martes, 31 de marzo de 2009

The New Hard Times

Creo que nada me ha dado tanto asco en mi vida como esta crisis. No es que me afecte directamente a mí, de momento, pero sí a muchas personas a las que quiero. Ver a tanta gente en paro, con trabajos precarios, recibir todos los días correos de amigos que buscan trabajo, observar el caudal de talento que se está desperdiciando, me pone enfermo. Pero bueno en Puesfijate decidimos desde el día de su fundación que íbamos a ser optimistas, así que después de este desahogo ofrecemos, como siempre, todo nuestro apoyo y ayuda a quien la solicite, aunque el margen de actuación sea mínimo. Como ya dije hace unas semanas, ya me gustaría que me sobraran tres millones de euros para emplear a un montón de gente valiosa hasta que pase el temporal. El Euromillón se resiste, pero llegará.

The New York Times también está en crisis, pero sólo económica. No de ideas. Su penúltima genialidad -ya saben que aquí llegamos a todo con quince días de retraso- se llama The New Hard Times, los nuevos tiempos duros, jugando con el nombre del diario. La sección consiste en una serie de vídeos con conversaciones entre testigos del crack del 29 y las nuevas generaciones que tienen que lidiar con esta depresión en ciernes. Los lectores están invitados a mandar sus grabaciones. Una abuela es entrevistada por su nieto de 13 años. Un profesor de 96 años charla con sus alumnos. Los descendientes de Jackson Pollock leen la correspondencia del artista en aquellos años. El resultado en algunos casos es extraordinario. Y confirma mi impresión de la crisis es de la industria periodística, no del periodismo. Espero que las neuronas de quienes nos tienen que sacar de ésta estén tan en forma como las de los profesionales de The Holly Bible, como llamamos en el trabajo al viejo Times.

jueves, 26 de marzo de 2009

Silencio portugués

Los españoles somos ruidosos, eso no es un tópico. Hace 26 años en Grenoble (Francia) paseaba con mi madre y vimos a dos tipos que venían de lejos hablando altísimo. No se entendía lo que decían pero mi madre dijo: "Son españoles". Y efectivamente, lo eran. Aún recuerdo lo que decían: nosequé de un comisario El contraste con Portugal, que nos pilla tan cerca, es tremendo. Lisboa me pareció una ciudad silenciosa, sin las estridencias de Madrid y en algún momento me sorprendí yo también hablando en un volumen inusualmente bajo. Por contagio, sin duda. En la pintada que muestro en la foto, un artista urbano, como llaman ahora a esta modalidad de gamberros, pide a los visitantes que respeten el silencio portugués o se marchen al país de al lado. Alguien la ha tachado. Probablemente un español que antes o después gritaría algo así como "vaya tontería".

martes, 24 de marzo de 2009

Diez motivos para visitar Lisboa

He vuelto hoy mismo de Lisboa, una ciudad que no conocía, afortunadamente para mí porque así he podido verla por primera vez. Mi vieja amiga Lorena y su marido, Claudison, llevaban años invitándome -agradezco su hospitalidad- pero no se por qué hasta ahora no se me había ocurrido hacer el viaje. Cuando uno pasa tres días en un sitio nuevo no puede pretender transmitir su espíritu, ni escribir una guía turística e incluso es difícil construir un artículo periodístico medianamente serio. Así que los apuntes que voy dejar hoy y probablemente los próximos días deben ser entendidos como impresiones muy personales, incompletas y seguramente injustas.

Hecha esta aclaración arranco. A mí Lisboa me ha encantado y volviendo esta mañana en el avión me he parado a hacer una lista, una manía personal, de las cosas que más me han gustado de la ciudad. Las comparto con ustedes: los que ya hayan estado pueden confirmar o rebatir mis opiniones; al resto espero animarles para que la visiten. Ahí van mis diez motivos para visitar -y volver a Lisboa-.

