene un cerebro bastante parecido al mío, un pasatiempo muy recomendable que solo se puede jugar con la colaboración involuntaria de familiares o gente muy conocida. Se juega por turnos y consiste en apostar que, si se le saca determinado tema de conversación a determinada persona, <b>esta acabará, indefectiblemente, contando determinada historia</b>. Les pongo un ejemplo: mi hermana apostó a que si en presencia de mi madre hablaba del rey Jorge VI de Inglaterra, de quien luego se hizo la película El discurso del Rey, ella acabaría contando que una de sus aficiones era hacer punto. Las frases gancho deben ser sutiles, el juego no tendría gracia si en este caso le preguntáramos directamente a mi madre por las aficiones del monarca. Y la intriga que se genera durante ese rato en que sientes cómo el cerebro del participante involuntario, estimulado el anzuelo, pugna por escupir o no la anécdota que esperas es simplemente delicioso.<br />
<br />
Me viene ahora a la cabeza el caso de un primo de mi abuela que nos visitaba con mucha frecuencia y que, siendo compasivos, era bastante pesado. <b>Su especialidad era contar chistes</b>, en general malos, y todos los años repetía, como plato fuerte de su repertorio, uno de un tipo cuyo hijo supuestamente se había copiado en un examen y que acudía al profesor para protestar. "¿Y cómo sabe que se copió mi hijo del de al lado y no el compañero de él?", preguntaba. Y el profesor le respondía: "Porque tiene todas las preguntas igual pero en la última su compañero pone 'no lo sé' y su hijo 'yo tampoco".<br />
<br />
Pues bueno, cuando ya este pariente era muy mayor fuimos a verlo a la residencia de ancianos mi abuelo, mi primo Nacho Durbán -a quien adoraba- y un servidor. Lo encontramos ya cascadillo, pero aún con buen humor, coqueteando con las enfermeras y pidiendo desesperado un cigarro, porque allí estaba prohibido fumar. La visita fue entretenida, pero ya nos íbamos a ir y mi abuelo, mi primo y yo nos sentíamos muy decepcionados. Quizá fuera lo última vez que viéramos a aquel hombre y <b>no se arrancaba a contarnos el cuento</b> que nos había fastidiado escuchar tantas veces.<br />
<br />
Ya nos habíamos resignado cuando de pronto, ya en la despedida, nuestro pariente levantó la cabeza y escuchamos aquella frase que usaba como gancho de sus intervenciones más plomizas: "Esperen, que les voy a contar un chiste finísimo...". Nos quedamos paralizados. ¿Sería posible? Y sí, era posible. Cantó la cigarra, se abrieron los cielos, y el tipo empezó a contar el chiste del alumno suspendido. Mi abuelo nunca me lanzó una sonrisa tan cómplice como en aquel instante, mezcla de "misión cumplida" y de "ahora ya me puedo morir tranquilo". En mi primo ni me fijé. Si se hubieran cruzado nuestras miradas <b>nos hubiéramos partido de risa antes que se acabara el chiste</b>. Desde aquel día digo, en honor de la gente muy pesada, que una historia contada cien veces es un coñazo, pero cuando se cuenta mil puede convertirse en entrañable. <br />
<br />
Pues fíjate que hay una frase, o mejor tres, que escucho cada semana aquí en el DF y están ganado puntos para formar parte de <b>esa fonoteca de expresiones entrañables</b>. Cada sábado voy a llevar la colada a lavandería y según pongo la ropa en la báscula la encargada muy seria toma un formulario y me pregunta siempre lo mismo: "¿Me recuerda su nombre?". Luego me dice cuánto es (eso sí varía cada vez, porque está en función del peso de la colada) y me lanza su segunda frase infalible: "Va a pagar ahorita o en la tarde". Por último, como despedida, me suelta un jovial "que esté muy bien". Jamás, pudo jurarlo, ha cambiado esta buena mujer una coma de su guion. Y tengo que decir que me sentiré muy defraudado si algún día -y va tocando porque llevo aquí año y medio- se aprende de una vez mi nombre y me quedo sin escuchar el primer movimiento de su repetitiva sinfonía de frases previsibles.<br />
<br />
Y miren por dónde, se me acaba de ocurrir una idea divertida. ¿Se acuerdan de <i>Atrapado en el tiempo</i>, aquella extraordinaria comedia de Bill Murray y Andie McDowell que en otros países se llamó <i>El día de la marmota</i>? El tipo se despertaba siempre el mismo día y ya se sabía de memoria lo que iba a pasar, algo que en principio puede resultar un planazo, pero que a la larga acaba desesperando a un santo. Pues miren, voy a buscar al amigo o amiga más crédulo que tenga aquí en el DF, voy a quedar con él cerca de la lavandería y le voy a tratar de convencer, con expresión desesperada, <b>de que me está pasando lo mismo que a Bill Murray</b>. ¿Que no se lo cree? Pues ya verá. Voy a entrar en la lavandería y la señora me va a recibir con un "me recuerda su nombre". Luego me va a preguntar si quiero pagar después o ahorita. Y para concluir me va a despedir con un amable "que esté muy bien". ¿Picará alguien con esta historia? Yo no me la creería. Pero saldría del local bastante mosqueado.<br />
<br />
PS: Puesfijate no es muy partidario de la cámara oculta. Pero en este caso he decidido incluir un documento grabado de forma clandestina <b>para demostrar la veracidad de la historia.</b><br />
<br />
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Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-7085590551038644592013-04-22T07:20:00.003+02:002014-03-26T04:40:38.826+02:00Dos misterios de la economía mexicana<div style="text-align: center;">
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<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div class="MsoNormal">
Cuando hice las pruebas para hacer el <a href="http://escuela.elpais.com/" target="_blank">máster de periodismo de El País</a>, hace ya 17 años, me preguntaron sobre qué haría en ese momento un reportaje. Recuerdo
la respuesta, <b>pero me da tanta vergüenza ajena que no la voy a transcribir
aquí</b>. Luego he participado en las pruebas de selección de alumnos de las
siguientes promociones y la pregunta se sigue haciendo. Tengo claro que vetaría
a los que dieran una contestación como la mía, aunque también digo dos cosas en
mi defensa: hay respuestas mucho más bochornosas y yo tampoco he resultado tan
mal, creo.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Pues bueno, el otro día andaba pensando qué reportajes haría
yo sobre México y se me ocurrieron tres que seguramente nunca haré, porque me
parecen de complejísima ejecución y <b>más propios de un libro
de curiosidades</b>, tipo <a href="http://www.librosmaravillosos.com/ellibrodelossucesos/" target="_blank">el mítico <i>Sucesos </i>de Isaac<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Asimov</a>, que de un periódico. Uno de ellos ya
lo enuncié aquí el otro día: <a href="http://puesfijate.blogspot.mx/2013/04/la-lluvia-civilizada.html">¿Por qué en el DF llueve siempre de la mismamanera?</a> (que tanto me gusta, por cierto). Los otros dos son de índole económica
y puede incluso estar relacionados. Ahí van: ¿por qué nadie tiene nunca
cambio? y ¿cómo es posible que todo lo que venden en el metro valga diez pesos?</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Ahora que los releo me parece que suenan a preguntas de esas
que hacen los niños cuando empiezan a explicarse el mundo, tipo ¿significa algo
que mi dedo índice encaje exactamente en el agujero de mi nariz? Pero no lo
duden, en las preguntas infantiles, no contaminadas aún el retorcimiento de la
edad adulta, <b>se encierra probablemente la verdad del sentido del universo</b> y
quizá sean los únicos enigmas que merece la pena desentrañar. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Después de esta reivindicación un tanto demagógica de la
infancia, prosigo. Lo de la falta de cambio en México creo que forma parte de
esas tradiciones entrañables que llevaron a <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Monsiv%C3%A1is">Carlos Monsiváis</a> a decir que <b>Kafka aquí sería un escritor costumbrista</b>. Uno pilla un taxi para una carrera que
previsiblemente va a costar 70 pesos y cuando llega al destino con frecuencia
el taxista no tiene cambio para un billete de cien, pese a que dar 30 pesos de
vuelto era algo que entraba dentro de lo totalmente previsible. Pero no, el
hombre se te queda mirando con un gesto mezcla de contrariedad, porque a los
mexicanos no les gusta defraudar al prójimo, e impotencia, como de “qué me hace
usted”… Para que me entiendan los españoles: la misma que te pondría el tipo del
kiosko si fueras a pagar un chicle con un billete de 50 euros.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Lo de la venta ambulante en el metro es sin duda una de las
cosas que más llama la atención a los visitantes, al menos a mí y a mis padres,
<b>que forman el pequeño universo de muestreo en el que baso esta afirmación</b>.
Ordenadamente, en cada estación se sube un vendedor que ofrece a grito pelado
un producto que infaliblemente vale 10 pesos. No sé si me sorprende más la
variedad de la oferta –chicles, <i>cds </i>con toda la discografía de los Beatles,
cortadores de uñas, unas barras que parecen turrón, vídeos donde se explica la
verdadera conspiración detrás del 11-S, libretos con el nuevo código penal - o
el hecho de que, por muy bizarra que sea la mercancía, consigan compradores en
casi todos los vagones.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<iframe align="middle" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="http://www.youtube.com/embed/cJo7ZXx8KmQ" width="420"></iframe><br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Otro aspecto muy curioso de este comercio subterráneo es la
letanía que recitan los vendedores, siempre la misma, entonada con soniquete de
los antiguos pregoneros de pueblo que empieza diciendo “señores usuarios, en
esta ocasión les traigo a la venta…” y concluye con un “diez pesos le vale,
diez pesos le cuesta”, sin duda un guiño machadiano sobre aquel
verso de “todo necio confunde valor y precio”. No sé quién inventó la cantinela
pero ha pegado duro, <b>sin duda es el <i>hit </i>chilango que más suena en la ciudad</b>,
por delante de <i>Las Mañanitas</i> y de cualquier otra canción que se les ocurra. Si
hubiera, que habrá, un Pulitzer o algo parecido de márketing ese eslogan sería
buen candidato por extendido, pegadizo y eficaz.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Pero no desviemos el tiro. <b>A mí lo que me sorprende de
verdad es que todo cueste diez pesos</b>. Ya sé que en España había en tiempos
tiendas de Todo a Cien, que luego se convirtieron en Todo a un Euro, aunque en
realidad el precio luego se matizaba a “todo desde un euro”. Pero la oferta era
mucho menos variada, no incluía comida, ni textos legales, ni música o cine
pirateados. Y hay otro extremo que también me intriga. Aquí hay inflación, aunque
no mucha. Pero por lo que me cuentan mis amigos chilangos las cosas ya valían
diez pesos hace años. Y entonces se abren dos posibilidades. Una, que los
vendedores cada año pierdan un poquito de margen en las transacciones. Y dos,
que la mercancía sea cada vez más cutrilla: que la barra de turrón mida dos
milímetros menos que el año pasado, o que las tijeras corten un poquito peor.</div>
<div class="MsoNormal">
<br />
Me quedo con la primera aunque dará igual que pasen 20 años
porque supongo que los objetos serán tan baratos en origen que el margen seguirá
siendo estratosférico<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y lo de los diez
pesos no es sino una convención para hacer más fáciles las transacciones. O
sea, que si hubiera una devaluación y el peso pasara a valer la mitad, <b>la
infalible fórmula de todo a diez pesos perviviría</b>, flotando triunfadora sobre
cualquier turbulencia económica.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Y ahora que escribo estas líneas se me ocurre una idea
genial que <b>podría explicar simultáneamente los dos enigmas</b> de los que hablo en
este <i>post</i>: ¿No será que todas esas monedas que le faltan al taxista para darme
el cambio están atrapadas en el subsuelo engrasando esa maquinaria perfecta,
eterna e imbatible de la economía de los diez pesos? Ahí lo dejo por si un
redactor joven, con agallas y energía quiere hacer el reportaje.</div>
</div>
Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-39193471072532079572013-04-16T08:26:00.000+02:002013-04-16T09:01:46.840+02:00La lluvia civilizada<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlF-QaIt5iQghtT1bwAyOzYDxEVoc7jjX_rUmdVdMthxDiOfFB62d01I_Cqcb6Mqfs_TWmXl0BbSgtOL564WkFiB-W_V-Js9ECThMqeaFSFyAiqQF39gzhgV5Z3v3VvP67NKI7a7JDeuxm/s1600/lluvia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="208" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlF-QaIt5iQghtT1bwAyOzYDxEVoc7jjX_rUmdVdMthxDiOfFB62d01I_Cqcb6Mqfs_TWmXl0BbSgtOL564WkFiB-W_V-Js9ECThMqeaFSFyAiqQF39gzhgV5Z3v3VvP67NKI7a7JDeuxm/s320/lluvia.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
Me gusta ver llover, seguramente porque vengo de una tierra seca. Mi
abuelo Manolo decía que también le gustaba porque eso nos alejaba de
África, en un comentario un poco injusto (hasta mi abuelo era a veces un
poco injusto) hacia el continente al que sin duda pertenecemos, al
menos geográficamente, los canarios. Me gustaba más una frase totalmente falsa de Buñuel,
o al menos citada por él en su libro de memorias: <b>la lluvia
hace grandes a las naciones</b>. Una sentencia rotunda y redonda que ignora que algunos de los países más pluviosos de la tierra son
también los más miserables.<br />
<br />
Nunca llueva a gusto de todos y
no llueve de la misma manera en todas partes. En Bilbao caía durante
semanas una especie de cortina de agua muy engañosa, el sirimiri, que
parecía inofensiva y te acababa traspasando. En Canarias predomina otro tipo
de lluvia, con gotas más gruesas, de forma que si una sola te caía en el
cuello, te jeringaba. En Panamá descubrí que hace falta otra palabra para describir lo que cae allí y lo que cae en Europa. Un chaparrón que te pilla desprevenido es una ducha con una mangera de agua a presión. Cuando fui, en 2002, <b>no había pronóstico del tiempo en televisión</b>. Porque casi todos los días del año la cantinela habría sido la misma: calor intenso, lluvia inmisericorde.<br />
<br />
Pero de todas las maneras de llover que he conocido, <b>la que más me gusta es la de la capital mexicana</b>. Verán, durante siete u ocho meses no llueve nada. Absolutamente nada. No vienen frentes del océano, como en España, entre otras cosas porque la ciudad está rodeada por montañas de hasta 5.000 metros que impedirían el paso de las nubes.<br />
<br />
