martes, 18 de mayo de 2010

El mejor país para ser hijo

El otro día publicaba EL PAÍS -y otros medios- un interesante informe de la ONG Save the Children sobre los mejores países para ser madre. Se llevaba la palma Noruega, donde las mujeres que dan a luz tienen una baja maternal de entre 46 y 56 semanas, cuentan con la mejor asistencia al parto, apenas hay mortalidad infantil y la esperanza de vida es estratosférica. Al otro lado de la clasificación se encontraban los parias de la tierra: Afgansitán, Níger, Chad, Congo... Allí ser madre es un infierno y encima la mayoría de las mujeres lo son muchas veces en la vida... hasta que se mueren de un parto. Así de horrible y de cierto.

Puesfijate que andaba yo reflexionando el otro día sobre estos datos y pensaba que aunque ser madre en Noruega es algo muy cómodo, fácil e higiénico quizá no sea un chollo tan grande ser hijo en Escandinavia. A diferencia del estudio de Save the Children no tengo datos para sostener lo que voy a decir ahora. Pero me parece que cuando más al norte y más civilizado es un país se vuelve más probable, por ejemplo, que tus padres te echen de casa a la mínima en cuanto cumplas los 18 años. Lo que en general entendemos por progreso tiene una consecuencia negativa, según esta impresión probablemente errónea pero bien enraizada en mis convicciones: tiende a enfriar los vínculos familiares. Naturalmente, hasta cierto punto eso es bueno: que se lo digan al africano que vive con 18 parientes en una choza... pero supongo que hay un término medio.

Alabemos pues el grado de civilización alcanzado por países como Noruega, Nueva Zelanda o Finlandia -todos ellos aburridísimos, siempre según mis prejuicios- pero reconozcamos que nos hemos dejado algunas cosas importantes por el camino de tanto desarrollo. Esas cosas, como ese sentido más calido de la familia, aún las podemos encontrar en naciones un poco más atrasadas pero desde luego no menos felices. Ser madre será un chollo en Noruega. Pero para ser hijo me quedo con un país mediterráneo. España no está mal -yo no tengo queja alguna- pero el paraíso es, sin duda, Italia.

De todas las afirmaciones gratuitas enunciadas en este post esta es la más rigurosa. Lo afirman muchos de mis amigos italianos, algunos de los cuales sostienen hasta la violencia que la mejor pasta del mundo se come en su casa. Y lo confirma indirectamente el periodista Enric González en su estupendo libro Historias de Roma, publicado hace poco. Dice González: "Lo de las madres italianas será un tópico pero resulta rigurosamente cierto [...] La mamma vela para que su hijo se convierta en un ser feliz, despreocupado, con ese brillo juguetón en los ojos que caracteriza al italiano de género masculino, peremnemente ligado al regazo materno y por sublimación devoto de alguna virgen católica...". Se refiere especialmente a los chicos, pero creo que la reflexión también es extensiva a las chicas.

Para cerrar este post inflado de lugares comunes no contrastados, un chiste. Pensé que lo conocía más gente pero lo cuento y todavía se ríe alguno. ¿Saben de dónde era Jesucristo? Italiano. Tenía 30 años, no trabajaba, vivía en casa de sus padres... Decía que su madre era virgen, ella replicaba que su hijo era Dios. Igualito que en Noruega y encima imagínate pasar todo el día comiendo salmón...

FOTO: Imiazel, vía Flickr

lunes, 3 de mayo de 2010

Mi penúltimo Mundial

Vivo los mundiales con tremenda pasión. De hecho, creo que el Mundial 82 -y no el 23F- fue el gran momento generacional para los chicos de mi edad: las chicas, siento la incorrección política, estaban muchísimo menos interesadas por el fútbol que ahora. Lo dije en otra ocasión: este evento desgraciado -España hizo el ridículo cuando más debía lucirse- podía habernos convertido en tipos cenizos y amargados como los del 98 por la pérdida de Cuba. Pero un año y pico después otro extraordinario acontecimiento futbolístico nos redimió del pesimismo para siempre: el 21 de diciembre de 1983 España le metió 12 goles a Malta y nos enseñó que los milagros son posibles.

Batallitas al margen, he decidido vivir este Mundial de Suráfrica que se avecina con la misma pasión que viví el de Naranjito. Ya me compré la televisión plana, esta semana me ponen el aire acondicionado y en un mes lleno de cervezas la nevera. Y además, estoy coleccionando, como en el 82, la colección de cromos oficial del campeonato. Entonces -cito de memoria- el album sugería como las posibles estrellas del Mundial que se avecinaba a ocho jugadores: Maradona, Rummenigge, el polaco Boniek, Arconada, Kevin Keagan, Blokhin, Zico y Platini. Creo que no apostaba por Paolo Rossi, ya se sabe que la especialidad de los italianos siempre han brillado cuando nadie lo pronosticaba, pero tengo que contrastar esto si algún día encuentro el álbum por casa. Por casa de mis padres, o sea, mi casa.

Un amigo mío dice que es dramático cuando te das cuenta de que casi todos los jugadores de fútbol son ya más jóvenes que tú. Pero que lo realmente deprimente sucederá cuando constatemos que somos mayores que los entrenadores. Y no digamos cuando nos suceda eso con los presidentes. Puesfijate que he estudiado con temor mi nueva colección de cromos y he experimentado cierto alivio al comprobar que aún hay dos tipos que a priori pueden disputar el campeonato -las listas no están cerradas- que me superan en edad. Son dos porteros, el inglés David James, de casi 40 años, y el australiano Mark Schwarzer, de 37, nacido dos meses antes que yo, que soy de diciembre del 72. Luego hay tres a los que saco unos meses, como el mexicano Cuauhtemoc Blanco, de enero del 73, Zanetti o Cannavaro. Así que no soy demasiado viejo para ir a Suráfrica y, apelando a la historia, incluso podría jugar en Brasil 2014: sería aún unos meses más joven que el camerunés Milla, que con 42 disputó el de EE UU 94.

Ya puestos, y como el álbum trae también las características físicas de los jugadores -altura y peso- he confirmado que no estoy demasiado delgado para jugar un Mundial. Hay dos futbolistas, el español Jesús Navas y el brasileño Josue que pesan lo mismo que un servidor, 60 kilos, y son casi calcados en altura, 1,70 (les saco un centímetro). Así que tengo edad, kilos y por supuesto, tamaño -los hay muchísimo más bajitos, empezando por Messi o Silva- para disputar el campeonato. Concedo que, por mi carrera deportiva lo tendría un poco complicado, porque mi máximo logro es haber ganado tres torneos de futbito del Colegio Mayor Deusto hace 15 años, en mi época universitaria. Pero, como dije al principio, el España-Malta nos hizo creer en milagros. Así que, señor Del Bosque, aquí me tiene por si me quiere seleccionar.