viernes, 3 de julio de 2009

Se casa Hugo

Este fin de semana se casa en Zafra (Bajadoz), o Zafra y Cisjordania, como dice su madre, mi amigo Hugo. Él sabrá lo que hace. Y seguro que hace muy bien, porque su novia María es muy buena chica. Así que toca rendir homenaje a este hombre, hoy respetable farmacéutico. Y alabar un amigo de toda la vida -lo conozco desde hace 32 años- ya saben lo que es: con la excusa de hacer un retrato entrañable del personaje uno se dedica a sacar trapos sucios. Uno tras otro.

A Hugo lo conocí en el antiguo Hispano Británico, allá por la Cuesta Piedra, donde nos gobernaba con mano de hierro la señorita Nelly. Siempre fue muy buen chico, aunque hay un episodio oscuro en sus primeros años de colegio que no me resisto a recordar. En primero de EGB me sobornó durante semanas para que le llevara juguetes bajo la amenaza de contarle a la señorita que le había dado una patada en clase de judo. Cuando se descubrió el pastel en clase hubo bronca para los dos: a él por chantajista, y a mí por dejarme chantajear: así era el régimen disciplinario en el cole. Luego se convirtió, decididamente, en un buenazo. Y por eso nos metíamos tanto con él dándole golpecitos en las orejas, que tenía un poco prominentes.

Hugo era y es un tipo muy inteligente. Pero no sacaba buenas notas porque no le daba la gana. Alguna vez dejó preguntas sin contestar en un examen para salir antes a jugar al baloncesto: sabía que con las que había respondido ya tenía el aprobado. En inglés, sí era bueno, de notable por lo menos, porque para eso había estado en Inglaterra. Y por eso cuando lo de las Malvinas se puso de lado de los británicos. Pero aún así no podíamos jugar a la guerra en el recreo, porque era él sólo defendiendo al Gobierno de Thatcher contra el resto de la clase.

Destacaba mucho en gimnasia: era un gran corredor de fondo. Una vez, y esto me lo ha recordado hace poco, apostó conmigo a que llegaba a su casa corriendo antes que la guagua del colegio. Él vivía a kilómetros del colegio, eso sí, cuesta abajo: para los que conozcan Tenerife, tenía que bajar desde La Higuerita, por encima de La Cuesta; a la calle General Goded, que no sé que nombre le habrán puesto ahora, en el barrio de Salamanca. Llegaron más o menos empatados pero al día siguiente fue ver al director.

Otra gran pasión de Hugo era, y son, los vehículos. Una vez interrumpió una clase para contarnos a todos que su padre había tenido un choque con el coche. También destacaba, y ya después de contar esto me va a matar, por dormirse en cualquier lugar, como por ejemplo en el pupitre durante las explicaciones del profesor. Hugo también era famoso por sus fiestas de cumpleaños. Cuando ya se hizo mayorcito empezó a celebrarlas en la casa de Tegueste, una mansión estupenda donde sus tíos congregan a toda su familia y amigos.

La familia de Hugo merece un capítulo aparte, pero ahí todo iban a ser alabanzas. A su abuelo Don Alejandro, el centenario más lúcido que he conocido, a sus tíos, Juan y Carmen y todos los demás, a sus padres y a su hermano Raúl, que de pequeño era mi doble. Un día mi hermana se lo quiso llevar a casa a rastras desde el colegio. Otro día un tío de Hugo me metió un rollo impresionante creyendo que yo era él. Después crecimos, el se convirtió un tipo cool y metrosexual y yo, según definición de mi amigo Manolo, en su versión profesor de Ética.

Se me acaban las anécdotas, pero he dejado una para el final. Una que de verdad da la medida entrañable del personaje. Hace unos días en el Facebook, precisamente en un foro en el que nos reunimos ex alumnos del colegio, recordaba yo que Hugo creía en los Reyes Magos cuando ya algunos en clase empezaban a tener relaciones sexuales. Rápidamente me corrigió: "Berni", me escribió, "a ti te traerán los regalos tus padres. A mí me los siguen trayendo los Reyes". Claro que sí, hombre, envidia que me das. Y te dejo con Sabina para que te canta aquello de "que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel". Mañana nos vemos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas felicidades Hugo.

Anónimo dijo...

Se te ha olvidado aquella vez en que a Hugo le dio por hacer algún graffitti en las paredes del Teobaldo como hacían muchos.Pero a Hugo no se le ocurrio nada mejor que poner su nombre con lo cual fue rápidamente identificado por el tutor. La calle de la familia de Hugo en Sta. Cruz era la de general Sanjurjo que ahora no sé si se llama del perdón o del olvido. Vale que a Sanjurjo había que borrarlo del callejero, pero podían haberle echado un poco más de imginación, me parece.

Anónimo dijo...

Puesto que ninguno de los invitados ha escrito nada aún, supongo que la fiesta continúa y la resaca se cronifica. Queremos la crónica del evento que, por lo poco que he podido enterarme, fue apoteósico.

¡Enhorabuena Hugo!

Anónimo dijo...

Me apunto a la enhorabuena, Hugo. Yo soy la hermana que estuvo a punto de llevarse a Raúl a casa confundido con Berni. Que seáis muy felices.

Anónimo dijo...

Y yo soy la hermana lista. Felicidades.

Anónimo dijo...

El último comentario, además de erróneo, está incompleto. Tú eres el hijo que se llama Beatriz. Aprovecho para felicitar nuevamente a Hugo.

Hugo dijo...

Berni, gracias por dedicarme un apartado en tu blog, por los comentarios y por la canción. Resulta que esa debía ser la canción que cerrara el baile en el Parador, pero el de la música no la había llevado. Una pena.
A los demás,gracias también.
Por cierto, el graffiti fue rayando la pared con una moneda y, es verdad, que en ese momento me pareció una gran idea oner mi nombre. Me cogío Bibi, la profesora de Historia. No fue una buena idea.