La lluvia, entonces, no llega de ningún sitio. Se genera aquí mismo. Amaga durante unas semanas y de pronto, un día, puede ser en marzo, puede ser en abril, el aire estalla y empieza a llover. Por la tarde. Porque aquí es rarísimo que llueva por la mañana o por la noche. <b>Siempre entre las cuatro y las seis el cielo empieza a poner negrísimo</b>. Se escuchan truenos y empieza a descargar, con una fuerza tal que si te pilla por la calle el efecto puede ser el mismo que el de caerte a una piscina.<br />
<br />
La ciudad queda totalmente anegada pero el chaparrón, como las broncas intrascendentes con la gente a la que tenemos cariño, <b>se desvanece igual que vino</b>. En un rato, normalmente una hora o poco más, deja de llover, se vuelven a abrir los cielos y, lo que me parece más milagroso, la acera, la banqueta como dicen aquí, queda seca en muy poco tiempo.<br />
<br />
Hace unas semanas estuvieron por aquí mis padres. Esperaba que les tocara una buena tormenta porque como los tacos, la escuela de perros de La Condesa o la Catedral Metropolitana, <b>la manera de llover también forma parte de mi México</b>, del que me llama la atención y me gusta enseñar a los visitantes. Quiso querer algunos días, pero no hubo suerte, y me quedé con esa pena. Pero a penas cuatro días después de su marcha, una tarde, claro, el cielo se puso negrísimo y después de caer unos cuantos rayos descargó la primera tormenta de la temporada.<br />
<br />
Solo la gente que vive en climas como este, con dos estaciones, húmeda y seca, puede entender el alborozo que produce el primer chaparrón, después de meses. Subí a la azotea del edificio e inspiré profundamente el olor a tierra mojada, que es a los aromas lo que los huevos fritos a la gastronomía: un placer primario e insuperable, por muchos perfumes y platos desconstruidos que se inventen. Y sobre todo, <b>aprecié la profunda educación de esta lluvia chilanga</b>, que viene unos meses para quedarse, llega siempre a la misma hora, ciega el cielo y avisa con un par de buenos truenos, cae, a veces con una saña terrible, pero se marcha dejando el aire fresco, todo en su sitio, y no vuelve a molestar hasta el día siguiente. Como las visitas civilizadas.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-10060759264148841112013-02-12T11:40:00.001+02:002013-02-12T22:14:27.090+02:00Cónclave<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVcTywdGnMZBusk8PGNf6qoUSmvbTUcp1BMwEPPb6TgAv4cDdxuChaVFJCNrKWYz7dPGcVwbRW4QCTD8aeVFYMwXwmuDmTmlp9230jZX9BpuRp2GxORq2deDR6317-TaBhQPAEWf7wjfZQ/s1600/papa.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVcTywdGnMZBusk8PGNf6qoUSmvbTUcp1BMwEPPb6TgAv4cDdxuChaVFJCNrKWYz7dPGcVwbRW4QCTD8aeVFYMwXwmuDmTmlp9230jZX9BpuRp2GxORq2deDR6317-TaBhQPAEWf7wjfZQ/s320/papa.jpg" width="220" /></a></div>
Hoy me levanté con la extraordinaria noticia de <a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2013/02/11/actualidad/1360580038_865243.html" target="_blank">la renuncia de Benedicto XVI</a>. Recuerdo cuando empezaba en esto del periodismo, y la salud de Juan Pablo II empezaba a declinar, que la noticia más relevante que podíamos concebir en mi trabajo era la posible muerte del Papa. "Pope Dies", bromeábamos cuando alguien venía dando importancia a algún asunto nimio. Luego llegó el 11 de septiembre y nos dimos cuenta de que la información más relevante es, por definición, la que uno no espera, y la que por tanto es imposible de predecir. Eso que el investigador Nassim Nicholas Taleb llama <a href="http://www.resumido.com/es/libro.php/465" target="_blank">en un interesantísimo ensayo los </a><i><a href="http://www.resumido.com/es/libro.php/465" target="_blank">cisnes negros</a>: </i>acontecimientos no necesariamente malos que cambian la historia y que, al ser imprevisibles, convierten en papel mojado cualquier predicción a más que corto plazo en las llamadas ciencias sociales: la economía, la sociología, la demografía. Cualquier vaticinio sobre la economía del planeta hecha hace 25 años no tenía en cuenta la aparición de un cisne negro como ha sido internet. Cualquier predicción sobre el papel de Estados Unidos en el mundo hecha el 6 de diciembre de 1941 se derrumbó al día siguiente con el cisne negro del ataque a Pearl Harbour. Por eso me río cuando leo los informes que predicen por ejemplo que la población mundial será de se cuantos mil millones el año 2100. Porque de aquí a entonces van a aparecer dos o tres cisnes negros -no me pregunten cuáles, porque si lo supiera, serían blancos- para hacer trizas esos informes.<br />
<br />
Bueno, me centro, que como llevo más de un mes sin escribir aquí se me va la mano. Lo que quería decir con todo esto es que la renuncia de un Papa es muchísimo más noticiosa -se parece más a un cisne negro- que su muerte. Porque todos los pontífices se tienen que morir pero este es el primero que renuncia en 700 años <a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2013/02/11/actualidad/1360583159_944095.html" target="_blank">desde que lo hiciera el ermitaño Celestino V</a> en 1294. Y la prueba de que es una información más relevante es que cuando falleció Juan Pablo II todos los periódicos del mundo teníamos muchísimas piezas preparadas para dar inmediatamente en la web y lo de hoy, aunque no era del todo inesperado, nos ha pillado sin nada que ofrecer en un primer momento a nuestros voraces lectores.<br />
<br />
A mí Benedicto XVI me cae bien, y sé que no es políticamente correcto decirlo en determinados ámbitos. Desde luego es mucho más conservador de lo que me gustaría pero hace tiempo que la gente no me cae bien o mal por lo que opinan -dentro de un límite- sino más bien por lo coherentes que son con lo que piensan. Y este señor, en lo que cabe para un Papa que tiene las ideas que tiene, ha demostrado ser valiente y honesto en muchas cosas, o al menos eso me parece. Pero además le tengo cierto cariño porque fue el protagonista de mi momento más feliz como periodista, hace ahora casi ocho años. Entonces no existía este <i>blog</i>, así que aprovecho ahora para contarlo.<br />
<br />
Hace ocho años se produjo al fin esa noticia tan relevante que estábamos esperando y el Papa se murió. El fallecimiento de Juan Pablo II fue un acontecimiento mundial y millones de personas se fueron a despedirlo a Roma. Para mí aquello no tenía demasiado interés periodístico, al margen de la constatación de que había sido un hombre muy popular para muchísima gente. Pero luego vino el cónclave y eso sí que me pareció más interesante. Mi tío José Carlos, enamorado de Roma, me lo dijo: "Ahí es donde hay que estar". Y me acabó de empujar: como no me mandaban pedí una semana de vacaciones y me fui a la plaza de San Pedro para cubrir el acontecimiento para mi medio y sobre todo para CNN+ y para el periódico Canarias 7 de Las Palmas, que eran los que me financiaban.<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7HV6Ua_CCUiW6k4xP4rdcCZ0guznx8Zd0RJurdpMM2DmzbNVNwGM2g7Vcgei8K9AfVXlZqN6T0v7cwBGWx32oyT03eYhXB5tfAyzNsc7A-LlK9eLs9oaZrIkszes5WrInxF1PNRtROGtR/s1600/fff.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="262" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7HV6Ua_CCUiW6k4xP4rdcCZ0guznx8Zd0RJurdpMM2DmzbNVNwGM2g7Vcgei8K9AfVXlZqN6T0v7cwBGWx32oyT03eYhXB5tfAyzNsc7A-LlK9eLs9oaZrIkszes5WrInxF1PNRtROGtR/s400/fff.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
Vivir un cónclave es una experiencia extraordinaria que recomiendo a
todo periodista, independientemente de sus creencias o de la opinión que
tenga de la iglesia y me da muchísima pena perderme este que viene. Te bajas de un avión y te encuentras ante un rito
medieval para elegir al jefe de una institución milenaria rodeado de miles de personas sinceramente emocionadas. Se aprende muchísima historia y se conoce a muchísima gente distinta de la que uno trata todos los días, lo cual se agradece. El único problema, desde un punto de vista profesional, es que no hay filtración posible. En el siglo XIII se introdujo la costumbre de encerrar a los cardenales (de ahí la expresión <i>cónclave</i>, bajo llave) porque si no lo hacían estos aprovechaban el viaje a Roma para pasarse años (hasta dos se tiraron) dándose la buena vida de la que no podían disfrutar en sus remotas y deprimentes diócesis.<br />
<br />
Ahí, en la plaz de San Pedro, estuve a punto de dar mi segunda exclusiva mundial (<a href="http://es.dir.groups.yahoo.com/group/elfausto/message/844" target="_blank">la primera fue la de la invasión del islote de Peregil</a>) con una crónica firmada el día antes de la fumata blanca que se titulaba "Será Ratzinger y se llamará Benedicto XVI". En realidad, saqué el título de lo que en ese momento se apostaba como más probable en una página irlandesa de juego por Internet que <a href="http://www.paddypower.com/bet/novelty-betting/current-affairs/pope-betting" target="_blank">se llamaba Paddy o algo así</a>. Pero media hora después, justo antes de enviar el artículo mi rigor periodístico me llevó a consultar la <i>web </i>y resultó que el cardenal nigeriano Arinze había superado por muy poco en los pronósticos al alemán. Así que llamé para que lo cambiaran, pero ante lo voluble del asunto, y como Ratzinger volvía a subir en los pronósticos, alguien decidió retitular con buen juicio <a href="http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=663" target="_blank">"Benedicto XVI es el favorito"</a>. Y por unos pocos minutos Canarias 7 y yo nos quedamos sin un titular para la historia.<br />
<br />
Cuando se produce una gran noticia corro a comentarla con aquellas personas a quienes creo que puede interesar tanto como a mí y que me pueden dar puntos de vista originales. Hoy me hubiera encantado comentarla con dos amigos pero desgraciadamente no he podido hacerlo con ninguno. Uno estaba de viaje, <a href="http://www.alfaguara.com/es/autor/fernando-vallejo/" target="_blank">el escritor colombiano Fernando Vallejo</a>, vecino de barrio aquí en el DF y con quien tengo muy buena relación hasta el punto que a él y a su compañero David los llamo mis tíos en México. Como sabrán es un crítico furibundo de la Iglesia Católica. No estoy acuerdo en muchas de las cosas que dice -sí por ejemplo en su defensa del control de la natalidad- pero es un placer escuchar sus argumentos, construidos sobre una erudición extraordinaria fruto de muchísimas lecturas. El otro amigo, que estaba muy lejos y casi nunca pilla el teléfono, es <a href="http://puesfijate.blogspot.mx/2008/10/urbano-en-roma.html" target="_blank">Urbano Fernández</a>, de Busto de Bureba, que a sus casi 90 años es, casi seguro, el monaguillo más viejo de España. Urbano es la persona más buena que he conocido y tiene una fe nada fanática, como la de un niño, un don más envidiable aún que todo el saber y el talento de Fernando. Dos conversaciones interesantísimas, pues, que me quedan pendientes.<br />
<br />
¿Que qué espero del próximo Papa? Como a estas alturas ya estoy un poco cansado voy a copiar las últimas palabras <a href="http://elpais.com/elpais/2013/02/11/opinion/1360611396_869602.html" target="_blank">del artículo que hoy firma en El País Manuel Fraijo</a>, con las que coincido bastante y así me ahorro el trabajo. "No es poco poder el que [Ratzinger] acaba de ejercer: romper con el tabú de que el
papa debe morir papa. Benedicto XVI, tan conservador, acaba de hacer un
respetable guiño a la modernidad de la Iglesia. No hay que excluir que
su gesto ponga en marcha otras reformas necesarias y deseables."Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-31622353828861966462013-01-01T23:34:00.000+02:002013-01-02T13:50:48.752+02:00Una banda sonora para todo el año<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/TOFaz9jMhvY?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<strong>(Para la correcta compresión de este <em>post</em> pinche en el vídeo de arriba y escuche la música mientras lo lee)</strong></div>
<br />
Se acabó 2012. A mí me trajo muchas cosas buenas y sobre todo, otro mundo. El trabajo fue durísimo y me sentí solo muchas veces, con mis seres más queridos a 10.000 kilómetros pero también tuve la oportunidad de disfrutar de otra vida en el año más apropiado para alejarse de España. Decía Baudelaire que <strong>la felicidad puede estar esperándonos en otros países</strong> y yo no estoy de acuerdo, porque la felicidad o infelicidad, que no la alegría o la tristeza, más volubles, son un arreglo con uno mismo y te las llevas dentro así marches al otro lado del mundo. Pero nada es tan refrescante como el aire nuevo y lo sentí desde aquella primera tarde, víspera de Reyes, <a href="http://puesfijate.blogspot.com.es/2012/01/mexico-primera-vista.html" target="_blank">en que fui a pasear por el Zócalo</a>. <br />
<br />
En octubre llegó lo peor, <a href="http://elpais.com/elpais/2012/10/05/actualidad/1349440803_055279.html" target="_blank">un expediente de regulación de empleo en el periódico</a> que puso en la calle a 129 trabajadores. <strong>No publico nada aquí desde entonces</strong>: no me apetecía hablar del tema, pero sentí, durante meses, que no podría escribir de otra cosa. No diré que el asunto se haya cerrado, por desgracia las heridas seguirán abiertas mucho tiempo. Pero con un recuerdo cariñoso y solidario para mis compañeros despedidos, miro hacia adelante. Tenemos que levantar el periódico, como siempre porque es nuestro deber, y ahora, además, en homenaje a los que se han ido. Y este <em>blog</em>, tocado y maltrecho, sin olvidar lo pasado, se fija, con convencimiento y con esperanza, en el año que empieza.<br />
<br />
Comienzo así con mis queridas matemáticas. Pero pocas cosas puedo decir del numerito este, 2013. Que sea el producto de 61 por 11 y por 3 no es gran cosa, lo sé. Más interesante me resulta que sea <strong>el primer año con todas sus cifras distintas desde 1987</strong>. Y eso me lleva a una reflexión curiosa que como casi todas mis reflexiones no me lleva a ningún sitio más que a divertirme un rato. En 1987 yo tenía 15 años y solo había vivido tres con alguna cifra repetida, 1977, 1979 y 1981. El resto habían tenido todos las cuatro diferentes. Pero luego han tenido que pasar 26 años para que esa circunstancia banal y sin la menor importancia se repitiera. ¿No les parece peculiar? Me imagino que no, pero a mí sí.<br />
<br />
Lo de que termina en 13 y empezó en martes inquietará a los supersticiosos generalistas. Pero no a mí que <strong>soy un supersticioso personalizado</strong>. O sea, creo que hay cosas que traen mala suerte, pero no los gatos negros o derramar la sal, sino que tengo mis propias manías. Y están avaladas por una autoridad, un sabio muy respetado que me leyó el futuro en Benarés (India) hace dos años y que ha acertado muchas cosas. Pues bueno, el hombre me dijo que casi todos los números me traerían buena suerte pero que evitara los que terminan en 2, así que tengo que alegrarme de que haya concluido 2012. Mi DNI por cierto, acaba en 2 aunque el Gobierno tuvo el detalle hace años de añadirle una letra. Y en México vivo en el número 152 departamento 202. Les aseguro que me lo pensé antes de alquilarlo y cuando me decidí opté por tener siempre flores rojas y amarillas en casa porque esos colores, según el sabio, me son propicios (y además son los de mi país, sin complejos).<br />
