viernes, 29 de octubre de 2010

Minutos musicales: Mis recuerdos

Después de mucho tiempo sin escribir en este espacio y sin ofrecer a mis sufridos lectores uno de mis inefables conciertos, aquí dejo mi homenaje a dos genios. A Federico Fellini, director de Amarcord (Mis recuerdos), la película de su vida, y por eso su mejor película, y a Nino Rota, autor de la banda sonora que aquí interpreto y de otras tan universales como El Padrino, La dolce vita o El Gatopardo.

Amarcord es una película maravillosa, el En busca del tiempo perdido de Fellini, aunque he constatado que curiosamente gusta muchísimo menos a las mujeres que a los hombres. Tal vez porque sólo un varón puede entender y ser cómplice de las muy íntimas confesiones del director de Rimini. De Nino Rota diré lo que ya he dicho alguna vez: que es uno de los mejores en un género, las bandas sonoras, que ha dejado gran parte de la mejor música del siglo XX.

En cuanto a mi interpretación, mis seguidores constatarán que he mejorado algo pero sigo inseguro y que doy alguna nota falsa: una muy clara casi al final, cuando ya andaba yo confiado. Como siempre, prometo mejorar. Y prometo escribir con algo más de regularidad. El próximo post, ya me comprometo, hablaré de Benarés (India) -ahora Varanasi- de donde volví hace unos días. Un manicomio al aire libre, como me dijo una española que pasa allí medio año. No faltarán en mi relato cadáveres flotantes, gurus del Jainismo, un tráfico de locura y un comerciante llamado Manolito. Les mantendré informados.

jueves, 7 de octubre de 2010

Por qué me cae bien Vargas Llosa


Hoy le han dado el Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, la noticia más inesperadamente esperada que recuerdo. Llevamos los 13 años que hago en enero en el periódico preparándonos para este momento, anticipando coberturas especiales, falsas aperturas, documentación variada... y el día en que se produce nos quedamos boquiabiertos. Fue el sueco decir "Magio Vagas Llosa", fue repetirlo un servidor y quedarnos paralizados durante un minuto los siete u ocho que estábamos en la mesa central del digital. Era tan creíble que no nos lo podíamos creer. Luego reaccionamos y creo que la cobertura ha quedado estupenda. Vargas Llosa escribe en nuestro diario y le hemos hecho el mejor homenaje que se ha visto hoy en la web mundial.

Y ahora paso del autobombo colectivo al individual. He tenido la suerte de tratar en cuatro o cinco ocasiones con Vargas Llosa y he escrito para Eskup, la red social de EL PAÍS, 15 mensajitos -como máximo admite 280 caracteres- contando algunas anécdotas que viví con el escritor. Enlazaría a mi Eskup, pero si escribo algo después, se va a perder este relato, así que los copio para ustedes. Perdonen la redacción, pero es difícil ajustarse a una métrica tan estricta.

1. Sobre Vargas Llosa. He tenido la suerte de tratar a Mario Vargas Llosa varias veces y en circunstancias variopintas. Así que he recopilado un pequeño anecdotario personal sobre el Nobel. Atentos, que empiezo con las historias.

2. Conversación en la catedral. Conocí a Vargas Llosa en la catedral de Burgos. Él paseaba con su mujer y mientras admiraba el templo decía "es deslumbrante". Como buen mitómano me acerqué y le dije que me gustaban mucho sus libros. Me atendió con su amabilidad habitual...

3. La lata de gasolina... [habitual porque luego lo he comprobado], me dio las gracias y para mi sorpresa, empezó a contarme que se le había estropeado el coche en una carretera de Burgos y había tenido que ir andando por el arcén unos kilómetros hasta la gasolinera más cercana..

4. Juan Cruz, el ominpresente. Como vi que el hombre me hablaba con confianza le comenté que era pariente de Juan Cruz, entonces su editor. Mario y Patricia estallaron en una carcajada. "A donde no llega Juan Cruz manda un emisario", sentenció el escritor.

5. Cocido en Lardhy. La siguiente vez que coincidí con Vargas Llosa tiene fecha: 12 de marzo de 2000. Ese día, el mismo en que Aznar logró la mayoría absoluta, me colé a comer un cocido en Lardhy con el escritor. También estaba su hijo, Álvaro...

6. Un apoyo razonado. Vargas Llosa estaba muy contento por el inminente triunfo del PP, partido al que había apoyado. Defendía a Aznar pero no como un hooligan, sino de una manera razonable: apelando a los logros económicos del entonces ministro, Rodrigo Rato. Casi me convence...

7. A buscarlo al aeropuerto. Otra vez me tocó ir a buscarlo a Barajas. Limpié mi viejo Polo, normalmente impresentable, y me dispuse a recogerlo. A úlima hora la editorial pensó, con buen criterio, que merecía un mejor recibimiento y acabé acompañando a un chófer en un Mercedes...

8. Un tipo sencillo. Sinceramente, creo que no le hubiera importado un pito viajar en mi coche. Me da la impresión de que es un tipo muy sencillo en un mundo de egos desorbitados. Y si no lo es, lo disimula muy bien, lo cual es síntoma de una gran inteligencia...

9 ...y un tipo que escucha. Pero lo que más me ha admirado de él las cuatro o cinco veces que le he tratado es que te escucha. Le cuentes lo que le cuentes y seas quien seas, te escucha. O al menos, lo finge, lo cual es de agradecer.

10. Volvemos a Barajas. Bueno, total, que fui con el chófer al aeropuerto y luego no cabían todas las maletas que traían él y su mujer en el coche. Así que Patricia se fue en el Mercedes y yo cogí un taxi con Mario. ¿De qué se habla en un taxi con Vargas Llosa?...

11. En el taxi... pues por ejemplo, de fútbol, tema universal e inagotable. Algunos escritores, incluso los Nobel, tienen las mismas pasiones y aficiones que la gente corriente, aunque sus ideas suelen ser más interesantes. Ese día jugaban, casualmente, el Madrid y el Barça...

12. Al Bernabéu. "No puede ser un mal partido", dijo Mario. Y se equivocó a medias, porque fue regular. Tuvimos la suerte de comprobarlo en el campo, con dos entradas que nos dio Alfaguara, a la que nunca agradecerá lo bastante ese detalle. Así que nos fuimos para el campo...

13. Vuelta al campo... aún conmocionado porque ETA acababa de explotar un coche bomba allí. Nos equivocamos de puerta y tuvimos que dar la vuelta al estadio. Me puso la mano en el hombro y dijo: "tú me guías". Y así yo abría camino y él iba respondiendo a quienes le saludaban...

14. "Don Pedro Vargas". El último obstáculo antes de llegar al asiento era un tipo de una televisión local que le acercó la alcachofa y dijo "¡Don Pedro Vargas Llosa!". "Debe ser mi hermano", le respondió Mario, "a la salida le cuento algo". Y es que el partido había empezado...

15. Y gol de Raúl... y llegamos justo para ver un golazo de Raúl. El Madrid, eran otros tiempos, se clasificó para la final de Champions pero no pude averiguar si Mario iba con los blancos o con el Barça. Basta de rollos y resumo con lo que ya dije: un Nobel sencillo que te escucha.