1) El más obvio: es una ciudad preciosa. Aunque un terremoto se la llevó por delante hace 250 años ha sabido reconstruirse. Hay zonas horribles, como en todos sitios, pero los barrios antiguos no están contaminados de espantos urbanísticos. Desde muchos miradores, como el de Santa Lucía (en la foto, desde el que se domina el barrio de Alfama) la vista es impecable: ni un monstruo de ladrillos que estropee la foto. A muchos edificios les falta una reforma o una capa de pintura pero también esa decadencia tiene su encanto.

2) Está muy cerca. Tan cerca de Madrid como Barcelona, por ejemplo. Pero así como casi todo el mundo ha visitado París, Londres o Roma no tanta gente ha estado en Lisboa. Se llega en una hora en avión y por las carreteras han mejorado mucho. Además hay otras cosas que la han acercado aún más: desde hace años, como pasa con el resto de países de la UE ya no hay fronteras, el DNI basta para identificarnos y desde la entrada del euro no hay ni que cambiar el dinero.

3) Enlazando con lo del dinero: es relativamente barata. Se puede cenar con vino y postre en un restaurante muy decente por 20 euros.

4) Los portugueses parecen cultos, pacíficos y amables. Digo parecen porque no quiero sacar conclusiones de 72 horas que he pasado en la ciudad. Y son muy interesantes en un sentido: deberían parecerse mucho a nosotros, pero son bastante diferentes. Como dos hermanos mellizos que se encontraran después de muchos años es divertido observar y adivinar las diferencias.

5) Es una ciudad abarcable. Uno puede visitarla y hacerse una idea razonable del lugar en tres días, algo que tranquilizará al viajero apresurado y ansioso por no perderse nada fundamental. Eso no excluye que uno pueda descubrir muchísimas más cosas si prolonga la estancia. Y es lo suficientemente grande para que los urbanitas más recalcitrantes puedan vivir en ella sin sentirse axfisiados.

6) No tiene mar, pero como si lo tuviera. Así como hay ciudades costeras que viven de espaldas al mar (Santo Domingo), Lisboa vive volcada en el océano. La desembocadura del Tajo es tan ancha que apenas se ve la otra orilla. Y cerca de la ciudad hay estupendas playas donde pasear y tomar el sol practicar surf.

7) Tiene buen clima. Pelín húmeda por ponerle una pega.

8) Para los que nos gusta la historia es una ciudad interesantísima. De aspecto modesto comparado con París, Londres e incluso Madrid, ha sido capital de un enorme imperio. En sus calles encontramos recuerdos de Pessoa, Lobo Antunes, Vasco de Gama (que era del norte pero está enterrado en Belem), Camoês, Amalia Rodrigues o Santa Antonio de Padua, que no era italiano sino del barrio de Alfama. El terremoto la dejó malparada pero eso hace también muy interesante estudiar la reconstrucción emprendida por el marqués de Pombal.

9) Es turística pero no ha hecho una caricatura de sí misma para deslumbrar al visitante ávido de tópicos. Las estampas pintorescas son genuinas, no buscadas. Los eléctricos (tranvías) amarillos transportan de verdad ciudadanos camino de su trabajo, no son como las calesas de Sevilla; la gente tiende la ropa en los balcones de casa y come bacalao. Algunos locales de fado si son un puro teatro para turistas pero también los hay auténticos. No soy nada aventurero en materia de música pero la última noche que estuve allí presencié un concierto de música de Cabo Verde muy emocionante.

10) Por todo lo dicho anteriormente: es una ciudad amable. Si fuera una persona caería bien a todo el mundo. No por simpática o extrovertida pero sí por sencilla, modesta, bonita y acogedora. No puedo decir lo mismo de otros lugares que a mí me encantan como Madrid, París o Nueva York.