<br />
La mañana del primero de enero es la más triste del año. Porque es la resaca de la noche más alegre, una madrugada de buenos propósitos, esperanza, cariño familiar, mensajes de amigos y bastante alcohol, esa sustancia que nos anima un rato y luego deja deprimido nuestro sistema nervioso. Por eso alguien inventó <a href="http://www.youtube.com/watch?v=TOFaz9jMhvY" target="_blank">el concierto de Año Nuevo</a>, alegres polkas y valses para soñar que el simple cambio de fecha puede arramblar con todo lo malo que hay en el mundo. Doce meses son muy largos y en ciertos momentos escucharemos melodías tristes. Pero aunque la vida desafine a ratos, deseo que esa música que esta mañana unió en la felicidad a millones de personas de todo el mundo <strong>suene en nuestros espíritus los próximos 365 días</strong> y sea la banda sonora de todo este año que hoy empieza.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-39739255001635755992012-09-19T08:52:00.002+02:002013-01-03T12:04:42.751+02:00Un metro sin calvos
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq5PZeJrjKBahwkTkG7FnVvz3zR3htJrvvVTyqosgoAmY-op_z7eziysFO9776aUhyphenhyphenz8PAvP0g7TnxPAJkKFeaQJZGfnDULBwQScheWxpTha86hbD7Gt4_UD4ejdNAZrG7hEwAabj0B5B8/s1600/va.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="207" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq5PZeJrjKBahwkTkG7FnVvz3zR3htJrvvVTyqosgoAmY-op_z7eziysFO9776aUhyphenhyphenz8PAvP0g7TnxPAJkKFeaQJZGfnDULBwQScheWxpTha86hbD7Gt4_UD4ejdNAZrG7hEwAabj0B5B8/s400/va.jpg" width="400" /></a></div>
Me preguntan a menudo <b>qué es lo que más me llama la atención de México</b>. Me
encantaría entonces ser un tipo moderno y guay y contestar algo sobre culturas
alternativas, modas urbanas o eso que llaman tendencias, aunque mi tendencia
natural sea, justamente, huir de ellas. Pero para cuatro lectores que tiene
este <i>blog </i>no les voy a andar engañanado. Lo confieso, me fijo en cosas
rarísimas y una de ellas es que, entre otras cosas envidiables, los mexicanos
tienen en general un pelo excelente.<br />
<br />
Verán, he leído un poco sobre el tema. Los humanos más propensos a la
calvicie son los de raza caucasiana, los blancos, para entendernos. Luego van
los negros y los orientales. Y los de cabello más resistente son los indígenas
americanos. En México, según las estadísticas, <a href="http://noticierostelevisa.esmas.com/nacional/294961/en-mexico-hay-10-millones-indigenas" target="_blank">hay diez millones de indígenas puros</a>, <b>ninguno de ellos calvo</b>, aseguran algunas webs (ya será para menos,
aunque es verdad que nunca he visto ninguno). Y hasta el 95% de la población
es, en el algún grado, mestiza, con lo cual un altísimo porcentaje ha heredado esos genes resistentes a la alopecia. (Aquí me gustaría incluir una foto estupenda de un mexicano de 100 años, pero como tiene derechos, <a href="http://www.flickr.com/photos/ezrstudio/5487829602/" target="_blank">la enlazo</a>).<br />
<br />
El asunto es evidente en algunas zonas de Estados como Chiapas, donde la
población apenas se ha mezclado con el europeo, y en concreto en comunidades
como San Juan Chamula, que tuve la suerte de visitar la pasada primavera. Allí
<b>es casi imposible encontrar un calvo</b>. Es más, es muy difícil encontrar a
alguien con entradas. Ni el padre, ni el abuelo ni, si me apuras, el
bisabuelo. Y en general tienen pocas canas y ya a muy avanzada edad. Las mujeres ya ni les cuento. Tienen la cabeza totalmente tapizada
de un pelo bellísimo: totalmente negro y muy brillante.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEzy8u2izK9UF_37rxmUYquQ_I9ACxtE46E9RQ5FzBp7UQUvNMOZ50LWqphih0ZtDdaLTfm3KmsRcb-HUu6bonhaKbNQP_juz63MNtrK0TSRcujOUD8xkWf0-7JVOwEaSrDiw-1eEJIbXF/s1600/va.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="182" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEzy8u2izK9UF_37rxmUYquQ_I9ACxtE46E9RQ5FzBp7UQUvNMOZ50LWqphih0ZtDdaLTfm3KmsRcb-HUu6bonhaKbNQP_juz63MNtrK0TSRcujOUD8xkWf0-7JVOwEaSrDiw-1eEJIbXF/s400/va.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
En el DF, donde ha habido mucha más mezcla con el europeo, la cosa cambia,
pero va por barrios. Desgraciadamente, en México, como en la mayoría de países
sigue habiendo cierta correlación entre razas y clases sociales. El país <b>tuvo
al primer presidente indígena del mundo</b> (que no es Evo Morales, sino Benito
Juárez siglo y medio antes) y otro mestizo al frente de la nación durante 35
años (Porfirio Díaz). Pero predominan con mucho los tipos más claros entre las
clases altas, mientras que los de las razas nativas ocupan por lo general las
capas sociales más bajas. Triste, pero es así.<br />
<br />
El resultado, según me he fijado, es que en los barrios más pobres <b>hay
muchísima menos alopecia que en las zonas ricas</b> de La Condesa o Polanco. Y en
el metro, medio de transporte habitual de las clases populares, es
relativamente difícil encontrar un calvo. Humildes sí, pero con un pelo
estupendo. Y se los digo yo, que cuando viajo en el suburbano y no tengo sitio
para sentarme y leer (lo más habitual) me entretengo admirando, con envidia,
las cabelleras que tiene la gente.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/HoEBEHxrbCw?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe> </div>
<br />
(Abro paréntesis para recordar que el progresista presidente de Bolivia
Evo Morales llegó a decir que en Europa hay calvos y gays <a href="http://sociedad.elpais.com/sociedad/2010/04/21/actualidad/1271800807_850215.html" target="_blank">porque comemos pollo con hormonas</a>. Sin comentarios). <br />
<br />
A la espera de adquirir algo de la frondosidad capilar mexicana, aunque de
momento aguanto bastante bien, sigo aquí una costumbre que adquirí en Madrid:
ir a peluquerías de barrio, <b>cuanto más sencillas y auténticas, mejor</b>. Harto de salones
de belleza que me cobraran el triple y me dejaban igual, encontré una barbería estupenda
en Chamberí, la única superviviente del siglo XIX según me enteré luego, donde los
peluqueros hablan de cosas intrascendentes y a la vez interesantes (fútbol, el
tiempo) y te ventilan el cerebro saturado por horas de sesudas reflexiones en el
periódico. Y si notan que no quieres hablar, respetan tu silencio, como aquel barbero
que según el guionista Rafael Azcona preguntaba a sus clientes: “¿Con
conversación o sin conversación?”. Y al que quería charla, le repreguntaba: “¿Dándole
la razón, o con controversia?<br />
<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJY8NjbpN8oUo6RKVq9fafB_nNaBcJlIGm5G83rMtb-ihHGBn0FpHa4l3q7_SEuyoPhIWKkIHkn5mEnnKaUSVUyk1FAKginXWk0Ch33Q5Sk5crFPPAYJkHcKnYM1DJAEIV3TAQM3hpV2fh/s1600/IMG_0049.JPG" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJY8NjbpN8oUo6RKVq9fafB_nNaBcJlIGm5G83rMtb-ihHGBn0FpHa4l3q7_SEuyoPhIWKkIHkn5mEnnKaUSVUyk1FAKginXWk0Ch33Q5Sk5crFPPAYJkHcKnYM1DJAEIV3TAQM3hpV2fh/s320/IMG_0049.JPG" width="240" /></a>Pues bueno, aquí he encontrado ya un par de locales que me parecen ideales
para confiarles mis reservas estratégicas de cabello. Una, la peluquería
Internacional, junto a la avenida Insurgentes, reúne todos los requisitos:
letrero con barras azules, rojas y blancas a la puerta, sillas de skay y
revistas con muchas fotos y poco texto. Al barbero le pido no solo que me corte
el pelo, sino que me afeite a navaja, me rasure unos pelos que me salen por
encima de las orejas (lo sé, no es nada sexy lo que cuento) y que me arregle
las cejas. <b>Lo que yo llamo, un completo</b>. Sale uno de allí más fresco que del
confesionario.<br />
<br />
El propietario de la peluquería Internacional también tiene muy buen
cabello, lo cual es un punto a su favor, aunque dudo que se lo arregle a sí mismo.
Y en ese sentido gana puntos otro sitio, más bizarro, que queda a cinco minutos
de casa. No tiene letrero en la puerta. Como la otra, parece que no ha sido
reformada desde los tiempos de Porfirio Díaz. Y además está regentada por dos
señores bastante mayores que lucen unas cabelleras <b>que habrían despertado
la codicia de Toro Sentado</b>. No les he preguntado si se cortan el pelo el uno al
otro. Pero la imagen de esas matas de pelo blanco desafiando al tiempo y a la
ley de la gravedad son para el local la mejor publicidad posible.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivIwW0EA464bRS0NZc4735FUfaqqyO0ARl3Z2Q9_Xlda6X19ZV-1ihI0fZnKwdgc-U83qWClU06OG_VgVRptunI4fkAFQd_ebYr5n5kGRuazx_Pt9N1BCCqUdgJkIGDHRloi0LcrRrF4sU/s1600/IMG_0550.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivIwW0EA464bRS0NZc4735FUfaqqyO0ARl3Z2Q9_Xlda6X19ZV-1ihI0fZnKwdgc-U83qWClU06OG_VgVRptunI4fkAFQd_ebYr5n5kGRuazx_Pt9N1BCCqUdgJkIGDHRloi0LcrRrF4sU/s400/IMG_0550.JPG" width="400" /></a></div>
<br />
Foto del Metro: <a href="http://www.flickr.com/photos/hectorgarcia/536007214/" target="_blank">Hector García </a><br />
Foto de los indígenas: <a href="http://www.flickr.com/photos/do-ho/3923100009/" target="_blank">Do Ho</a> <br />
<br />Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-74211170810424339182012-09-01T09:32:00.002+02:002012-09-01T17:53:17.928+02:00Colibrito se pone las botas<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnT12i-fRfepXoFU6CowgMQ8faXRBojOHPFt0GrlZqD_AOMCqjHeZfCsNjx6q87cdIXkNMde_3nlx3HBZQcmI2KypvFKh-iyEjVY6ITZyaZCslXtKBx9B0X_X92Ww-ZthlqYgcLp4O3Qm1/s1600/la+foto.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnT12i-fRfepXoFU6CowgMQ8faXRBojOHPFt0GrlZqD_AOMCqjHeZfCsNjx6q87cdIXkNMde_3nlx3HBZQcmI2KypvFKh-iyEjVY6ITZyaZCslXtKBx9B0X_X92Ww-ZthlqYgcLp4O3Qm1/s400/la+foto.JPG" width="300" /></a></div>
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<br /></div>
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Mi buena amiga <a href="http://www.lasemana.es/opinion/blog.php?cod=11788" target="_blank">Elena León</a> -lectora de Puesfijate en los tiempos en que se actualizaba como dios manda- dice siempre que para ella el año empieza en septiembre. Que ése es el momento para hacer balance, buenos propósitos y tomar decisiones. A lo mejor lo piensa porque ha sido estudiante hasta hace poco (¿o lo sigue siendo?) y es verdad que cuando éramos alumnos la fecha clave era el inicio del curso. Da igual, la cosa es que le he hecho caso y después de siete meses de trabajo muy duro para arrancar nuestro proyecto mexicano he tomado este 1 de septiembre como referencia <b>para cambiar algunas cosas</b>. Una, hacer deporte. Dos, salvo obligación profesional, escribir las cosas que me apetezcan. Tres, retomar este <i>blog</i>. Cuatro, tocar más el piano (me compré uno eléctrico en España y pretendo retomar las clases con mi querido Óscar, por Skype). Cinco, ser mejor persona, que el mundo está muy necesitado de bondad. Y seguro que hay más cosas, pero ahora no me acuerdo.</div>
<br />
Así que hoy tocaba volver a escribir aquí. Pero después de dos meses y medio de inactividad tengo miedo a las agujetas y escribiré algo sencillito. Un <i>post</i> para contarles como va una historia de la que les hablé hace unos meses: <b>mi relación con el colibrí</b> (bautizado como Colibrito, aunque no sé si es macho o hembra, no tengo tanta vista) que da vueltas y vueltas alrededor de mi piso en el DF. Pues bueno, les cuento que nuestra amistad ha dado un paso más. Que ahora no nos limitamos a mirarnos. Que me visita varias con frecuencia y que he logrado que la ventana de mi cocina se convierta en uno de sus lugares favoritos. Y que, aunque les resulte un poco pueril, me hace bastante compañía.<br />
<br />
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<object height="315" width="420"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/G6Vt40YIuhY?version=3&hl=es_ES"></param>
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Yo empecé el acercamiento. La Condesa, el barrio donde vivo, <a href="http://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&frm=1&source=web&cd=1&ved=0CCMQFjAA&url=http%3A%2F%2Fblogs.elpais.com%2Fperiscopio-chilango%2F2012%2F04%2Fescuela-de-perros-parque-mexico.html" target="_blank">sede de las escuelas caninas</a> de las que les hablé, ama a los animales. Y en sus tiendas para mascotas encontré un artefacto insólito: un bebedero para colibríes. Lo compré, bastante escéptico, junto a una botella de un néctar que supuestamente les encanta a estos pajaritos. Al principio no venía. Comprobé que el néctar estaba caducado hacía un mes -¿sería tan exquisito el condenado?- le compré otro envase... y finalmente, una mañana, lo sorprendí bebiendo del pesebre colgante ese. Desde entonces <b>no ha hecho más que coger confianza</b>. Viene a cualquier hora batiendo las alas como un helicóptero (hay que verlo al natural, los fotogramas de vídeo no captan la velocidad), mete el piquillo por el agujero y ¡venga a ponerse las botas! Si me muevo, sale volando, pero cada vez se asusta menos. Hasta lo veo más gordo.</div>
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Un amigo, que me debe ver un poco solo, me preguntó ayer que por qué no me compraba un gato. <b>¡Pero qué tendrá el colibrí que envidiar a otras mascotas!</b> No araña. No mancha. No hace caca dentro de casa. No hace ruido. No me da alergia su pelo. No es previsible: uno más o menos sabe dónde está su gato o su perro, encima del sofá, debajo de la cama. Lo llamas y viene. Pero yo no sé nunca cuándo va a aparecer el colibrí. A veces pasan dos o tres días y no lo veo. Y me preocupo. De pronto me olvido. Estoy preparándome el café de la mañana y entre legañas lo veo llegar. Y aunque suene muy infantil, esa alegría inesperada que trae en su vuelo me deja sonriente un rato.</div>
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</div>
Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-53097283096372431932012-06-12T08:26:00.001+02:002012-06-12T08:59:35.367+02:00Malos tiempos que vivir<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7jFWNVsK31j-dyIxZe7LsoeybNSxeqZX3QoWZ2WifLUxuBnuWh0fhu-I4POvwid-5e_snwqZfpvmMgCE5SVzY01foTCraP5QfmG2id3x1XOQi6qrdT_y3ODRP762_tybhNRnABgpIGwBT/s1600/prima.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><br /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjr-DPK3mhrWZTwvfzbwjt9K0QGqxQS4R9V5g5QfdbbMS564CC-89rhvGLbc6Vw6vEeulSbo4kNOw8vCnQ4436KV8cva1i-LQHX9h79RSHTmjVXjH-iaox3KmpO2e54wJ2i_iP0NhsKwILc/s1600/rescate.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="186" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjr-DPK3mhrWZTwvfzbwjt9K0QGqxQS4R9V5g5QfdbbMS564CC-89rhvGLbc6Vw6vEeulSbo4kNOw8vCnQ4436KV8cva1i-LQHX9h79RSHTmjVXjH-iaox3KmpO2e54wJ2i_iP0NhsKwILc/s400/rescate.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
