viernes, 28 de noviembre de 2008

...Y otro momento de golondrinas

Después del último post, en el que hablaba de el momento de las golondrinas de la terrorista italiana Adriana Faranda, el instante exacto en que empezó a cuestionarse la lucha armada, he reflexionado un poco sobre el tema. De hecho quería buscar diez de esos instantes mágicos en la existencia de personajes reales o ficticios en los que la gota desborda el vaso de la vida para siempre. Ya se me habían ocurrido unos cuantos. Tenía los casos de Faranda y Corleone (éste hacia el lado oscuro), y el más obvio, el de la caída del caballo de San Pablo. También podía citar a Derek Vinyard (Edward Norton), el nazi de An American History X, riendo los chistes de un negro en la lavandería de la cárcel e incluso el viaje a China del hasta entonces maoísta Jiménez Losantos. Y entonces recordé otra conversión -también de un terrorista- que merecía por sí misma una entrada en este blog. Vamos a contarla.

Corría el año 1970. Un preso etarra que había sido condenado a muerte en el proceso de Burgos decidió, ante la inminencia de su ejecución, satisfacer una última curiosidad: saber cómo pensaban aquellos que le iban a matar. Así que sacó de la biblioteca de prisón las obras de José Antonio y se las llevó a su celda. Pero a medida que leía se llenaba de espanto: enre la ideología de Falange y la de ETA apenas había otra diferencia que el marco nacional que unos y otros pretendían aplicar. El preso, al que después se conmutaría la pena por la de cadena perpetua, era Mario Onaindía, fundador luego de Euskadiko Ezkerra, diputado del PSE y amenazado por sus ex compañeros. Así lo cuenta, perdón por el plagio, otro ex etarra converso, Jon Juaristi, en su libro Sacra Némesis.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El momento de las golondrinas

A los lectores habituales de EL PAÍS (y de ELPAÍS.com) les será familiar la firma de Enric González. Corresponsal en Nueva York y Roma durante muchos años escribe ahora en las secciones de televisión y de domingo y, para delicia de su multitud de seguidores, salpica otras páginas, como las de deportes con sus historias originales, agudas y -lo que es muy de agradecer con los tiempos que corren- nada sectarias. Unos artículos, como los de Patxo Unzueta o los de Fernando Savater, ideales para arrancar la lectura del periódico o, lo que es aún más placentero, dejar para el final. Como esos postres a los que te da pena meter la cucharilla porque no quieres que se acaben tan pronto.

El domingo Enric me sorprendió con uno de esos artículos. El momento de las golondrinas contaba la historia de Adriana Faranda, una terrorista de las Brigadas Rojas italianas que participó en el secuestro y asesinato del político democristiano Aldo Moro a finales de los 70. Ahora repudia la violencia, es amiga de la hija de Moro y vive de alquiler porque vendió su casa y entregó el dinero a Cáritas para que lo distribuyera entre las víctimas del terrorismo. ¿En qué momento esta sanguinaria activista se convirtió en un personaje de Frank Capra? Cuenta el articulista que un día, vigilando a los policías que escoltaban al político para preparar el crimen, Faranda vio cómo los agentes se fijaban en una bandada de golondrinas que surcaba el cielo de Roma. Y le surgió la duda.

Nuestra existencia está llena de puntos de inflexión como ese, no necesariamente tan dramáticos, que tienden a fijarse muy bien en nuestra memoria. Mucha gente recuerda el momento exacto en que empezó a cuestionarse si realmente amaba a su pareja o el instante en que le que surgieron dudas sobre si debería seguir en aquel trabajo. Las cosas no cambian de un día para otro pero es verdad que tras un periodo confuso los grises dan lugar un instante de luz, un relámpago. La caída del caballo de San Pablo camino de Damasco. En cierta forma, cualquier vida puede contarse como una sucesión de cambios de rumbo.