Para terminar le pondremos tres pegas, que en realidad son tres piropos matizados. Tiene unas cuestas terribles, peores que las de Santa Cruz, de hecho muchas calles son directamente, escaleras y los paseos se convierten en yinkanas. Está empedrada con un adoquinado blanco muy bonito pero peligroso para las personas mayores o ebrias. Y la comunicación, al menos para mí, se hacía difícil: la lengua portuguesa, tan próxima y tan bonita -según mi amigo Alfredo es aún mejor para ligar que el italiano- no se entiende un pimiento.

jueves, 19 de marzo de 2009

Samuelear

Conocí la palabra gracias al estupendo proyecto digital de fin de curso que hicieron los chicos del Máster de EL PAÍS de el año pasado, un monográfico sobre aquellas materias poco conocidas en las que España es número uno del mundo. Rodrigo Cavalheiro entrevistaba el campeón mundial de Scrabble en castellano, un tal Enric Hernández, poseedor de un léxico impresionante. Le interesaban a este Hernández especialmente las palabras que contienen letras de mucha puntuación, como za, expresión usada para ahuyentar a los perros o cuz, lo que se les grita para traerlos de vuelta. A las gallinas, en cambio, se las espanta diciendo ox. De algunos términos ni sabía su significado, sólo que existían. Pero también conocía el sentido de miles de vocablos rarísimos y muy útiles para cuadrar las letras en el tablero.

Uno de esas palabras curiosas que citaba en la entrevista era el verbo samuelear. Un término usado en Costa Rica que no tiene sinónimos fáciles en castellano. Según la RAE, en Costa Rica usan la palabra con el significado de "ver o tratar de ver las partes sexuales o los muslos de la mujer". Y aunque no lo diga el diccionario en el país centroamericano se usa con un matiz de clandestinidad: más o menos equivale a la actividad que desarrolla el voyeur de toda la vida. Por cierto que en esta página de la Academia se han molestado en conjugarlo en todas sus formas verbales simples: futuro de subjuntivo, samueleare; imperativo, samuela [tú]; gerundio, samueleando...

Los que participamos en el proyecto fin de máster adoptamos cariñosamente el término y le dimos un sentido más amplio que tampoco puede expresarse con una sola palabra: más o menos mirar a otra persona con disimulo e interés. "No samulees", me espeta mi amigo Manolo cuando me quedo mirando a las chavalitas que pasan por el pasillo del periódico. O bien: "Este bar es de samueleo". La palabra ha ido cuajando entre mis compañeros de trabajo y se ha convertido en una broma común, en parte de ese lenguaje compartido que es buen síntoma de que un grupo humano ya es un equipo.

En Costa Rica este simpático término está totalmente extendido. Rastreando en Internet he encontrado esta deliciosa noticia en la que una secretaria denuncia a un jefe policial "por samuelearla". No se pierdan la información porque no tiene desperdicio. Comienza con un lead contundente, de los que enganchan: "Tremendo escándalo sexual se armó en la Reserva de la Fuerza Pública...". Impagable la foto del baño escenario de los hechos. Y genial el remate: "La samueleaba porque dejaba de ser la querida". Ah, hombre. Eso lo explica todo.

¿Y de dónde vendrá la expresión? Sólo he encontrado una explicación en Internet, así que vaya usted a saber. En la web dennismelendez.com, en el apartado de costarriqueñismos y pachuquismos, hay un capítulo dedicado a "sexo y porno". Muy pudorosamente, el autor de la página advierte que "no se recomienda a personas con prejuicios o tabúes del lenguaje". Seguimos leyendo y nos enteramos de que la palabra procede un tal Samuel que vivía en la localidad de Cartago (de Costa Rica, no la de Aníbal) a principios de siglo (entendemos, del XX), muy aficionado al asunto. No es insólito que el nombre de una persona dé origen a una palabra: nos acordamos de Joseph-Ignace de Guillotin o del marqués de Sandwich, o del de Sade. Pero nos preguntamos qué clase de golfo sería el tal Samuel para haber dejado semejante impronta en el vocabulario de un país.