Decía Borges de uno de sus personajes, en una frase bastante citada, que <a href="http://www.literatura.us/borges/refutacion.html">"le tocaron, como a todos los hombres, malos tiempos que vivir"</a>. Lo pienso cada mañana cuando me levanto, unas horas más tarde que en España, con titulares como éste. Y sí, vivimos una crisis espantosa que ya nos afecta de alguna manera a todos. Mucha gente lo está pasando muy mal y me temo que la situación irá a peor al menos durante un tiempo. Pero la frase de Borges me recuerda que hombres y mujeres de todas las épocas vivieron crisis, hambrunas, enfermedades, guerras y calamidades, algunas de ellas mucho peores que las actuales. No hace falta irse a esos países de miseria donde la palabra crisis no
tiene sentido como nada significa el término sequía en el desierto. Preguntémonos solo <b>qué vivieron nuestros mayores</b>. Y si ya no los tienen con ustedes, consulten la hemeroteca. No saquen de momento conclusiones, vamos a hacer un viaje en el tiempo.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0gjMsa_vLFSKq43wd_quHrYn4sOIo0PzemI5c7h6mBBv4WiI75VJWjlcSfoeeH3hC4hc2uTh6I88adV5w6IiwPBAjZ0p2MYRkL1DwanOwAnC9rmHxFDHUrIJNfK5fta7MZKyDO9YioL4r/s1600/cuba.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="186" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0gjMsa_vLFSKq43wd_quHrYn4sOIo0PzemI5c7h6mBBv4WiI75VJWjlcSfoeeH3hC4hc2uTh6I88adV5w6IiwPBAjZ0p2MYRkL1DwanOwAnC9rmHxFDHUrIJNfK5fta7MZKyDO9YioL4r/s400/cuba.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
Estas líneas se publicaron en <a href="http://www.lavanguardia.com/" target="_blank"><i>La Vanguardia</i></a> de Barcelona en diciembre de 1898. Los periódicos de aquella época apenas tenían titulares, aunque desde cierto punto de vista eran sorprendentemente modernos porque recuerdan mucho a Twitter o a Facebook: un montón de renglones sin demasiada jerarquía. Da igual, la cuestión es que ese día, los diarios certificaban que <b>España había perdido sus últimas colonias</b>. No solo era una derrota militar, era sobre todo una derrota moral: al gran imperio donde no se ponía el sol le bajaban los humos para siempre. Pero no voy a extenderme sobre eso porque ya hay una generación estupenda de escritores que habló mucho del tema. Voy a fijarme en las penurias de algunas personas a las que le tocó vivir aquellos malos tiempos.<br />
<br />
Verán, no he conocido a ninguno de mis bisabuelos, pero siempre he tenido mucha curiosidad por mi familia <b>sé más o menos donde estaban tres de ellos</b> cuando se publicaron esas líneas. Uno probablemente volvía de Cuba. Había sido Guardia Civil allí durante muchos años y ahora, perdida la guerra, tenía que regresar a su pueblo, con casi 50 años, soltero, con todas sus posesiones en un baúl que aún conservamos en Busto de Bureba y donde cabrían a duras penas toda la ropa que tengo ahora en mi armario. Volvió a su pueblo, se casó, pasó tiempos aún más difíciles tras perder a su hijo en un accidente, pero aún tuvo tiempo de vivir momentos felices con su hija y con dos nietos que llegó a conocer. Dicen que quería tener una familia grande y seguramente se sorprendería de saber que el pequeño núcleo que dejó al morir se convirtió en una enorme saga con siete nietos, 16 bisnietos y, hasta la fecha, cinco tataranietos, más otro en camino.<br />
<br />
Mientras, en San Sebastián de la Gomera, los padres de mi abuela materna esperaban a su cuarto o quinto hijo. Se había perdido Cuba y Puerto Rico y los rumores indicaban que los buques estadounidenses se dirigirían ahora hacia Canarias. Así que en vez de esperar a que mi bisabuela diera a luz en la casa de la villa, que aún conservamos, <b>la trasladaron a una finca en el interior de la isla</b>. Allí nació mi tío-abuelo Antonio Abad, cuyo primer alimento en este mundo fue, según tradición del campo gomero una yema de huevo revuelta con cognac. Si el niño sobrevivía a semejante brebaje nada podía ya derrumbarlo. Sobrevivió. Y sí, los americanos ignoraron nuestras islas, si es que alguna vez supieron de su existencia, mis bisabuelos tuvieron siete o ocho hijos más y Antonio creció, formó su familia y dejó en este mundo múltiples descendientes, entre ellos alguno tan estupendo como mi primo segundo Andrés Padilla, que espero lea estas líneas en algún momento.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuACjuU_JpbBBKylg9LY0YYSZ3pUTeqOU_5VbQcureXMtpfwi5oo-MrozLGKGJA3XbeFhwahJwkl1vamItwKYTlc8O37lwfzD9qbPbPv2_LUxLyGUSi-znn-ed51nN3srynaRqLwc1IYY8/s1600/abc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="163" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuACjuU_JpbBBKylg9LY0YYSZ3pUTeqOU_5VbQcureXMtpfwi5oo-MrozLGKGJA3XbeFhwahJwkl1vamItwKYTlc8O37lwfzD9qbPbPv2_LUxLyGUSi-znn-ed51nN3srynaRqLwc1IYY8/s400/abc.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
Peor lo tuvieron nuestros abuelos. Qué les voy a decir de este titular del <a href="http://www.abc.es/" target="_blank"><i>ABC</i></a> de Sevilla publicado en los primeros días de la Guerra Civil. Con noticias como ésta se despertaron los españoles durante casi tres años. A uno de mis abuelos le tocó vivirla en directo y me consta que guardaba de ellos algunos recuerdos espantosos. Mis dos abuelas y mi otro abuelo la vivieron en la retaguardia donde tampoco se pasaba mucho mejor porque todo el mundo tenía seres queridos en el frente y porque en nuestra guerra se inventó esa moda luego tan extendida <b>de bombardear objetivos civiles</b>.<br />
<br />
El artista Vicente Rojo, <a href="http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/13/actualidad/1336863051_598324.html" target="_blank">a quien entrevisté hace poco</a>, me dijo que, después de tres años de contienda civil y seis de conflicto mundial, cuando se rindió Alemania le preguntó a su madres que de qué hablarían los periódicos al día siguiente. Pensaba que la guerra era el estado natural del hombre. Él se fue al exilio. Muchos no volvieron del frente. Otros aún no se sabe donde están y esa incertidumbre traslada aún ese dolor a nuestros días. Pero la mayoría, algunos con muchas cicatrices, <b>reconstruyeron sus vidas y salieron adelante</b>, en España o en el extranjero. Y vivieron para recordarnos a los que vivimos después que algunas cosas no tenían que repetirse nunca.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQVu4Fvh_lkmhund59JPLtmpRmNc9c6blj2qJ3VFr6Uj4YLRLw0uk3m0OafmgxdMCaeKCqwhseYOe4rQboA7euzMra6cacq4EYL0NBtXPB18o9BsSLiwugaMW9Y5FiUWxF7BqInwYSqttL/s1600/kenedy.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQVu4Fvh_lkmhund59JPLtmpRmNc9c6blj2qJ3VFr6Uj4YLRLw0uk3m0OafmgxdMCaeKCqwhseYOe4rQboA7euzMra6cacq4EYL0NBtXPB18o9BsSLiwugaMW9Y5FiUWxF7BqInwYSqttL/s400/kenedy.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
A nuestros padres, en teoría, les tocaron tiempos más tranquilos para vivir. Bajo una dictadura, pero más tranquilos. Aparentemente. Porque las amenazas que acechaban a la tierra hace solo 30 años eran terroríficas. ¿Se acuerdan de la Guerra Fría? ¿De la sombra de la guerra nuclear? D<a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_de_los_misiles_en_Cuba" target="_blank">urante la crisis de los misiles de Cuba</a>, en 1962, <b>el mundo estuvo cerca de saltar por los aires</b>. No es que rescataran nuestra economía, ni siquiera que nuestro país se hundiera en una contienda civil. Es que había dos países apuntándose mutuamente con un arsenal capaz de destruir varias veces el planeta. Ese peligro en teoría se ha conjurado en parte. Pero una decena de países tienen hoy el arma atómica. Y el hombre ya demostró dos veces durante el siglo XX que es perfectamente capaz de usarla. <br />
<br />
La excusa podría venir del cielo. Verán, en junio de 1908 se produjo en Rusia un acontecimiento que los científicos llamaron el <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Evento_de_Tunguska" target="_blank">Evento de Tunguska</a>. Un meteorito -ahora lo sabemos- cayó en una zona despoblada de Siberia <b>provocando la destrucción de una bomba termonuclear</b>. Más de 2.000 kilómetros cuadrados de bosque (la extensión de la isla de Tenerife) quedaron arrasados. Si ese mismo objeto hubiera caído en el mismo sitio medio siglo después -50 años, nada en términos cósmicos- ahora no estaría yo dándoles la murga con este <i>post</i>. Probablemente la Unión Soviética habría respondido al supuesto ataque estadounidense (¿qué otra cosa podría ser?) y el mundo entero habría quedado destruido Quizá justo ahora algunos supervivientes del invierno nuclear, estarían intentando recomponer, otra vez desde las cavernas, una nueva civilización.<br />
<br />
No me entiendan mal, no me consuelan las desgracias ajenas. Ni creo que
debamos resignarnos ante un destino fatal. Simplemente me sirve para
relativizar un poco las cosas saber que en la historia de la humanidad
<b>no estamos solos en nuestras pequeñas y grandes desgracias</b>. Que en un
vida medianamente larga es normal que nos toque sufrir épocas
particularmente complicadas, como esta. Y sobre todo, que hombres y
mujeres antes que nosotros vivieron tiempos malos, peores que los
actuales y salieron adelante. Y siguieron disfrutando de la vida,
porque, dando la vuelta a la frase con la que arrancaba este<i> post</i>,
también a todos les tocaron, al menos a ratos, buenos tiempos que vivir.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-68980236914895705002012-04-30T08:27:00.004+02:002012-04-30T08:51:49.668+02:00Don Dionisio en la tercera fase<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggeHODgWFekgxoQuUfxPUt7-oIW2hsDRSP6DIJFcMhAYJHNA6YlYmaHwPaNiSkWdvH2V6RSYzsvkSNGyOT-SAV_w7Xy9GRDz6cbkfKZXpAc1gUYbxkGyfNkR2Iwg1r4fTAtGRfnRmR9uZN/s1600/dioni.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggeHODgWFekgxoQuUfxPUt7-oIW2hsDRSP6DIJFcMhAYJHNA6YlYmaHwPaNiSkWdvH2V6RSYzsvkSNGyOT-SAV_w7Xy9GRDz6cbkfKZXpAc1gUYbxkGyfNkR2Iwg1r4fTAtGRfnRmR9uZN/s400/dioni.jpg" width="400" /></a></div>
Hay teorías científicas que aseguran que en los agujeros negros uno entra por un sitio y por un momento temporal del universo y sale por otro, en el pasado, en el futuro, o ni se sabe. El otro día no es que me tragara un agujero negro, <b>pero sentí algunos de sus supuestos efectos</b>. Estaba en México, en 2012, y de pronto me vi transportado al colegio Hispano Británico, en El Charcón, Tenerife, digamos que 30 años atrás. Un encuentro en la tercera fase. Y no, ya sé en lo que están pensando, no había probado el tequila. Ni gota.<br />
<br />
La sesión de brujería corrió a cargo de <a href="http://puesfijate.blogspot.mx/2011/09/una-carta-del-pasado.html">mi queridísima Marta Arocha</a>, que además de una bruja buena es la que convoca todas las parrandas del desorganizado grupo de compañeros del colegio. Y la excusa era perfecta: Don Dionisio, nuestro profesor predilecto, con el que leíamos el periódico en clase, organizábamos asambleas precursoras del 15-M y representábamos obras de teatro, iba participar en un programa de <a href="http://puesfijate.blogspot.mx/2011/09/una-carta-del-pasado.html">Radio San Borondón</a>. Los que están en Tenerife podrían seguirlo por radio, los compañeros en el exilio (Mariano y yo), por internet. Sería además un encuentro interactivo porque la omnipresente Marta <b>nos organizó una tertulia en Facebook</b>. Ahí estábamos, y espero no dejarme a nadie, Raquel, Mariano, Panchi, Hugo, Ágata y Giuseppe, además de Marta y yo, claro.<br />
<br />
Y me conecté. Al principio no entendía nada. Don Dionisio no salía por ningún sitio y solo escuchábamos un grupo de bienintencionados tertulianos llamando a la rebelión creo que contra el Plan Urbanístico de Santa Cruz. Lo siento, pero no tenía paciencia para atender y formarme una opinión sobre si tenían razón o no. Simplemente quería que hablara ya nuestro profesor… Y después de casi una hora mis compañeros –todos menos yo, padres y madres de familia- <b>también se empezaban a impacientar</b>. “Podíamos haber lavado a los niños tres veces”, dijo alguien. La expectación decaía… ¿Y si al final no sale? Uno quiso ver lo positivo del asunto, incluso aunque acabara en catástrofe: “Por lo menos nos hemos reunido aquí un rato…”.<br />
<br />
Pero no, no hubo catástrofe. ¡Casi diría que hubo éxtasis! Dionisio entró en antena y estuvo una hora leyendo poesías. Algunas propias –preciosas, como una muy emocionante dedicada a su madre. Otras ajenas, de León Felipe, de Arturo Maccanti, de Agustín Millares, de Félix Francisco Casanova. Muchas de actualidad, comprometidas, como era él también de profesor, en aquellos tiempos en que en clase nos pegaban “lo normal”. El momento más emotivo –yo me eché a llorar en la soledad de mi cocina- fue cuando <b>tuvo un recuerdo sus “primeros alumnos”</b> y recitó para nosotros <i>No Vale</i>, de Millares, el poema que nos regaló la noche que quedamos 17 años después de dejar el colegio y que cada día está más actual y más vivo.<br />
<br />
Facebook era un clamor: “Queremos un Dionisio para nuestros hijos”. Y yo no me pude resistir. Llamé a la emisora y entré en directo. Luego me arrepentí un poco, porque sentí que le estaba quitando e protagonismo a la estrella de la noche (la tarde en mi país de exilio). Pero no, en la vida uno no puede dejar de hacer cosas “por si acaso”. Y <b>seguro que le hizo muchísima ilusión.</b><br />
<br />
A mí Don Dionisio me regaló muchas cosas: me estimuló a leer más de lo que ya lo hacía, en aquellos tiempos en los que mi ídolo era Gianni Rodari. Me animó a escribir obras de teatro, como <a href="http://puesfijate.blogspot.mx/2011/03/nuestro-23-f.html">una entrañable, sobre el 23-F</a> cuyo guión debe andar por casa. Y sobre todo, me enseñó que en la vida uno no puede contentarse con respuestas fáciles y <b>hay que estudiar, indagar, profundizar, ser críticos.</b> “Investiguen”, nos decía en clase cuando le hacíamos una pregunta complicada. Sin él probablemente no habría sido periodista. Por la ilusión que mostraron el otro día estoy seguro de que muchos de mis compañeros podrían decir cosas parecidas.<br />
<br />
Entonces éramos pequeños y quizá no lo hubiéramos entendido. Pero ahora me doy cuenta de lo bien que está resumido, en esos versos que nos dedicó de Millares, <b>el espíritu digamos <i>dionisiaco</i></b> que impregnaba su visión de la vida, su relación con los alumnos, su método de enseñanza. Una vez más, y que así sea por treinta y pico años más, o los que sean, gracias Dioni.