Mi escena favorita del cine narra precisamente uno de esos puntos de inflexión. Y, por casualidad, volví a verla unas horas después de leer el artículo de EL PAÍS. Michael Corleone se entera de que su padre, El Padrino, ha sido tiroteado en las calles de Nueva York. Quizá ese fuera el momento. Quizá cuando le salva la vida haciéndose pasar por pistolero a las puertas del hospital. Quizá, y me inclino más por ese momento, cuando es golpeado groseramente por el capitán de policía McCluskey por fuera de la clínica. Lo cierto es que hay un instante en el que el educado y pacífico Michael, héroe de guerra, siente la llamada de la sangre y decide convertirse en un mafioso despidado. En una emboscada maquiavélica le pega sendos a tiros al jefe policial y a Virgil El Turco Sollozo. Un momento de las golondrinas, pero al revés. La conversión de un hombre al lado oscuro de la fuerza.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Malabarismo futbolístico

En vez de los sermones con que me suelo despachar arrancaremos la semana con un vídeo divertido que vi el otro día en el Corriere della Sera. Supuestamente las imágenes están tomadas durante la grabación de un spot publicitario que protagoniza el jugador brasileño del Milan Kaká. Aunque no me extrañaría que las imágenes fueran parte del anuncio en sí. Bueno, véanlo. Decía Jorge Valdano una frase que encaja muy bien en esta escena: los brasileños juegan al baloncesto con los pies.

Este vídeo me trae a la memoria un tipo muy curioso que he visto muchas veces en Santa Cruz de Tenerife, y muy especialmente en Las Teresitas. Es un hombre ya talludito, de unos 50 años, que es capaz de recorrer una y otra vez la playa o la rambla pegando patadas a un balón sin que se le caiga al suelo. Manolo, tú que tienes el censo de individuos peculiares de la ciudad ¿Tienes más información sobre este inefable personajes?

martes, 18 de noviembre de 2008

Impunidad nocturna

Este fin de semana nos ha sobrecogido la muerte de un joven de 18 años en Madrid golpeado por tres porteros de discoteca. De momento los detenidos sólo son supuestos homicidas y tendrá que haber un juicio para aclarar sus responsabilidades. Pero todos los que hemos vivido un poco la noche -soy un crapulilla de baja intensidad y en franca decadencia- sabemos que las madrugadas de los viernes y los sábados regresa la ley del más fuerte. O sea, la de los porteros. Aunque hay tipos listos que resuelven casi cualquier problema con el diálogo, son mayoría los que aplican sus propias normas: dejan entrar caprichosamente a unos y bloquean a otros el acceso a un lugar público; cobran lo que quieren y, sobre todo, reparten leña a diestro y siniestro.

En Tenerife teníamos un compañero de instituo muy fuerte y más bien cortito al que apodábamos El Neurona, precisamente porque le faltaban unas cuantas. El tipo terminó pidiendo los DNI a la puerta de las discotecas y resolviendo las peleas en el interior. Le recuerdo como un tipo bastante bruto pero a la vez entrañable. Recuerdo -corrígeme, Manolo, igual lo idealizo- que no le gustaba mucho la violencia, aunque acababa recurriendo a ella porque no tenía cerebro suficiente para resolver las broncas de otra manera. Los individuos que veo ahora en la puerta de los garitos me dan otra impresión: parece que están esperando tener un motivo, por nimio que sea, para abrirle la cabeza a alguno.

A cualquier otra hora del día y en cualquier otro lugar tiene graves consecuencias tocarle un pelo, o incluso levantarle la voz a un ciudadano. El agredido elevará la voz, reclamará sus derechos, llamará a la policía, se querellará y escribirá un carta al periódico. Pero ante la intimidación de uno de estos mequetrefes casi todo el mundo agacha la cabeza. Y no digo que haya que devolver los golpes -sería un camino seguro de acabar, con suerte, en el hospital. Pero sí al menos denunciar la injusticia.

Es muy triste, pero lo tenemos totalmente interiorizado: el Estado de Derecho queda suspendido en bares y discotecas la madrugada de los viernes y los sábados. Y lo peor es que los habituales de esos espacios son justamente los jóvenes, que han crecido en democracia y que deberían saber que ningún gorila puede quitarle sus libertades.