Foto: Sr. Ternasco

lunes, 16 de marzo de 2009

La página que te hace sentir importante

Hoy mi cuate Íñigo de la Quadra me ha mandado el enlace a una página que seguramente muchos de ustedes conocen: Photofunia.com. Es una web muy recomendable que fabrica curiosos montajes con la foto que queramos y nos convierte en protagonista de la última portada de Vogue, en obra de arte de un elegante museo (véase ésta), en reclamo publicitario en lo alto de un rascacielos o en uno de los presidentes del monte Rushmore, por ejemplo. Bastante divertida para juguetear con nuestras imágenes o enviar un regalo curioso a algún ser querido. Pues hala, a entretenerse un rato.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Te enseñaron mal las matemáticas

No me cansaré de decirlo: si no te gustan las matemáticas es casi seguro que te las enseñaron mal. Estos días estoy leyendo un libro de un argentino llamado Adrián Paenza que es todo un descubrimiento: Matemáticas ¿Estás ahí?. Creo que tiene varios con título similar y supongo que todos serán igualmente interesantes y generadores de alegría para el lector. Paenza, que además es un conocidísimo periodista deportivo, combina problemas de ingenio con anécdotas científicas y reflexiones deliciosas sobre los números primos o la existencia de infinitos más grandes que otros. Eso sí que son debates interesantes y no los de las tertulias de la televisión y la radio. También te enseña cosas tan útiles para la felicidad personal, y lo digo sin la menor ironía, como transformar cualquier cifra en binaria, sumar de forma instantánea una serie de números consecutivos, por larga que sea, o construir tus propios triángulos rectángulos.

Yo hay cosas que ya sabía. Los números primos son infinitos y no siguen ningún patrón predecible. Hay infinitos más grandes que otros (los números irracionales son muchísimos más que los racionales). Y es probable que en Santa Cruz de Tenerife haya muchas personas con el mismo número de pelos en la cabeza. Pero ahora también puedo demostrarlas, porque este señor además de contar las cosas las explica con gran claridad. En su país, vaya envidia, tiene -o tenía- un programa en la televisión, Científicos industria Argentina, muy alejado de la basura que estamos acostumbrados a ver aquí. De ese espacio extraigo este vídeo. ¿Conoce el teorema de Pitágoras? Pues ahora se lo van a demostrar de forma muy sencilla. Esté atento, es un pelín largo para lo que se estila, ahora que cualquier vídeo de más de 20 segundos se considera largometraje. Pero merece la pena.

Para descargar gratis (y legalmente) el libro de Paenza pinche aquí. Pero es mejor comprarlo y leerlo con calma en la playa o en el sofá.

sábado, 7 de marzo de 2009

El hombre que mató a Liberty Valance

Empezamos hoy pidiendo perdón por el último post, algo alejado del tono general de Puesfijate y que ha suscitado rechazo por parte de algunos lectores, no especialmente los barcelonistas. Dicho esto hoy hablaremos de cine, como tantos viernes -ya madrugada del sábado. El trabajo acumulado de toda la semana, por mucho que el estrés sea del bueno, hace que el último día laborable de la semana lo que apetezca sea ver una buena película en casa, preferiblemente un clásico, o sea una cinta avalada por el paso del tiempo. Con el cansancio que arrastramos de cinco días seguidos currando, esta semana seis con las elecciones, no se pueden correr riesgos innecesarios.

Hoy tampoco me han defraudo los 45 años de críticas elogiosas que acumula El hombre que mató a Liberty Valance. Supongo que muchos la habrán visto: es la historia de dos hombres cuyas vidas se cruzan en un pueblo del oeste: el abogado Ramson Stoddard (James Stewart), partidario de imponer el orden con la fuerza de la ley, y el más pragmático cow boy Tom Doniphon (John Wayne), firme creyente en la autoridad del revólver. Ambos se enemistarán con un bandolero llamado Liberty Valance (Lee Marvin) y se enamorarán de la misma mujer, Hallie (Vera Milles). Una película de estereotipos en la que cada uno lleva grabado en la cara lo que es -el bueno, el duro, la guapa y el malo-, con un guión sencillísimo -no hay que estar preguntando como ahora en el cine todo el rato que quién es ese-, pero que resulta entretenida, profunda y estupenda. Siento ponerme como el abuelo cebolletas pero voy a ver veinte películas de estreno ahora y no encuentro ninguna que guste tanto.