<b> </b><br />
<br />
<b>No vale</b><br />
<br />
Te digo que no vale
<br />
meter el sueño azul bajo las sábanas,
<br />
pasar de largo, no saber nada,
<br />
hacer la vista gorda a lo que pasa,
<br />
guardar la sed de estrellas bajo llave.<br />
<br />
Te digo que no vale
<br />
que el amor pierda el habla,
<br />
que la razón se calle,
<br />
que la alegría rompa sus palabras,
<br />
que la pasión confiese: aquí no hay sangre.<br />
<br />
Te digo que no vale
<br />
que el gris siempre se salga<br />
con la suya, que el negro se desmande
<br />
y diga “cruz y raya”<br />
al júbilo del aire.<br />
<br />
Vuelvo a la carga y te digo: aquí no cabe<br />
esconder la cabeza bajo el ala,
<br />
decir “no sabía”, “estoy al margen”,
<br />
”vivo en mi torre, sólo y no sé nada”.<br />
<br />
Te digo y te repito que no vale.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-81591878964318609692012-04-28T07:31:00.000+02:002012-04-28T07:35:08.296+02:00Hermosa vida de perros<object width="420" height="315"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/2HDDubQrnxM?version=3&hl=es_ES"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/2HDDubQrnxM?version=3&hl=es_ES" type="application/x-shockwave-flash" width="420" height="315" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true"></embed></object>
Llevo un mes y un día sin escribir, pero les explico. Los ratos que no estoy trabajando estoy visitando la ciudad. Y luego cuando quiero escribir sobre lo que he visto, me toca trabajar otra vez. Hoy me sucedió eso. Pero resulta que lo que he escrito para el <i>blog </i>de información local que hemos abierto en la delegación en México (<a href="http://blogs.elpais.com/periscopio-chilango/" target=blank>Periscopio Chilango</a>) es una historia que hacía tiempo que quería contar en este espacio. No diré que mato dos pájaros de un tiro, porque es un <i>post </i>cariñoso con los animales, pero sí por ejemplo que meteremos dos bolas de una tacada. Pues eso, que si les apetece <b><a href="http:/http://blogs.elpais.com/periscopio-chilango/2012/04/escuela-de-perros-parque-mexico.html/blogs.elpais.com/periscopio-chilango/2012/04/escuela-de-perros-parque-mexico.html" target=blank>pinchen aquí</a></b> y conozcan a los apacibles perros del Parque México.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-92222029162265255272012-03-26T11:42:00.016+02:002012-03-26T12:48:42.917+02:00Cien años del abuelo Manolo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi27H-PWaRmzwOkHeo-CeQUtIfo1ys1ECe3WWVSbhCUKAKPgtzTnnPW9J2M2UdVgt-0XLyRsL7aYINTowwyNqENFmhFrfIKCIsIm5Aw-OLD9eykq7fmU2JE_n5uSeOtr396X6Bbnlzonpk2/s1600/va.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 183px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi27H-PWaRmzwOkHeo-CeQUtIfo1ys1ECe3WWVSbhCUKAKPgtzTnnPW9J2M2UdVgt-0XLyRsL7aYINTowwyNqENFmhFrfIKCIsIm5Aw-OLD9eykq7fmU2JE_n5uSeOtr396X6Bbnlzonpk2/s200/va.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5724155096702457586" /></a>El pasado 13 de marzo mi abuelo Manolo habría cumplido cien años. A él le hubiera gustado vivir para verlo, era muy curioso y seguro que se preguntó muchas veces a lo largo de su vida cómo sería el mundo al siglo de su nacimiento. Sin embargo, si es cierto lo que él creyó firmemente durante toda su vida, la existencia del más allá, que la muerte no es final, estará en algún lugar, observando a sus ocho bisnietos –a dos llegó a conocerlos- y maravillado con internet y las nuevas tecnologías, ese mundo que quiso conocer pero como el reconocía ya le pilló demasiado mayor.<br /><br />Cuando tengo que escribir un artículo sobre un tema del que tengo poca idea me detengo a menudo y no sé cómo seguir. Ahora tampoco sé cómo seguir, pero por lo contrario, porque tengo tan presente a mi abuelo, me evoca tantas cosas y sé tanto sobre él que se me amontonan las ideas y tengo que pararme a ordenarlas para no desviarme una y otra vez sin llegar a ningún sitio. Quiero hacer un post pero me sale un libro. Así que me centraré solo en tres ideas que ya esbocé en el primer párrafo: su fascinación por la longevidad, su curiosidad (la cualidad más envidiable del ser humano) Y su creencia en el más allá. Con eso ya tengo para aburrirlos.<br /><br />La longevidad era un tema que le encantaba. Quería vivir muchos años, aunque no se había propuesto como meta los cien que celebraríamos estos días. Tampoco hubiera sido improbable: su madre llegó a los 91 y en su familia hubo varios casi centenarios (como su tía Carmen, a quien conocí, que llegó a los 98) mezclados, con una aleatoriedad diabólica, con casos de muertes muy tempranas. <br /><br />Él era más modesto: esperaba alcanzar el año 2000, al que llegó con 87 años cumplidos y buena salud. Y mantuvo ante los achaques, él que había sido un gran hipocondriaco, una actitud admirable. Al final de su vida, con 92 años y un parkinson muy avanzado me dio un ejemplo asombroso de eso que ahora se llama pensamiento positivo: “Sé que estoy perdiendo la cabeza. Me doy cuenta. Pero fíjate que hasta vivir eso me parece muy interesante”. Creo que ni los libros de autoayuda más ingenuos incluyen una lección como esa.<br /><br />Suponer que hay otra vida ayuda a tomarte esta con mejor ánimo. Y mi abuelo no es que creyera en ella, es que <span style="font-style:italic;">sabía </span>que existía. El por qué unos creen y otros no me parece uno de los mayores enigmas. No tiene que ver con la educación religiosa: hay quien va a misa y no cree en nada y quien se dice ateo pero intuye que hay algo. Tampoco tiene que ver con la inteligencia ni, por mucho que digan, con su formación científica. Va a ser verdad que la fe es un don. Y salvo que uno sea un fanático, un don que es maravilloso haber recibido.<br /><br />Su mejor amigo era un gran científico canario, Telesforo Bravo, geólogo y perfectamente agnóstico. Don Telesforo tenía a mi abuelo por el tipo más inteligente que había conocido y se maravillaba por eso de que pudiera creer en algo más de lo que la ciencia evidenciaba. Pero el sentimiento era totalmente recíproco: mi abuelo decía que no había conocido mejor cerebro que el de su amigo y por ello se asombraba de que Telesforo (¡un tipo tan listo!) no creyera en nada. Era imposible que el uno convenciera al otro. Pero creo que mi abuelo tuvo más suerte.<br /><br />Creía pero no era un beato. Iba a la iglesia los domingos por tradición pero su religión, muy profunda, era más amplia de lo que marca el catecismo. Era a su manera panteísta, creía en un cielo para los hombres y también (¿por qué no, decía?) para “nuestros hermanos los animales”. Y ya en vida decía que había recibido pruebas de ese más allá, como cuando soñó una quiniela y le tocó. Lo malo es que en el sueño su hijo tapaba con la mano los dos últimos resultados y mi abuelo, en vez de jugar todas las combinaciones posibles, eligió la más probable. Y así tuvo solo 12 aciertos en una semana en la que los 14 se pagaban muy bien.<br /><br />Supongo que en ese más allá, por muy allá que esté, no se le habrá apagado la cualidad que mejor le definía, la CUALIDAD con mayúsculas y el rasgo que mejor caracteriza al hombre feliz, según Bertrand Russell: la curiosidad. Y supongo así que encontrará muy sugestiva la muerte, igual que amó la vida hasta el punto de parecerle interesantísimo el progreso que la enfermedad definitiva iba haciendo en su cuerpo y en su mente. <br /><br />Esa curiosidad le hacía sabio, y le encantaba compartir esa sabiduría con los demás. Saberes eruditos pero también, y sobre todo, esos pedacitos de conocimiento que esconden en su simplicidad una joya inesperada y que iluminan, por su asombrosa sencillez, el ánimo de quien los descubre y, por empatía, de quien los enseña. ¡Qué alegría me produjo aprender –y a él mostrarme- cómo se quema un papel con una lupa o descubrir que no hay trigo en el mundo para cubrir con un granito, luego dos, luego cuatro, luego ocho… todas las casillas de un tablero de ajedrez!<br /><br />Hace unas semanas entrevisté a un escritor mexicano que había novelado la supuesta autobiografía de su abuelo, expresidente del país y fundador del partido que lo gobernó durante 70 años. Le pregunté si no temía estar traicionando a su antepasado y él me dijo que no, que había sentido todo el rato su inspiración. Yo le envidié y lamenté que mi abuelo, que tanto hablaba de la otra vida, no se manifestara por esta de vez en cuando. <br /><br />Días después sufrimos un seísmo respetable, aunque sin graves consecuencias. No es una experiencia agradable pero entre el susto -más por creer que era un mareo- y la inquietud ante las réplicas me sorprendí pensando: "Con que esto era un terremoto fuerte, qué interesante haberlo vivido". Y entonces me di cuenta de que un poco dentro de mí estaba él, con su curiosidad omnívora y que las personas que nos marcaron siguen vivas en nosotros y se despiertan un día para maravillarse por la ira de la naturaleza que hace temblar la tierra y asombrarse de cómo dobla los árboles y las señales de tráfico.<br /><br />PS: En la foto, junto a mi abuelo, mi abuela Altagracia. No se le hace mucha justicia en este post monográfico pero certifico que también, a su estilo, fue una persona extraordinaria.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-52511063168171703812012-03-19T21:55:00.032+02:002012-03-20T17:26:48.525+02:00¡Viva la Pepa y viva el ilustre gomero!<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUOiMJVnFwpRbKMxhIZ81BeObsHsf3lcXhws9Ze9qRB31DEwKozE0cfFG_iQNVYBgESEmEnFSXPNmhi0ApTHTWUf_yx5GG_u_J9RzqmWNMcTyn4ZhT8MpJJoMN0pzWdwH8qaIDqt2ELoOR/s1600/ajrp.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 184px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUOiMJVnFwpRbKMxhIZ81BeObsHsf3lcXhws9Ze9qRB31DEwKozE0cfFG_iQNVYBgESEmEnFSXPNmhi0ApTHTWUf_yx5GG_u_J9RzqmWNMcTyn4ZhT8MpJJoMN0pzWdwH8qaIDqt2ELoOR/s200/ajrp.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5721784518873926450" /></a>Hoy (ya ayer para la mayoría de ustedes) se cumplen 200 años de la Constitución de Cádiz y me imagino que estarán saturados de leer, ver y oír informaciones sobre la primera carta magna que nos dimos los españoles. Espero no aburrirles aún más pero <span style="font-weight:bold;">yo también voy a hablar del mismo tema</span>, en concreto de uno de sus protagonistas, <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Jos%C3%A9_Ruiz_de_Padr%C3%B3n" target=blank>Antonio José Ruiz de Padrón</a>, el diputado que las Islas Canarias enviaron a esas cortes constituyentes. Y de propina les voy a contar dos historias que pasaron hace cien años, cuando se celebraba el primer centenario del texto, en la casa donde nació Don Antonio José, que ocupa el número 57 de la calle Real de San Sebastián de la Gomera. ¿Siguen ahí? ¿Preparados para las batallitas? Pues arranco.<br /><br />Verán, yo desde muy pequeño conozco a Ruiz de Padrón porque esa casa resulta ser la casa de mi familia en La Gomera, donde también nació mi bisabuelo Ventura, mi abuela Altagracia y casi todos sus hermanos, y donde he pasado muchas navidades y muchos meses de septiembre. Sin embargo, durante años este diputado <span style="font-weight:bold;">fue para mí una figura oscura, de méritos desconocidos</span>. La culpa la tenía la placa que sigue <span style="font-style:italic;">adornando </span>la fachada, en la que se recuerda que ahí nació en 1757 un "ilustre gomero" (expresión entrañable y gastada en mil bromas en nuestra familia), muerto en 1823, pero de cuya biografía no se contaba nada. He visto a decenas de viajeros pararse a leer el cartel e irse con más dudas de las que traían y también los he visto elucubrar sobre quién sería el personaje. Según unos turistas catalanes, que debían llevar bromeando todo el viaje con el nombre de la isla, se trataría sin duda del inventor del chicle.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRzD1vrm00GJ2tJ7DXe02n2_4BeQVOm8Ei1m64ANCc7aWf1JxE-xrysHZoCAiHs34LYuPmMLcfsUMwGBbQAtjrKTBI1JZ6RD0AT00_95e3t72SE88L3NPDKKj17BfAw8TQBcXVgSZmph_c/s1600/va.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 241px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRzD1vrm00GJ2tJ7DXe02n2_4BeQVOm8Ei1m64ANCc7aWf1JxE-xrysHZoCAiHs34LYuPmMLcfsUMwGBbQAtjrKTBI1JZ6RD0AT00_95e3t72SE88L3NPDKKj17BfAw8TQBcXVgSZmph_c/s400/va.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5721856098480998258" /></a><br />Ruiz de Padrón no inventó el chicle. Pero si fue <a href="http://nuevomundo.revues.org/2633" target=blank>una figura clave en las Cortes de Cádiz</a>. Era clérigo, pero defendió la supresión de la inquisición. Y propuso también que se aboliera la esclavitud. Las actas de todas sus intervenciones en las cortes las recopiló mi hermana Dácil cuando trabajó en el Congreso y regaló un ejemplar a mi madre y otro a cada uno de sus hermanos. Además, el ilustre gomero tuvo una vida muy interesante que tuvo un capítulo novelesco y trascendental. Sucedió que al cruzar el Atlántico para visitar Cuba en 1785 una tormenta hizo naufragar su barco y acabó en Pensilvania. Y ya que estaba allí aprovechó para pasar <a href="http://manuelmoramorales.wordpress.com/2011/09/08/filadelfia-y-antonio-jose-ruiz-de-padron-fotos-primera-parte/" target=blank>una temporada en los Estados Unidos</a>, donde conoció a Washington, fue contertulio de Benjamin Franklin <span style="font-weight:bold;">y se empapó de las ideas ilustradas</span> que habían alumbrado aquel país que cumplía entonces ocho años.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjj57cNTQTWfFKxTcGdae4w04yDyc7pYI56yvRHlCQrbI0-dL7_LRX5r9_npFjeHoG3V10aUQKg9VR3mgOFcyKvhXVacqdBSIzCczhDm8IG9X3RWHQR74U4oDX0HvwPXzWMV0OfxTSKL-tH/s1600/250px-Franklin-Benjamin-LOC.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 149px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjj57cNTQTWfFKxTcGdae4w04yDyc7pYI56yvRHlCQrbI0-dL7_LRX5r9_npFjeHoG3V10aUQKg9VR3mgOFcyKvhXVacqdBSIzCczhDm8IG9X3RWHQR74U4oDX0HvwPXzWMV0OfxTSKL-tH/s200/250px-Franklin-Benjamin-LOC.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5721877058750369122" /></a>Franklin es el protagonista de una de las dos historias que sucedieron hace cien años en esa casa donde paso las Navidades. Cuando en 1912 se iba a celebrar, supongo que la misma pompa que ahora, <a href="http://www.ucm.es/info/historia/ortega/6-03.pdf" target=blank>el primer centenario de la Constitución</a> le pidieron a mi bisabuelo don Ventura desde el comité organizador de los festejos que les prestara unas cartas que el político estadounidense había enviado a Ruiz de Padrón y que mi familia guardaba. Mi bisabuelo, que era un buenazo (y se parecía mucho a mí, según mi madre, lo cual no quiere decir que yo tambien lo sea), las envió a Cádiz... <span style="font-weight:bold;">pero las cartas nunca regresaron</span>. No hay nada que reclamar, nuestra propiedad prescribió hace mucho y pensándolo bien es preferible que estén en un museo a que las tenga un particular. Lo único que me molestaría es que alguien hubiera hecho negocios con ellas.<br /><br />El protagonista de la otra historia que ahora cumple cien años fue la persona que me contó la anécdota de las cartas. En esa casa donde había nacido Ruiz de Padrón, y desde donde don Ventura enviaba a Cádiz los originales de los textos de Franklin, se celebraba hace ahora un siglo <span style="font-weight:bold;">el bautizo de un niño, nacido en la misma calle</span> apenas tres manzanas más allá. El padrino era mi bisabuelo y le había prestado al pequeño para la ceremonia las mismas ropas con las que el año anterior había bautizado a su hija menor. Esa niña era mi abuela y el bebé, su vecino, a quien ella miraría con la curiosidad de sus ocho meses de vida, se acabaría convirtiendo con el tiempo en su marido. Sí, el 13 de marzo se cumplieron cien años del nacimiento de mi abuelo Manolo y le debo un <span style="font-style:italic;">post </span>pero tengo tantas cosas que contar que cuando me pongo me sale una tesis. Espero que cuando lo acabe -esta semana seguro- entiendan por qué me está costando tanto.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-30896721337692012772012-03-06T09:33:00.013+02:002012-03-06T11:14:03.020+02:00Mi amigo el colibrí<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgO5IgTgFljrhxtYwjT3W9UdbCA4leN4diTVH5Gg9s4jOddoaq5rcBxPdq9wYpBQuQHIthIKNqYOjXSdNngzThYE5yl4N-iuxkOYAfLM5MIjh8JiLStPpXOf4HpHwUoaWz8tt3aWpvdBU6j/s1600/coli.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 191px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgO5IgTgFljrhxtYwjT3W9UdbCA4leN4diTVH5Gg9s4jOddoaq5rcBxPdq9wYpBQuQHIthIKNqYOjXSdNngzThYE5yl4N-iuxkOYAfLM5MIjh8JiLStPpXOf4HpHwUoaWz8tt3aWpvdBU6j/s200/coli.