miércoles, 26 de enero de 2011

Un actor de carácter


He debutado como actor. No creo que me vayan a dar el Goya por ahora pero estoy bastante orgulloso del asunto. Verán, querían rodar un anuncio para promocionar el periódico -el que sale cuando pinchan ahí arriba- y eligieron los actores entre los periodistas. Mis hermanas, que me quieren o me hacen la pelota, dicen que me escogieron por guapo y les dejo que se hagan la ilusión. Pero la verdad es que tengo buenos contactos en márketing, donde hicieron el cásting. En el colegio mayor me dieron un consejo de oro: no importa tanto que te lleves bien o mal con el director pero sé siempre amigo del de la puerta y del de la cocina. Así he hecho en todos los sitios, también en el periódico. Pero aquí he añadido un tercer aliado necesario: la gente de markéting, un departamento lleno además de personas estupendas. Y me ha servido: para estrenarme ante la cámara bajo la dirección de Nacho Vigalondo, el tipo del pijama en el spot, que ha sido candidato al Oscar con un corto.

Gente que ha hecho carrera de éxito en el cine ha arrancado con papeles no mucho más lucidos. Obsérvese en el vídeo de abajo el primer papel -con frase- de Harrison Ford en una peli de 1966 que en España se llamó Ladrón y Amante. Mi "va a haber una rueda de prensa" no tiene nada que envidiar a su martilleo preguntando por el señor Ellis. Lo que sí reconozco es que, además de por buen actor, a él quizá sí le pillaron por guapo.



No tengo una gran vena artística, aunque de pequeño sí me gustaba hacer obras de teatro. Pero más como guionista y director que como actor. En 1981, hace 30 años, preparé en el colegio una representación sobre el golpe de Estado del 23-F. He perdido el guión, que mi madre multiplicó con aquello del cliché, porque no había fotocopiadoras, pero recuerdo que era una sola hoja. En una cara Don Dionisio, nuestro profesor de entonces, de quien prometo hablar pronto, escribió "muy agudo". Y en la otra: "Muy obtuso". Yo hacía de Felipe González y, modestia aparte, la obra tuvo un gran éxito: se representó en varias clases siempre entre aplausos. También montaba pequeñas obras con mis hermanas y con todo el que pescaba despistado para divertir a las visitas que venían a casa. El resultado fue que al poco tiempo mis padres se quedaron sin apenas vida social. Tampoco les importó mucho, son gente de costumbres apacibles.

Tres décadas después he vuelto a disfrutar con este mini papel. Podría decir que me da mucha vergüenza -lo cual es cierto, no me he podido ver más que una vez-, que lo hago fatal -que creo que no-, que ha sido una encerrona... pero a ustedes no les puedo mentir. Estoy orgullosísimo de que mi madre me pueda ver en la tele y de presumir ante mis 521 amigos de Facebook -el día que haga limpia se van a enterar- de mis tres segundos de fama. Lo único que no me agrada de este anuncio que he rodado es pensar que hay un montón de actores y actrices en el paro, buscándose la vida, matándose por trabajar en papeles tan sencillos como el que me han dado. Lo digo de verdad, me parece una estafa usurpar un trabajo que no es el mío, para el que no estoy preparado y que es muchísimo más difícil de hacer de lo que parece.

A ellos les pido disculpas por mi intrusismo. Y a los televidentes que me hayan visto también les pido disculpas por colarme en su casa sin avisar. La próxima vez prometo tocar a la puerta.

lunes, 17 de enero de 2011

Mujeres de vida alegre


Uno de mis propósitos de Año Nuevo fue escribir más en este blog. Como el resto de propósitos, no lo estoy cumpliendo, pero hoy haré una excepción. Sé que prometí un post sobre Benarés hace tres meses pero tendrá que esperar. Porque voy a hablar de un sitio más cercano, de una casa que está en la calle de Alcalá, en Madrid, y de un cartelito que tiene en la puerta.

Decir que uno vive en la calle de Alcalá es no decir nada porque la vía -la antigua carretera hacia Alcalá de Henares tiene 800 números que van desde el palacete que forma con Gran Via la esquina más cara de España hasta casitas bajas pasado Ciudad Lineal que juguetean con la demolición. En una de estas vivendas modestas, cerca del metro de Suanzes, encontré este letrero en la puerta. No se ve muy bien, poque la barra tapa siempre un trozo, pero dice algo así: "Aquí ya no viven mujeres de vida alegre. Aquí vive una familia, así que tengan un respeto".

Me imagino, por el cabreo que transmite el letrero, que esta familia habrá tenido que soportar a más de un noctámbulo borracho aporreando la puerta en busca de un burdel. Se comprende, pues, el mosqueo. Lo que no entiendo, por mucho que se use habitualmente, es la expresión "mujeres de vida alegre". O mejor dicho, la entiendo pero me deja pensando.

Las mujeres han estado secularmente supeditas al hombre y hasta el siglo pasado no se produjo, parcialmente y sólo en algunas zonas del planeta, una liberación femenina, sin duda el gran fenómeno sociológico de las últimas décadas y uno de los más importantes de la historia porque trajo la mayoría de edad a la mitad de la población. Hasta entonces las mujeres llevaban una vida bastante más dura que la de los hombres. Podemos idealizarlas pero ninguna chica actual soportaría más de una semana la vida de su bisabuela, salvo que hablemos de una bisnieta de la duquesa de Alba.

Entonces, quizá con un punto de envidia disfrazada de moralidad y mezclada con ignorancia disculpable, se entendía que alguien hablara de esas "mujeres de vida alegre". Pero hoy sabemos que, ahora y también antaño, pocas mujeres han tenido en general una vida más triste que a las que se refiere el cártel. ¿Mujeres de vida alegre? Ojalá lo fueran todas, en el sentido literal del término. Y hombres de vida alegre y niños de vida alegre... No sé, tal vez el letrero lleve ahí desde el siglo XIX.

sábado, 1 de enero de 2011

Feliz 2011

Un fragmento de la marcha Radetzky para dar la bienvenida al año. Para mí 2010 ha sido estupendo pero no encuentro mucha gente a mi alrededor que opine lo mismo. Así que les deseo un 2011 tan feliz como lo fue para mí el año que concluye.

Entre mis propósitos de Nochevieja está tomarme en serio la música y practicar muchísimo más. Lo conseguiré. En 2010 demostré que tengo una sólida fuerza de voluntad: dejé de morderme las uñas de un día para otro después de treinta y tantos años de vicio. Así que lo del piano va en serio. Lo siento por los vecinos.