Ahora voy a destripar la película, a medias eso sí. Así que si hay quiere verla, algo muy recomendable, le aconsejo que no siga leyendo. También me voy a poner cursi, así que si alguien tiene la vergüenza ajena muy desarrollada también puede interrumpir la lectura. ¿Me he quedado solo? Da igual. Lo que más me ha conmovido de esta película es algo que tiene en común con Casablanca. Retrata el acto más sublime que puede hacerse por amor: renunciar a la persona querida cuando sabemos que sería más feliz de otra manera. Lo contrario de eso, tan de moda, de "la maté porque era mía". Siempre me dio pena Rick (Humphrey Bogart) en Casablanca pero un día Óscar, mi profesor de piano me hizo reflexionar: "En el amor cuanto más se da más se recibe. Quien piense que Bogart es un perdedor no ha entendido el mensaje y es un necio". Entonces no le comprendí bien pero después de darle alguna vuelta al tema y ahora al ver esta película, le doy la razón. Bogart y Wayne las querían tanto que no podían hacer otra cosa. Y no eran idiotas, eran unos héroes.

viernes, 6 de marzo de 2009

Nuevo sponsor del Barça

En Puesfijate ya hemos dado pruebas otras veces de nuestro madridismo. Así que no sorprenderá a nadie esta entrada, en clave de humor y pique del sano. Con un abrazo a todos mis seres queridos del Barcelona, que son muchos y muy estimados.

PS: Noticia de última hora. Me dice mi compañero del periódico Ramón Lobo que Dodot ha suspendido el patrocinio con el Fútbol Club Barcelona. Temen que la caquita de los jugadores se salga por la pantaloneta y sea una mala publicidad para los pañales...

domingo, 1 de marzo de 2009

Cuando la publicidad es noticia

El viernes tuvimos un interesante debate en el periódico. El PP emitió un vídeo fin de carrera en Galicia en el que el único protagonista era Rajoy: el candidato Núñez Feijóo apenas aparecía dos segundos. Algunos opinaban que el citado vídeo era noticioso y debíamos publicarlo como tal en la web; otros decían que si el PP quería insertar sus vídeos electorales en nuestra página debería pagar la tarifa correspondiente. La polémica se complica cuando los partidos o las empresas crean un vídeo propagandístico deliberadamente atractivo o polémico para convertirse en noticia. El fenómeno se ha multiplicado en los últimos años con la eclosión de internet. Entre el afán que tienen muchos sitios de cambiar constantemente sus contenidos y que el espacio no es problema es muy fácil colar el producto como información y encima no pagar un duro.

¿Estamos dando información útil al lector o estamos picando el cebo de los departamentos de márketing? En Puesfijate hoy no nos importa picar y comernos el anzuelo entero y la caña de pescar. Porque me ha encantado el último anuncio de Coca-Cola, ese en el que un viejito de 102 años, Josep Mascaró, viaja desde Mallorca a visitar a una niña recién nacida en Madrid. No soy el único al que no le importa hacer publicidad gratuita: EL PAÍS incluye una referencia a este spot, creo que con buen criterio, en su suplemento de Negocios. Según el diario, el anuncio Encuentro, intenta "tocar la fibra sensible del espectador" -ya saben lo desarrollada que tenemos dicha fibra en este blog según para qué temas- y "vuelve a capitalizar para Coca-Cola la defensa de la felicidad". Objetivo plenamente conseguido en ambos casos, opino.

En el anuncio Mascaró monta en bici, baila y juega al futbolín. Pero me quedo con una de sus frases: "Lo único que no te va a gustar de la vida es que te parecerá demasiado corta". Una sentencia que revela una actitud mental envidiable en un señor al que le habrá pasado de todo en un siglo: bueno, malo y regular. Qué distinto de lo que dice, también en EL PAÍS, José Antonio, director del ballet nacional de España, entrevistado por Karmentxu Marín en la última página: "Me aterroriza la longevidad". Que a uno le asuste la decrepitud lo entiendo. Pero quien rechaza a priori una longevidad tan estupenda como la de este señor de Mallorca tiene una tara similar a la de esa gente a la que no le gusta la música o las flores. ¿Dónde hay que firmar para llegar a los 102 como este viejecito?