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5716705276907350226" /> </a>Aquí sigo, en México DF, abriendo mucho los ojos para no perderme nada. Me prodigo poco en el <span style="font-style:italic;">blog </span>pero mi excusa es que <span style="font-weight:bold;">tengo que escribir para el periódico</span> (o para la web que es lo mismo): la última ha sido una entrevista a un personaje curioso: Alfredo Elías Calles, nieto de Plutarco Elías Calles, líder de la revolución mexicana y contructor de las instituciones del país.<br /><br />Don Plutarco es un personaje controvertido: unos lo ven como el héroe que dio estabilidad política a México durante 70 años y otros como un tipo con demasiado apego al poder que creó una dictadura de partido. Pues bien, Alfredo ha escrito la vida de su abuelo, según dice inspirada por él, <span style="font-weight:bold;">a modo de autobiografía desde el más allá</span>. Si quieren saber más del asunto <a href="http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/05/actualidad/1330978708_011908.html">pueden leer aquí el artículo</a>, y si les interesa mucho, mucho, el libro directamente. Yo he aprendido mucha historia leyéndolo, aunque hay que recordar que es el testimonio parcial de un nieto que defiende a su abuelo.<br /><br />Pero hoy vamos a hablar de otra cosa: de un personaje al que he tomado mucho cariño en poco tiempo. Verán, aunque estoy viviendo una oportunidad estupenda, conociendo un nuevo país, a gente interesante y todas esas cosas no les voy a negar que a ratos <span style="font-weight:bold;">me siento un poco solo</span>. Sólo un poco, pero lo justo para echar de menos a tantos seres queridos como tengo al otro lado del Atlántico. Por eso agradezco tanto las llamadas y los mensajes y por eso estaré muy feliz de recibir visitas cuando se produzcan.<br /><br />Y fíjate que una visita inesperada, pero sumamente grata, es la que hace casi a diario a mis ventanas -del salón a la cocina, dando vueltas a la casa- un pequeño colibrí de plumas muy brillantes. Aparece a cualquier hora, revolotea un poco alrededor del edificio y desparece. No sé si es macho o hembra, ni sé como saberlo, ni siquiera sé si los colibríes tienen sexo o género, o como se diga ahora, aunque supongo que sí. Tampoco le he puesto nombre. Pero sí sé que <span style="font-weight:bold;">espero su llegada con cierta ilusión</span> y que me gusta que acompañe durante el desayuno, tanto <a href="http://puesfijate.blogspot.com/2008/09/kukn-1994-2008-in-memoriam.html">como me gustaba irme de paseo con el perro Kukín</a>. <br /><br /><object width="420" height="315"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/oz6-FBOC82s?version=3&hl=es_ES"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/oz6-FBOC82s?version=3&hl=es_ES" type="application/x-shockwave-flash" width="420" height="315" http://www.blogger.com/img/blank.gifallowscriptaccess="always" allowfullscreen="true"></embed></object> <br /><br />Alguno supondrá que se me ha ido la mano con el tequila, pero no. Estoy tomando cierta afición a esa bebida -que por cierto se bebe de pequeños sorbos y no de trago- pero no como para andar ya delirando. Quizá en Madrid, con tanto trabajo, llamadas, vida social, más llamadas, más trabajo, más vida social, <span style="font-weight:bold;">no había tenido tiempo o serenidad para fijarme en minucias</span> como esta, en un pajarito que frecuenta una ventana. De hecho, cuando veía uno me acordaba de que, como presidente de la comunidad, tenía una llamada pendiente a una empresa para fumigar a las palomas.<br /><br />A este espero que no lo fumigue nadie. Es tímido. Intento que se acerque más pero no se decide. Los primeros días le dejé trocitos de pan pero luego comprendí que no le cabían por la trompa esa que tiene. Luego mi amiga Ángela me sugirió desde Colombia que le pusiera <span style="font-weight:bold;">agua con azúcar</span>, que por lo visto les encanta. Tampoco bebió, pero a cambio se me llenó la ventana de hormigas. <br /><br />Creo que la siguiente estrategia para intentar que se aproxime más será ponerle música clásica. Alguno pensará que con todas la cosas que tengo que hacer por aquí semejante distracción es una pérdida de tiempo. Pero cada vez pienso más que perder el tiempo es precisamente lo que hacemos <span style="font-weight:bold;">cuando no aprovechamos los momentos como este</span>. Los ratos en los que serenamente disfrutamos con la compañía de un buen amigo.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-78957223361451122032012-02-29T23:40:00.003+02:002012-02-29T23:45:46.882+02:00Memoria de un Mèxico que desapareceYa sé, ya sé que llevo un tiempo sin escribir... pero también hay que trabajar... y escribir para el medio que me paga. No he venido a México a hacer noticias pero <strong>siempre es un gusto publicar alguna cosita de vez en cuando</strong>. Esta es la primera información que hago [<a href="http://cultura.elpais.com/cultura/2012/02/27/actualidad/1330328972_049857.html target="blank">pinchar aquì para leer el reportaje</a>], se dio en la web y en la edición impresa de El País en América. Espero que vengan más.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-19364064665414262122012-02-06T10:51:00.008+02:002012-02-06T11:34:22.763+02:00Trosky, calles, prejuicios y tarjetas de crédito<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3DFBlYmAIWq3KOB7CGx73CYA3U1b1PMt0QO0ZelQITX6DpZVaLioOVvjul2wx8t11C2onFAtbj9GsgXMUkfBNwr7fxdauy7GmMo69etb0PNKutSm6ezTY7q2tRY_8N5b2NB-_zHG81dZD/s1600/va.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 227px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3DFBlYmAIWq3KOB7CGx73CYA3U1b1PMt0QO0ZelQITX6DpZVaLioOVvjul2wx8t11C2onFAtbj9GsgXMUkfBNwr7fxdauy7GmMo69etb0PNKutSm6ezTY7q2tRY_8N5b2NB-_zHG81dZD/s320/va.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5705946549412738514" /></a>Llevo una temporada sin escribir pero no se crean que es porque no me pasan cosas, <span style="font-weight:bold;">me pasan muchas y casi todas buenas</span>. Resulta que en los últimos 15 días he vivido en tres sitios distintos y con tanto ajetreo no he tenido un rato tranquilo para sentarme a escribir boberías. Ahora, tranquilamente instalado en el sofá del departamento que he alquilado por seis meses les cuento dos o tres cositas que me han llamado la atención estos días y que me parecen simpáticas.<br /><br />Les decía en el post anterior que les explicaría qué lógica ordena la siguiente serie de números 426-590-400-572-382-378-374-532 y les pedía además que no intentaran desentrañarla para que no se rompieran la cabeza. Y es que este enigma no lo resuelve ni mi amigo Adolfo Quirós, portavoz de la <a href="http://www.rsme.es/" target=blank>Real Sociedad Matemática Española</a>. Y no lo resuelve porque no es un problema de lógica ni de matemáticas, es un problema de que en este país tan maravilloso <span style="font-weight:bold;">hay algunas cosas inexplicables</span> como que los números de los portales en algunas calles cambian, saltan, suben de golpe o vuelven para atrás. <br /><br />La serie de números que les señalaba son los que uno se encuentra en la calle Río Churubusco, en el barrio de Coyoacán, para llegar al número 410, <span style="font-weight:bold;">que es donde se ubica la <a href="http://museocasadeleontrotsky.blogspot.com/" target=blank>casa museo de León Trosky</a></span>. Un sitio interesantísimo por cierto, donde el revolucionario ruso pasó los últimos años de su vida escribiendo, dando de comer a las gallinas y esquivando balazos que se quedaron marcados en la pared de su habitación. Lo que no pudo esquivar, y le costó la vida, fue el golpe de piolet que le propinó Ramón Mercader, el espía estalinista que se había ligado a su secretaria para ganarse su confianza. <br /><br />Un historia fascinante, sí, pero si les parece hablaremos de ella otro día porque hoy estábamos comentando lo difícil que resulta orientarse en algunas -solo algunas, no exageremos- calles de esta ciudad donde los números no parecen seguir ninguna pauta razonable. Y hay otra circunstancia que enreda aún más ese lío. Que mis amigos mexicanos me corrijan: me da la impresión de que a la gente de aquí, de tan amables que son, <span style="font-weight:bold;">les cuesta mucho decir que no. </span>Y cuando preguntas por una calle hay gente que prefiere mandarte para cualquier sitio que reconocer que no puede ayudarte. Me lo dijo el primer día el corresponsal de EL PAÍS, Luis Prados, y lo he comprobado: "No te fíes. Si alguien te dice que tal dirección está hacia allá, cuando des 20 pasos vuelve a preguntar".<br /><br /><iframe src="http://www.youtube.com/embed/Ig3vDIQa2Is" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" width="420"></iframe><br /><br />Pero supongamos ahora que los números de una calle están bien puestos. Y que nuestro informante sabe exactamente a donde nos tiene que dirigir. Pues aún así <span style="font-weight:bold;">hay peligro de acabar muy lejos de donde nos proponíamos llegar</span>. Y es que he descubierto que hay alguna calle que se llaman de una manera en la acera (aquí dicen banqueta) de la izquierda y de otra en la de la derecha. Vean este vídeo (el de arriba) que he tomado en la calle Tenancingo... bueno, como ven, Tenancingo o Marta Alpizar, según la banqueta que tome uno. Sí, quizá sea una broma de los amigos de la tal Marta pero los carteles están ahí y seguro que han confundido a más de uno.<br /><br />Pero para que no sea todo meterme con esta ciudad que me está tratando tan bien les voy a contar una anécdota que demuestra <span style="font-weight:bold;">qué injustos son los prejuicios</span> y cómo a veces tenemos miedo de unas cosas mientras descuidamos otras.<br /><br />Me fui hace unos días a sacar dinero en un banco de una calle céntrica, en uno de esos cubículos de cristal en los que hay dos cajeros automáticos juntos. Yo me puse en uno y observé inquieto que en el de al lado había <span style="font-weight:bold;">dos señoras que me parecieron un tanto siniestras</span>. Fuera, apoyados en un coche, les estaban esperando dos tipos que tampoco me gustaron nada. Saqué el dinero un tanto apresuradamente, salí sin mirar demasiado a los sujetos y me encaminé hacia el metro.<br /><br />De pronto escuché unos gritos a mi espalda. Las dos señoras venían corriendo hacia mí y yo no sabía si correr también o esperar a que aparecieran también los señores de aspecto amenazante y entre los cuatro me asaltaran. Pero no, oiga. <span style="font-weight:bold;">Las señoras traían mi tarjeta en la mano:</span> me la había dejado olvidada en el cajero. Y es que aquí uno tiene miedo de que lo atraquen a la salida del banco, y es verdad que hay que tener cuidado, como hay que tenerlo en Madrid. Pero olvida que los cajeros mexicanos, por lo que he visto, son distintos de los españoles: primero te dan el dinero y luego la visa. Y así si te despistas es muy fácil olvidarte la segunda.<br /><br />Hasta la próxima.<br /><br />Foto: <a href="http://www.flickr.com/photos/toner/923329272/" target=blank>Toner (Flickr)</a>Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-14708494821934550472012-01-23T09:36:00.012+02:002012-01-23T10:36:17.952+02:00Cartelería mexicanaComo me paso el día buscando piso (crucemos los dedos, creo que ya he pillado uno) <strong>me paso el día mirando para las paredes</strong>. Y casa no encontraré, no, pero divertirme me divierto mucho. Hoy lamentaba estar perdiendo días y días sin leer todos los libros que tengo que leer y sin visitar los museos, los restaurantes o las iglesias de esta ciudad maravillosa cuando me di cuenta de que mirar carteles (los de las inmobiliarias y de rebote también los otros) también es una manera de conocer un lugar. Y que uno puede aprender muchísimas cosas de un sitio por las cosas que sus vecinos cuelgan en sus muros y ventanas. Y ese pensamiento me consoló.<br /><br />Así que como no tengo grandes cosas que contarles del Castillo de Chapultepec o del Museo Arqueológico <strong>les voy a presentar una selección de tres letreros</strong>, tres, encontrados por las paredes de esta enorme ciudad. Tres para no aburrirles. Y les voy a otorgar mis medallas personales de oro plata y bronce de la cartelería mexicana. <br /><br />Ahí van mis favoritos.<br /><br /><strong>Medalla de bronce</strong><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpcAOL7hbZnYogyl1boftGBip_83QbXiAa2fqYytZswyrJ65AVfn1H2PfQw75PqbkOYwSgyZ96esvH4ZIGppFGwDj3GtdCn6NFqu8qbdSXRPKUEZzIi6no0SXUcMxAxwH7oJjExunS1lHz/s1600/DSCF7095.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpcAOL7hbZnYogyl1boftGBip_83QbXiAa2fqYytZswyrJ65AVfn1H2PfQw75PqbkOYwSgyZ96esvH4ZIGppFGwDj3GtdCn6NFqu8qbdSXRPKUEZzIi6no0SXUcMxAxwH7oJjExunS1lHz/s400/DSCF7095.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5700731066693973506" /></a><br /><br />Este cartel puede verse en la mayoría de garajes de México DF. Me encanta por su tonillo amenazante ajeno a cualquier corrección política. En España estos letreros dicen "avisamos grúa". Pero aquí parece que consideran más efectivo tomarse la justicia por su mano. Y sí, será menos civilizado pero <strong>la ley de la selva es más efectiva</strong>. Yo me arriesgaría a dejar mi coche aparcado frente a un párking en Madrid pero en esta ciudad me lo pensaría dos veces.<br /><br /><strong>Medalla de plata</strong><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7ld1D08vTA_MZpoq4Z-uhoUuMcC8qf2coxuSqlc2vh1rjdSV7IXt2CA2rrfLDKoxwjlcbI2SrDgNbFuCF6oDXt9eMu1KnyPEWjLG4v9kFPhPLg79kNwaF6BZ-KLztkozDBn-KqtExEQdW/s1600/DSCF7091.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7ld1D08vTA_MZpoq4Z-uhoUuMcC8qf2coxuSqlc2vh1rjdSV7IXt2CA2rrfLDKoxwjlcbI2SrDgNbFuCF6oDXt9eMu1KnyPEWjLG4v9kFPhPLg79kNwaF6BZ-KLztkozDBn-KqtExEQdW/s400/DSCF7091.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5700732564873062242" /></a><br /><br />Alfred Hitchock desancosejaba rodar con niños y con perros. Pero nada desanima a este fotógrafo de la calle Arcos de Belén especializado en retratar nenes y nenas, que ya es tener moral. La clave de su éxito: <strong>la paciencia del santo Job.</strong><br /><br /><strong>Medalla de oro</strong><br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAPLePcqvWQ__AGnpZjr9KLZm6AcFKTNfr3wFYiOEroq5uBr-wYolTWa1LPf9oC-IRa0Zge0q1vta7h7FSEFEUmQugtO8ZPBLuNvfHACOn6oQdys1-bui74sdCisZ4gdji4FtiUJhjXbuE/s1600/DSCF7089.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAPLePcqvWQ__AGnpZjr9KLZm6AcFKTNfr3wFYiOEroq5uBr-wYolTWa1LPf9oC-IRa0Zge0q1vta7h7FSEFEUmQugtO8ZPBLuNvfHACOn6oQdys1-bui74sdCisZ4gdji4FtiUJhjXbuE/s400/DSCF7089.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5700734106110959778" /></a><br /><br />A mí este cartel me parece delicioso pero igual es debilidad personal por mi afición a las matemáticas. En el metro de México -que por cierto me da la sensación de que es muy seguro y funciona de maravilla- <strong>éste es el letrero que informa de las tarifas</strong>. Y uno empieza a leer: "Un billete, tres pesos, dos billetes seis pesos, tres billetes nueve pesos..." Y uno sigue leyendo esperando que al comprar una cantidad mayor de tickets haya alguna rebaja... pero no... "15 billetes 45 pesos... 37 billetes 111 pesos..." y así hasta "50 billetes 150 pesos". No sé si alguien ha comprado alguna vez 50 billetes juntos, pero sí que ya puestos podían haber seguido hasta "20.137.1523 billetes [uno para cada habitante de esta aglomeración urbana] 60.411.4569 pesos".<br /><br />Para mí que como no hay máquinas expendedoras y en las taquilla se forman colas tremendas las autoridades han decidido que los ciudadanos <strong>repasen mientras esperan la tabla del tres.</strong> Por cierto, tres pesos son 18 céntimos: el metro es baratísimo. Pero me cuentan que unos carteles -que yo no he visto, y ya es raro- informan o informaban a los ciudadanos del coste real de un viaje en el suburbano (naturalmente muy superior) para concienciar del esfuerzo económico que suponía para la comunidad mantener ese servicio a ese precio. Me parece una idea muy buena para todos los servicos públicos en esta época de crisis: antes de imponer el copago, informar a la gente de lo que cuesta lo que creemos gratis o casi.<br /><br />Es tarde y me voy a dormir. <strong>Otro día les cuento qué sentido tiene la siguiente serie númerica</strong> 426-590-400-572-382-378-374-532... (¡ni intenten encontrarle una lógica, no lo lograrán!) y cómo es posible que una calle se llame de manera diferente en la acera (aquí dicen banqueta) de la derecha y en la de la izquierda. Buenas noches.