lunes, 23 de enero de 2012

Cartelería mexicana

Como me paso el día buscando piso (crucemos los dedos, creo que ya he pillado uno) me paso el día mirando para las paredes. Y casa no encontraré, no, pero divertirme me divierto mucho. Hoy lamentaba estar perdiendo días y días sin leer todos los libros que tengo que leer y sin visitar los museos, los restaurantes o las iglesias de esta ciudad maravillosa cuando me di cuenta de que mirar carteles (los de las inmobiliarias y de rebote también los otros) también es una manera de conocer un lugar. Y que uno puede aprender muchísimas cosas de un sitio por las cosas que sus vecinos cuelgan en sus muros y ventanas. Y ese pensamiento me consoló.

Así que como no tengo grandes cosas que contarles del Castillo de Chapultepec o del Museo Arqueológico les voy a presentar una selección de tres letreros, tres, encontrados por las paredes de esta enorme ciudad. Tres para no aburrirles. Y les voy a otorgar mis medallas personales de oro plata y bronce de la cartelería mexicana.

Ahí van mis favoritos.

Medalla de bronce



Este cartel puede verse en la mayoría de garajes de México DF. Me encanta por su tonillo amenazante ajeno a cualquier corrección política. En España estos letreros dicen "avisamos grúa". Pero aquí parece que consideran más efectivo tomarse la justicia por su mano. Y sí, será menos civilizado pero la ley de la selva es más efectiva. Yo me arriesgaría a dejar mi coche aparcado frente a un párking en Madrid pero en esta ciudad me lo pensaría dos veces.

Medalla de plata



Alfred Hitchock desancosejaba rodar con niños y con perros. Pero nada desanima a este fotógrafo de la calle Arcos de Belén especializado en retratar nenes y nenas, que ya es tener moral. La clave de su éxito: la paciencia del santo Job.

Medalla de oro



A mí este cartel me parece delicioso pero igual es debilidad personal por mi afición a las matemáticas. En el metro de México -que por cierto me da la sensación de que es muy seguro y funciona de maravilla- éste es el letrero que informa de las tarifas. Y uno empieza a leer: "Un billete, tres pesos, dos billetes seis pesos, tres billetes nueve pesos..." Y uno sigue leyendo esperando que al comprar una cantidad mayor de tickets haya alguna rebaja... pero no... "15 billetes 45 pesos... 37 billetes 111 pesos..." y así hasta "50 billetes 150 pesos". No sé si alguien ha comprado alguna vez 50 billetes juntos, pero sí que ya puestos podían haber seguido hasta "20.137.1523 billetes [uno para cada habitante de esta aglomeración urbana] 60.411.4569 pesos".

Para mí que como no hay máquinas expendedoras y en las taquilla se forman colas tremendas las autoridades han decidido que los ciudadanos repasen mientras esperan la tabla del tres. Por cierto, tres pesos son 18 céntimos: el metro es baratísimo. Pero me cuentan que unos carteles -que yo no he visto, y ya es raro- informan o informaban a los ciudadanos del coste real de un viaje en el suburbano (naturalmente muy superior) para concienciar del esfuerzo económico que suponía para la comunidad mantener ese servicio a ese precio. Me parece una idea muy buena para todos los servicos públicos en esta época de crisis: antes de imponer el copago, informar a la gente de lo que cuesta lo que creemos gratis o casi.

Es tarde y me voy a dormir. Otro día les cuento qué sentido tiene la siguiente serie númerica 426-590-400-572-382-378-374-532... (¡ni intenten encontrarle una lógica, no lo lograrán!) y cómo es posible que una calle se llame de manera diferente en la acera (aquí dicen banqueta) de la derecha y en la de la izquierda. Buenas noches.

1 comentario:

Andrés dijo...

Estupendo el del fotógrafo, primo. En cuanto a lo de la ley de la selva... funciona mejor en el corto plazo, como mucho. Y el problema es que cuando la gente tiene la sensación de que el Estado no funciona, los débiles recurren al amparo de los fuertes para que se cumpla la ley de la selva y ese es el comienzo de todas las mafias. En Italia, en México o donde sea. La secuencia del comienzo de 'El Padrino', la del dueño de la funeraria que empieza diciéndole a Don Vito 'I believe in America' para luego pedirle que asesine al ex novio de su hija, es ejemplar en ese sentido.

Y en cuanto a lo de los carteles, a mí me llamó mucho la atención que en el metro de Ciudad de México cada estación tiene su logotipo particular, una imagen esquemática relacionada con el nombre de la parada. Lo comenté con un lugareño y me explicó que eso se hizo para la gente que no sabe leer pueda reconocer donde les toca bajarse... Tremendo.

Y lo de que los trenes del metro tengan ruedas con neumáticos también me pareció bien curioso.

¡Y qué envidia me das con todos esos puestos ambulantes de zumos riquísimos por cuatro duros a tu alcance!