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-81570463861531590062012-01-16T10:16:00.006+02:002012-01-16T11:22:25.835+02:00Periodistas que se lo creen<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX4u3mO5ZvlFviFjyUds-tlYgiMzARhjI5LIqBOwBC5qJvi6zHwGWIeuBBVoEVld_rhQSjgMb2L1QvVv5A46HgN5xEQlaA5Q7W8so28Li9FKdnPoAiX_HeagLaapawTzx-dBFal6riGIEp/s1600/va.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 194px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX4u3mO5ZvlFviFjyUds-tlYgiMzARhjI5LIqBOwBC5qJvi6zHwGWIeuBBVoEVld_rhQSjgMb2L1QvVv5A46HgN5xEQlaA5Q7W8so28Li9FKdnPoAiX_HeagLaapawTzx-dBFal6riGIEp/s400/va.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5698141233561862962" /></a>Sí, sigo aquí, no he perecido víctima de la maldición de Moctezuma. Hoy quería enseñarles un montón de carteles simpáticos que he encontrado por las calles del DF pero voy a dejar los chistes para otro día. Prefiero que lean <a href="http://blogs.elpais.com/america-df/2012/01/pinche-oficio-chingon.html" target=blank>el <em>post </em>que ha escrito Luis Prados</a>, corresponsal de EL PAÍS en México, sobre 80 valientes que sacan cada día a la calle <strong>el periódico Notiver de Veracruz </strong>denunciando al narco y por tanto jugándose el cuello. Algunos han pagado ya su profesionalidad con la vida. Incluso con las de su familia.<br /><br />En Notiver <strong>no hay lugar para el cinismo </strong>o el victimismo que a veces nos gastamos los periodistas que desempeñamos una labor más cómoda. Está claro que el que sigue ahí es porque aún cree en este "pinche oficio chingón", como dice Luis. Miren las imágenes de la <a href="http://www.flickr.com/photos/29260732@N08/sets/72157628888931069/show/" target=blank>estupenda galería</a> que ha elaborado el fotógrafo Luis Companys. Ahí están: periodistas, técnicos del taller, repartidores... No tienen pinta ni vocación de héroes, pero lo son y solo por hacer bien su oficio, más allá del límite de lo exgible, eso sí.<br /><br />En México <strong>es inevitable hablar de la guerra contra el narco</strong>. Es su faceta más dramática y noticiosa pero afortunadamete esa violencia solo contamina una parte ínfima de lo que sucede. Así que en homenaje a los compañeros de Notiver, que luchan por tener un país normal donde no te peguen un tiro por hacer tu trabajo, otro día hablaremos de los cartelitos.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-67529956965368835272012-01-07T20:34:00.018+02:002012-01-09T18:44:11.079+02:00México a primera vista<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQqxgEbyO0AC3YCDteDRwshCYhWcBMhKQwk7kkzEgSiK8-fsVUF6Uke8Fq9ttGtOrOKZWfrPqYChoe9IX88IMhm_zrzskdr9ZYk2TCREP1d1MDp87NpEqhQ08sY4WZjb8Ggg0Vfv7N23Sp/s1600/zocalo.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 217px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQqxgEbyO0AC3YCDteDRwshCYhWcBMhKQwk7kkzEgSiK8-fsVUF6Uke8Fq9ttGtOrOKZWfrPqYChoe9IX88IMhm_zrzskdr9ZYk2TCREP1d1MDp87NpEqhQ08sY4WZjb8Ggg0Vfv7N23Sp/s400/zocalo.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5694960376348485874" /></a>Tiene mi madre un imán en la nevera que dice: "Nunca tendrás una segunda oportunidad para causar una primera impresión". A <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A9xico,_D._F." target=blank>México DF </a>no le haría falta: <strong>me ha encantado a primera vista </strong>y espero que esta sensación no se evaporen en la temporada que voy a pasar aquí.<br /><br />Lo primero que asombra, aún antes de aterrizar, es su inmensidad: cuando el avión empieza a descender <strong>solo se ve ciudad por todas partes</strong>. México DF tiene el tamaño aproximado de la isla de Gran Canaria, unos 1.500 kilómetros cuadrados, pero toda la zona metropolitana tiene más de 7.000. O sea, que la aglomeración urbana, el terreno cubierto por edificios, sin interrupción, es más extensa que todas las Islas Canarias juntas.<br /><br />Luego no es para tanto. Uno no se pasa el día cruzando la ciudad donde vive, el espacio que de verdad habitamos es reducido y México DF parece tener además <strong>un buen sistema de transportes</strong>. Taxis por todas partes, aunque como todo el mundo te recuerda no conviene pillar los que pasan por la calle (hay riesgo de secuestro, bajo pero lo hay). Y un metro muy seguro que aparentemente funciona bien y cuyo único defecto es que cierra pronto, a las doce de la noche. Lo uso desde el primer día y he podido comprobar la veracidad de una historia que suena a leyenda: en hora punta <a href="transitarhaciaelrespetopoliticasdeproteccionamujereseneltransportepublico-696056" target=blank>algunos vagones están reservados a las mujeres </a>para evitar que las toqueteen.<br /><br />Otra cosa que me gusta de esta ciudad es que se puede caminar, aunque nadie lo hace. Todo el mundo prefiere el carro y si le preguntas a un tipo si se puede ir andando a un sitio, indefectiblemente te dirá que no, que está muy lejos. Pero se puede hacer la prueba. Si la distancia no es enorme y el recorrido (el rumbo, como dicen aquí) no atraviesa zonas conflictivas <strong>uno puede animarse a caminar</strong>, siempre con el teléfono de los taxis a mano por si hay que rendirse a mitad de trayecto. Y luego te sorprendes muchas veces de lo (relativamente) cerca que están algunos sitios. Los paseos se hacen además muy agradables por tres cosas: el terreno es llano, el clima excelente y bastante fresco (a mí me recuerda al de La Laguna, en Tenerife), y el paisaje urbano (y sobre todo el paisanaje) fascinante. A ratos espantoso, pero fascinante.<br /><br />La altura (2.300 metros) tampoco es problema. <strong>Marea un poco los primeros días</strong>, pero luego uno se acostumbra, e incluso se hace más fuerte, como aquellos ciclistas colombianos que entrenaban en los Andes y luego venían a Europa a ganar todas las carreras.<br /><br />Decía Buñuel en su estupendo libro de memorias <a href="http://www.casadellibro.com/libro-mi-ultimo-suspiro/9788497595049/888865target=blank"><em>Mi último suspiro</em></a> que le gustaba la regularidad y los lugares que ya conocía. "Cuando voy a Toledo o a Segovia, sigo siempre el mismo itinerario. Me detengo en los mismos sitios, miro, como las mismas cosas. Cuando me ofrecen un viaje a un país lejano, a Nueva Delhi, por ejemplo, rehúso diciendo: ¿Y qué hago yo en Nueva Delhi a las tres de la tarde?". Coincido en parte con mi paisano, <strong>me encanta seguir rituales urbanos</strong>: en Madrid hacía todos los sábados idéntico recorrido, que concluía en la piscina de La Latina hasta que la cerraron. Cuando llego a Santa Cruz, mi <em>suidad</em>, no me siento aterrizado hasta que la paseo de arriba a abajo, por las mismas calles, y termino leyendo el periódio y tomando una cerveza y unas aceitunas en el mismo sitio. No concibo pasar un día en Busto de Bureba sin bajar a tomar el vermut y sin dar el paseo de la tarde.<br /><br />Pero a diferencia de Don Luis, sí que me gusta conocer lugares lejanos, <strong>exportar allí mis manías</strong> y colonizarlos con nuevos rituales. La primera tarde que estuve en México DF tomé un taxi (hoy sé que podría haber ido andando) hasta el Zócalo, la plaza central, una de las más grandes de mundo, y di por allí un buen paseo. Era 5 de enero y el ambiente era formidable: los niños lanzaban al aire globos que llevaban atadas sus cartas a los Reyes (una costumbre preciosa) y participaban en <a href="http://excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=799887&seccion=navidad&cat=394" target=blank>un montón de actividades </a>organizadas por las autoridades imitando las Navidades de otras latitudes.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiailht8kOK0ZEZ0w2Fn3RCIfVcn-BwBIt1mi_stKEKkmuOoFdT712lbNfqvk0N9hyOkZrkvaZO-3u44jQjIY_yUQW1vmSaT40HIN3uPARotroKBogrEsf9c3HgxVsTp5dwZI2wCjiY2W6/s1600/va.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 196px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiailht8kOK0ZEZ0w2Fn3RCIfVcn-BwBIt1mi_stKEKkmuOoFdT712lbNfqvk0N9hyOkZrkvaZO-3u44jQjIY_yUQW1vmSaT40HIN3uPARotroKBogrEsf9c3HgxVsTp5dwZI2wCjiY2W6/s400/va.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5695548588883135570" /></a><br />Unos patinaban en una gigantesca pista de hielo; otros, en un recinto acristalado, se enfrentaban <a href="http://www.realsnow.com.mx/" target=blank>en una batalla de bolas de nieve artifcial </a>divididos entre dos equipos de cascos rojos y azules. Familias enteras hacían cola para sacarse una foto gratis ataviados con una gorro de Papa Noel o unos cuernos de reno (y tengo que confensar que yo mismo, que había salido sin cámara y quería tener un recuerdo de ese día, <strong>también me saqué una </strong>que por pudor no exhibo).<br /><br />Entré en la catedral, recorrí toda la plaza, enfilé la calle Madero, desde hace poco peatonal, y llena de comercios y de artistas callejeros, y acabé en un bar de una calle lateral donde unos tipos destrozaban el buen concepto que tengo del karaoke. Aún no me he fabricado aquí ningún ritual definitivo <strong>pero ya se va perfilando</strong>. Si vienen por el DF y no tienen mi teléfono acérquense al Zócalo. Si ese día no trabajo es probable que me encuentren husmeando por allí, de un lado para otro o en una cantina de los alrededores leyendo el diario, charlando con camareros y clientes (otra cosa que me encanta) y tomando una <em>chelita </em>(cerveza mexicana helada). A su salud.<br /><br />Foto: <a href="http://www.flickr.com/photos/linkogecko/4350386884/" target=blank>Lincogecko (Flickr)</a> | <a href="http://www.realsnow.com.mx/" target=blank>Realsnow</a>Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-64469912450680148622011-12-08T02:36:00.005+02:002011-12-08T02:40:24.508+02:0039Cada 4 de diciembre escribo sobre el número de años que cumplo. Este año voy con retraso y no sé si tendré tiempo de hacerlo. Pero quiero celebrar mi cumpleaños con este cuadro, que es una fiesta a la que hay invitadas exactamente 39 personas (pincha la imagen para verla más grande). Gracias a todos y en especial a mi hermana Bea y a Marta, que me prepararon la sorpresa. El regalo me ha emocionado.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2a6gt18I95huDxDWy1zmiPgEvGJgLM6uO7-vN0xflJjSn8UkOxzLPoHVMn3XL-5pmJllBdsvxD4BdHNMJ2oDOmQUE2ZrmHnHqDlnJTWdIjx3h9Q_JXtCailzZ3sNt418QKEW_bHaLBJG6/s1600/la+foto.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 257px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2a6gt18I95huDxDWy1zmiPgEvGJgLM6uO7-vN0xflJjSn8UkOxzLPoHVMn3XL-5pmJllBdsvxD4BdHNMJ2oDOmQUE2ZrmHnHqDlnJTWdIjx3h9Q_JXtCailzZ3sNt418QKEW_bHaLBJG6/s400/la+foto.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5683550059532494530" /></a>Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-31812896392697592632011-11-11T16:22:00.012+02:002011-11-16T01:40:56.848+02:0011/11/11 Curioso pero no tanto<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhngnXWJ5MJ6SuNho1HKrnwfs5Igh9W5y7o4780uBV0UC9amha6H606yoTYSjgiAKw5gD4I37YFZ5fUTDrZOJotTIMvhkcjLPc0YS2heVRKTSADKR2ey5M3rh5tgTROYq21_PIbqAVfr_MV/s1600/11.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 140px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhngnXWJ5MJ6SuNho1HKrnwfs5Igh9W5y7o4780uBV0UC9amha6H606yoTYSjgiAKw5gD4I37YFZ5fUTDrZOJotTIMvhkcjLPc0YS2heVRKTSADKR2ey5M3rh5tgTROYq21_PIbqAVfr_MV/s200/11.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5673760607984771186" /></a>Hoy es 11 del 11 del 11. Una circunstancia que está generando multitud de comentarios en las redes sociales (<a href="https://twitter.com/#!/search/%22Feliz%2011%2F11%2F11%22" target=blank>Feliz 11/11/11</a> y <a href="https://twitter.com/#!/search/%22Today%20is%2011%2F11%2F11%22" target=blank>Today is 11/11/11</a> están ahora mismo entre los temas más comentados en Twitter) y en los medios de comunicación (ha sido uno de los titulares con los que ha abierto el Telediario 1 de TVE) y que está provocando el regocijo de los amantes de las coincidencias, los números mágicos la cábala, las profecías milenaristas y las curiosidades pseudocientíficas en general. La fecha, hay que reconocerlo, es curiosa. <span style="font-weight:bold;">Pero tampoco hay que pasarse</span>. Es cierto, como han dicho en televisión, que solo hay un 11/11/11 cada siglo (igual que solo hay un 4/12/72, por cierto) pero también es verdad que en un periodo de cien años hay bastantes días al menos tan peculiares como esta. ¿O no les suena haber vivido ya esto de que "hoy estamos viviendo una fecha que solo se repite cada nosecuanto"?<br /><br />Veamos. Si lo curioso es que la cifra está compuesta solo por unos resulta que sin salir de este año tenemos otras tres fechas que cumplen la condición: el 1/1/11, el 11/1/11 y el 1/11/11. Habrá quien diga entonces que esos números no son tan redondos porque hoy se repite el mismo (el 11) exactamente tres veces. De acuerdo, pero el año pasado tuvimos el 10/10/10. Y si nos gusta menos porque está compuesto por dos cifras (1 y 0) recordaré que hace dos años vivimos el 9/9/9, hace tres el 8/8/8, hace cuatro el 7/7/7... Y hace 12 años vivimos el 9/9/99... y hace 22 el 8/8/88. A quien alegue que en realidad debería decirse 08/08/88 le recuerdo primero que el cero antes de un número nunca valió nada (hasta la llegada de los relojes digitales) y segundo que si nos ponemos exquisitos, este año tampoco está compuesto solo por unos, <span style="font-weight:bold;">porque su nombre completo es 2011.</span><br /><br />Ni siquiera, lo siento, es la única fecha del siglo que tiene seis números iguales porque al menos hay otras dos: el 22/2/2022 y el 22/12/2022 aunque, lo reconozco, tienen por medio otros números como el 0 y el 1 que los convierten en "menos puros". Es verdad que la fecha de hoy es además capicúa, pero también lo ha sido, usando además el año completo y haciendo que valga el cero antes de un número, el 11/02/2011. A mí de los últimos tiempos la coincidencia que me ha parecido más curiosa fue la que se produjo allá por agosto de 2009, cuando poco después del mediodía del día 7 fueron las <span style="font-weight:bold;">12h 34m 56sg del 7/8/9.</span> Pero si me pongo a pensar seguro que descubro que tampoco fue tan especial.<br /><br />La fecha que sí merece todos mis respetos, la absolutamente redondísima, compuesta por ocho unos seguidos, fue la del 11/11/1111. A esa sí que no se le pueden poner objeciones. El problema es que en aquellos tiempos la mayoría de la humanidad no usaba el calendario juliano (el imperante en la cristiandad) y de los que sí se regían por él la mayoría no sabía leer ni escribir, <span style="font-weight:bold;">ni mucho menos el año en el que vivía. </span>Así que habrá esperar al 2222 -si llegamos- para celebrar una coincidencia parecida, aunque como no hay mes 22 la cifra tampoco será tan redonda. Ah, y por cierto: hoy no se cumplen 900 años de aquel 11/11/1111 porque <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Calendario_gregoriano" target=blank>con el cambio del calendario juliano al gregoriano</a> se le quitaron días al año y así por ejemplo en España, que lo adoptó en 1582, al 4 de octubre aquel año le siguió el 15 de octubre. De forma que faltan, otra coincidencia para los amantes de estas cosas, once días para el aniversario.<br /><br />Dicho sea todo lo anterior sin considerar que la fecha es peculiar solo para los que usamos el citado calendario gregoriano, porque como recuerda <a href="http://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/ha-llegado-el-111111-pero-tranquilos-hoy-tampoco-se-acaba-el-mundo/" target=blank>Alfred López en su blog en <span style="font-style:italic;">20 minutos</span></a>, para los judíos la fecha de hoy es la del 14 de Jeshvan del 5772, para un musulmán estamos en el 14 Dhul-hijja 1432, el calendario persa nos indica que es 20 de Aban de 1390 y para los informáticos que utilizan Excel hoy es el 40858 (PC) o el 39396 (MacIntosh). Ni siquiera creo que seamos mayoría los que <span style="font-style:italic;">celebramos</span> esto de los seis <span style="font-style:italic;">unos</span>, porque los hindúes están algo así como en el 1922 y los chinos en el 4708.<br /><br />Ya lo ven, es un día curioso, e incluso muy curioso, pero tampoco único ni mucho menos universal. Lo que sí es cierto es algún 11/11 resultó muy importante, pero por los acontecimientos que en ella se produjeron, no por la supuesta magia de los números. Un 11/11 y además a las 11 de la mañana (pero eso sí, de 1918) <span style="font-weight:bold;">entró en vigor el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial.</span> Por eso hoy se celebra en Francia o Bélgica <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_del_recuerdo" target=blank>el día del Recuerdo</a>, en Polonia el día de la Independencia y en Estados Unidos el día de los Veteranos. Eso sí que fue una fecha histórica.<br /><br />Foto: <a href="http://www.flickr.com/photos/maret1983/" target=blank>MaretH (Flickr)</a>Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-92222615855822671912011-11-02T01:45:00.007+02:002011-11-03T04:07:58.476+02:00Gente de Hierro<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg-Ba4B5PoKC7qz8lenYXf7tNsiJ6IgzlYelGl2QZ3u9Vf6NK9UpEPix9gNt2Nj_tu6D-OzOuIxsBwaymtxmtQBDJ_3GZPfWn__C9d_LA7TGh4atHaOzyuTSuQXOA5RR2RmaUKhM4NibUr/s1600/gente.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 255px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg-Ba4B5PoKC7qz8lenYXf7tNsiJ6IgzlYelGl2QZ3u9Vf6NK9UpEPix9gNt2Nj_tu6D-OzOuIxsBwaymtxmtQBDJ_3GZPfWn__C9d_LA7TGh4atHaOzyuTSuQXOA5RR2RmaUKhM4NibUr/s320/gente.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5670178154859736242" /></a>He vuelto hace unos días de El Hierro. Me fui allí a pasar un fin de semana con ganas de descubrir la isla, que para mi vergüenza nunca había visitado, y sobre todo con <span style="font-weight:bold;">una gran curiosidad por vivir esa crisis sísmica</span> que desde julio tenía en alerta a sus habitantes. No fue una cuestión de morbo. Tampoco diré que "me hervía la sangre de periodista" ni ninguna otra de esas frases de vergüenza ajena que decimos los de este gremio cuando nos ponemos solemnes. Sí es cierto que llevaba mucho tiempo aburrido en la redacción y me apetecía encontrarme de frente con una noticia en vez de cocinar las de los demás, una actividad también muy digna pero que puede cansar si se realiza durante casi 14 años. Pero la palabra que mejor define el impulso que me llevó a comprar entradas para una erupción volcánica en mis días de vacaciones es esa expresión tan querida por mi abuela Altagracia: simplemente la "novelería".<br /><br />Una amiga dice siempre que tenemos que formular nuestros deseos al Universo y luego poner algo de nuestro lado para que se cumplan. Suele funcionar, incluso a veces el Universo se pasa un poquito. Yo le pedí que pasara algo en El Hierro, para vivirlo y contarlo, pero nada demasiado grave, porque no me gusta que la gente sufra, porque no tengo alma de corresponsal de guerra y porque aunque la tuviera que la reprimiría mientras tenga madre. Y el Universo me devolvió<span style="font-weight:bold;"> 14 días seguidos de trabajo intenso</span>, apasionante y ya al final abrumador. La historia de la erupción la conté en mis crónicas, de las que estoy muy orgulloso y que <a href="http://www.elpais.com/buscar/bernardo-marin">se pueden leer aquí</a>. Pero hoy no quiero hablar del tremor volcánico, ni de peces muertos, ni del túnel, sino de algo que me llamó la atención más hondamente y desde el principio: la gente que encontré El Hierro.<br /><br />Al periodista Javier Valenzuela le oído alguna vez ironizar sobre como de casi cualquier sitio se puede ponderar la "simpatía de sus gentes", "la variedad de sus paisajes" y la "la riqueza de su gastronomía", frases espantosamente manoseadas en las guías de viajes. Sé también que es un tópico alabar a los habitantes de los lugares más humildes y apartados. Los <span style="font-style:italic;">brokers</span> de Wall Street pueden o deben ser unos capullos, pero en una aldea india solo encontraremos gente sabia, transparente, sin ego: si hay algún atravesado será culpa de las malditas circunstancias que le han tocado vivir. Por eso quizá me cueste convencerles de que <span style="font-weight:bold;">la bondad de la gente de El Hierro no es lugar común</span>. Pero me impresionó tanto que voy a intentarlo.<br /><br />En el colegio me enseñaron que la isla de El Hierro era la única de Canarias que había sido conquistada sin violencia. En 1405 llegó por allí Jean de Bethencourt y sus primitivos habitantes, los bimbaches, lo dejaron entrar sin apenas resistencia. No eran muchos para rebelarse, es cierto, pero quizá también recordaban la profecía de un sabio que años atrás había vaticinado que su dios llegaría por mar en una especie de casa flotante. Los pobres pagaron cara su candidez y el conquistador normando, después de prometerles protección, los hizo a todos esclavos. No tengo muy claro que los habitantes actuales de El Hierro sean descendientes de los antiguos. Es más, estoy casi seguro de que no lo son. Pero de alguna forma misteriosa esa hospitalidad -"pase, señor Bethencourt, póngase cómodo y tome lo que quiera"-, <span style="font-weight:bold;">esa gentileza que en algunos casos llegaba a una asombrosa falta de malicia se ha transmitido a través del tiempo</span>. O ha sido así, o he tenido una suerte tremenda con la gente que me he encontrado.<br /><br />Uno de los grandes retos que tiene el reportero que llega a un lugar desconocido es conseguir que la gente hable. Más difícil aún es lograr que hablen sabiendo que uno es periodista: tenemos mala fama y algo de culpa tendremos en ello. En El Hierro esa dificultad se evaporaba. Bastaba entrar en un bar, saludar, pedir una consumición, mirar a los parroquianos, que naturalmente lo habían mirado a uno primero porque el forastero es la novedad, y pronunciar una frase introductoria en voz alta sobre la conversación que se quería mantener -por ejemplo "a ver si revienta ya el volcán, ¿no?" o bien "qué pena tantos peces muertos"- para tener montada en cinco minutos la tertulia deseada. Y raro era salir del bar sin que algún paisano te hubiera dado su número de móvil -"por si necesita algo"- o incluso ofrecido su casa como alojamiento. No he cubierto muchos acontecimientos pero creo que <span style="font-weight:bold;">pocas veces la prensa ha tenido un acceso tan fácil a gente</span> que, además, estaba viviendo en algunos casos una situación dramática.<br /><br />Vivir en una isla de 10.000 habitantes no tiene que ser fácil. Lo peor de todo tiene que ser la falta de intimidad. Todos se conocen todos tienen una opinión de todos, las cosas apenas se pueden esconder.<span style="font-weight:bold;"> Pero el reverso agradable de esa incómoda dificultad para el anonimato es la familiaridad.</span> En unas horas ya tenía algunos conocidos, con sus números de teléfono almacenados en mi agenda. En un par de días, recibía saludos por las calles, algunos afectuosos, como de amigos de toda la vida. Al cabo de una semana, empecé a establecer parentescos y afinidades: "Entonces si tú te apellidas Álamo, debes ser pariente del de la papelería". O bien: "Ah, tú eres el hijo, de Rosi, claro tu trabajas en Tacorón y tu madre estaba muy preocupada por ti el día que evacuaron La Restinga". Cuando me fui, al cabo de 15 días una buena parte de ese puzzle humano de 10.000 piezas había tomado forma en mi cabeza.<br /><br />Y si estás en familia, <span style="font-weight:bold;">te despreocupas de muchas cosas</span>, naturalmente. El fotógrafo que me acompañaba en mis andanzas por la isla tuvo la mala fortuna de dejarse las llaves dentro del coche en plena evacuación de La Restinga. Así que tras intentar forzar la cerradura no nos quedó otra que romper uno de los cristales del coche para poder obedecer a las autoridades y salir de allí pitando. Luego fuimos dejando trozos de vidrio por toda la carretera, lo cual no resulta muy oportuno cuando se se está procediendo al desalojo de 600 personas, pero eso es otra historia. Lo que sucedió después fue que, a falta de tiempo para repararlo, me pasé diez días conduciendo por la isla sin cristal. Muchas veces dejaba dentro del vehículo mi ordenador, mis móviles y hasta mi cartera. En otros lugares me habrían advertido: "Tenga cuidado". Allí, al contrario, me tranquilizaban: "No se preocupe, aquí no pasa nada". Y, efectivamente, nada pasaba.<br /><br />Lo que empezó como un fenómeno curioso y hasta simpático, la primera erupción en Canarias en 40 años, se está convirtiendo en una pesadilla. El turismo se ha hundido y solo podría recuperarse rápidamente si, como sueñan algunos el volcán se muestra generoso y regala un islote frente a la costa. El buceo y la pesca están paralizados. Y no es fácil vivir tranquilo en días en los que la tierra tiembla más de 100 veces porque el magma está luchando por abrirse paso bajo tus pies. Salvo para periodistas y científicos quizá no sea este el mejor momento para visitar El Hierro. Pero en cuanto la tierra se tranquilice un poco <span style="font-weight:bold;">volverá a merecer la pena el viaje.</span> Aunque la maldita mancha del volcán no nos deje bañarnos. Aunque la niebla no nos permita ver la cumbre. Merecerá la pena solo por dar un paseo en la barca de Fernando. Por animar a Elsa, a su madre y a todo su equipo mientras juegan un partido de bola canaria. Por charlar con Miguel, en su alucinante hotel, el más pequeño del mundo. Por tomar unas uvas con Chiqui, Samara, Liliana e Israel, de vuelta por fin a su casa de La Restinga. O por comer unas papas con Gelmer y filosofar en torno a unos rones hasta las tantas en la taberna de Tasio. Hasta entonces, mucho ánimo a todos.<br /><br />FOTO: Gentileza de <span style="font-weight:bold;">RAFA AVERO</span>Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1990336167782782740.post-17558839079744340702011-09-13T00:13:00.018+02:002011-09-13T02:38:23.521+02:00Una carta del pasadoTengo en casa <span style="font-weight:bold;">algunos tesoros de la infancia</span>. Mi favorito es el diploma que me dieron cuando salí de la guardería, enmarcado en una estantería sobre mi ordenador. Está fechado en el curso 76-77 y dice así: "Se le concede a Bernardo este diploma por su cariño a la naturaleza, sus diálogos elocuentes y el buen concepto que tiene de la amistad". Un retrato en tres pinceladas muy halagador que debo a la directora del centro, Doña Carmen Hernández, gran educadora de ideas revolucionarias de quien me gustaría escribir algún día. No sé si los méritos que enumera son justos pero el mensaje es estimulante: siempre que lo leo me anima a parecerme a ese niño tan pedante que ya con cuatro o cinco años mantenía diálogos elocuentes y se preocupaba por los animales. <span style="font-weight:bold;">Otra de mis joyas es un dibujo de un batalla</span> -me encantaba pintarlas- que cuelga de la pared de mi habitación en Tenerife y en la que dibujé exactamente 10.000 soldados, 7.000 en un bando y 3.000 en el otro. Sí, los fui contando mientras pintaba. Menos mal que mis padres son tipos tradicionales -al final son más comprensivos- porque con unos modernos el dibujo habría acabado en manos de un psiquiatra infantil.<br /><br />Estos objetos son como las joyas de la abuela. Están en casa de toda la vida y me dará mucha pena si las pierdo algún día. Pero hay una alegría mucho mayor que la de contemplar los tesoros que uno ha acumulado: desenterrar uno después de muchos años, como en las novelas de piratas, o aún mejor, <span style="font-weight:bold;">encontrarlo por casualidad</span>. Porque entonces la emoción es inmensa, como si nos desdobláramos y en un túnel mágico a través del tiempo se encontraran el niño que fuimos -miedoso, idealista, ingenuo, asombrado- con el hombre que es, más cínico, indulgente, realista, y solo un poco más sabio.<br /><br />Me pasó el otro día y fue como una descarga eléctrica pero con carga positiva. El tesoro, o más bien una copia, me lo envió por correo electrónico mi gran amiga Marta, compañera del colegio, y llevaba escondido 25 años. Yo ya ni lo recordaba, ella sí pero lo daba por perdido desde entonces. Marta había sido castigada sin ir al viaje de fin de curso de 8º de EGB por motivos que aún hoy desconoce y yo escribí <span style="font-weight:bold;">sendas cartas a su padre y a nuestra tutora</span> para que reconsideraran la decisión. Todos los compañeros de clase las firmaron pero no sirvió de nada. Marta se quedó sin viaje y seguramente se quedó muy triste. Pero la vida a veces es cabrona y a veces generosa y no se imaginaba que el destino iba a compensar un cuarto de siglo después, al menos un poquito, esa tristeza. A regalarle un chute de emoción cuando encontró, traspapelada entre no se qué documentos en casa de su madre, la carta en la que todos los compañeros nos solidarizábamos con ella.<br /><br />Con su permiso publico aquí la carta, escrita en una cuartilla por los dos lados (al pinchar se ve más grande). No voy a ir de niño prodigio pero pensaba que a los 13 años escribía un poco mejor, hay acentos mal puestos por todos lados, repeticiones y la sintaxis es discutible. Me excuso pensando que con el tono solemne perdí la frescura. La letra, para mi sorpresa, es mejor de lo que recordaba y más comprensible que la que tengo ahora. En la cara A del entrañable documento intento conmover al señor Dón (con acento en la o) José Arocha para que levante el castigo a su hija. Algunos argumentos son ahora incomprensibles: no recordamos quienes son esos elementos ajenos a 8º A que querían meterse con "ellas" (en plural), y desconocemos también -aunque parece que Don José Arocha sí lo sabe- los motivos por los que esos otros individuos también se han quedado sin viaje. Luego intento tocar su fibra sentimental (llevamos diez años juntos) y concluyo con una reflexión dramática un poco exagerada: algunos de nosotros nunca nos volveremos a ver. Pero <span style="font-weight:bold;">ni por esas logramos conmover a <span style="font-style:italic;">Dón</span> José</span>.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRw9YM46DbJb2DlCUzHVVZU1lFrGXgTcm6xd0voXe7ZqvdOq0x8YKJE0NxvvO0hVrnt-CnnP1Aw19oHzu2L2cOFS1HmF_T7RhhKKE5vdZQIX1WGh5AcpC2GtRld4qMzANIK_weWbbg-9_0/s1600/carta1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 284px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRw9YM46DbJb2DlCUzHVVZU1lFrGXgTcm6xd0voXe7ZqvdOq0x8YKJE0NxvvO0hVrnt-CnnP1Aw19oHzu2L2cOFS1HmF_T7RhhKKE5vdZQIX1WGh5AcpC2GtRld4qMzANIK_weWbbg-9_0/s400/carta1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5651600254831144706" /></a><br /><br />La cara B me emocionó aún más. Ahí están <span style="font-weight:bold;">las firmas de 37 compañeros de clase</span>, todos probablemente. Algunas son ilegibles, pero ahí leo claramente los nombres de Giuseppe, el de Mariano, el de Pilar, el de Sandra, el de Francisco, el de Miguelito (que firmaba con el diminutivo), el de Miguel Acosta (que firmaba con un apellido), el de Sonia Vega (que firma con los dos), de nuestra querida Laura, de la que nos acordamos con tanto cariño, y los de muchos más...<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5DBarwj-1uM7xvkji8k8NcKvhlphBIDiAflRMHdpHevRrXKYqwFF-9WtLFGW0JbUuubS06X3TEU-W0DZksXBycZ5XoVP0c2TvF25JgNNYrV-XlA9sIaSQfYdhawN3Eikf-gCMdb3DdZgc/s1600/carta2.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 285px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5DBarwj-1uM7xvkji8k8NcKvhlphBIDiAflRMHdpHevRrXKYqwFF-9WtLFGW0JbUuubS06X3TEU-W0DZksXBycZ5XoVP0c2TvF25JgNNYrV-XlA9sIaSQfYdhawN3Eikf-gCMdb3DdZgc/s400/carta2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5651600945822223986" /></a><br /><br />Este verano estuve en París y contemplé el <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Código_de_Hammurabi" target=blank>Código de Hammurabi</a> en el Museo del Louvre. Es un documento único, las primeras leyes escritas por el hombre. Unos meses atrás, en el British Museum de Londres, me impresionó también la<a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Piedra_de_Rosetta" target=blank> piedra de Rosetta</a>, el código que permitió descifrar los grandes lenguajes de la antigüedad. Son dos objetos clave en la historia de la humanidad, esa en la que un hombre, una mujer, tú, yo y los otros somos una parte infinitesimal. Pero en nuestra pequeñez también <span style="font-weight:bold;">somos seres únicos con una historia </span>marcadas por acontecimientos, decisiones grandes o pequeñas y por objetos relevantes. Algunos, por su valor intrínsico, como el documento que acredita un título académico o la hipoteca con la que nos comprometemos por decenas de años. Otros, por su valor sentimental, como esta carta que junto al diploma de la guardería y a la batalla de los 10.000 soldados ocupa ya una vitrina muy destacada en el museo de mi vida.Puesfijatehttp://www.blogger.com/profile/09835702930465840040noreply@blogger.com2