PS: Sé que hay algún nuevo lector que está esperando ver imágenes de una historia mucho más alegre, la boda de Nacho e Isabel. Tendrán que esperar un par de días pero prometo que no defraudarán.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Los médicos prefieren Camel

La pista de esta historia me la ha dado Jesús Olmo, un pedazo de artista de quien un día habláremos en este espacio. El vídeo muestra un anuncio de Camel -real- del año 1949. En él se ponderaban las virtudes de esta marca de cigarrillos y se afirma, con un tono desenfadado y simpático, que es la preferida por la mayoría de los médicos.

En estos tiempos de obsesión por la salud, seguramente con razón, esta publicidad sería anatemizada y sus impulsores quemados en la hoguera pública. Pero hace medio siglo no eran tontos, simplemente tenían una visión distinta de las cosas. Y yo me pregunto ¿Qué productos que hoy se anuncian con glamourosos spots serán los apestados para la publicidad dentro de 60 años? ¿Esos coches que doblan la velocidad permitida? ¿Las dietas para adelgazar para gente que está perfectamente sana? ¿Esos cursos de idiomas que hacen sentirse como un perdedor a los que no saben inglés? Hagan sus apuestas. En 2068 veremos quién ha ganado.

martes, 11 de noviembre de 2008

90 años de las trincheras

Hoy 11 de noviembre se cumple un aniversario feliz en la historia de la humanidad: 90 años del final de la Primera Guerra Mundial. Los habituales de Puesfijate ya conocen mi obsesión por la memoria, sobre todo por aquella que está a punto de perderse. En el último año he intentado -infructuosamente- entrevistar al puñado de supervivientes que queda de la Gran Guerra. Pronto me di cuenta de que era muy complicado. Hace cinco años hubiera sido mucho más sencillo. Había muchos más protagonistas de aquel conflicto y eran más jóvenes pero no eran periodísticamente tan interesantes: no es lo mismo hablar con uno de los diez soldados vivos que lucharon en Verdún que hacerlo con su último testigo. Ahora son ejemplares únicos, pero con más de 110 años que tienen algunos se vuelve francamente difícil acceder a ellos. Los entiendo. Yo a esa edad también querría descansar.

Primero contacté con Lazare Ponticelli, entonces uno de los dos poilus -literalmente peludos, el sobrenombre con que se conocían a los veteranos franceses de la I Guerra Mundial- vivos. Estuve a punto de ir a verle a su casa, al norte de París, pero había un pequeño problema: su hija, supongo que octogenaria, estaba muy enferma. Ponticelli era un tipo de vida novelesca: italiano de nacimiento y huérfano desde muy niño huyó a Francia, donde fue criado de los Curie. Logró la nacionalidad francesa al enrolarse en la legión extranjera. Pacifista convencido, murió y fue enterrado con grandes honores el pasado mes de marzo. Luego lo intenté con Henry Allingham, el hombre más viejo de Europa, con 112 años, que combatió en la batalla de Jutlandia. Pero nunca me contestó su contacto.

Más lejos llegué con Harry Patch (en la foto), que con 110 años es el único testigo vivo del frente de las trincheras. Su amigo Nick intentó arreglarme una entrevista con la única y curiosa condición de que no habláramos de la guerra. Me dio igual, pero por el camino su médico le recomendó que no hiciera más concesiones a la prensa. Su corazón empezaba a fatigarse. Nada que objetar a semejante excusa, me he contentado con pedirle una foto autografiada que espero me llegue un día de estos. Por el camino se quedaron Louis de Cazenave, penúltimo poilu, muerto en enero de este año; Erich Kästner, con igual nombre que un escritor de mi infancia, el último soldado alemán, fallecido también por aquellas fechas; o Delfino Borroni; el último veterano italiano, muerto hace ahora diez días.

Me rindo. No conoceré nunca a ninguno de estos personajes. Creo que es una lástima que con la muerte de estos soldados se extinga para siempre el recuerdo de uno de los momentos más terribles y decisivos de la historia de la humanidad. Pero reconozco que en mi afán por conocerlos tenía un punto mitómano. Nick me lo dijo muy amablemente: Harry no quería hablar de la guerra porque ya lo había hecho cientos de veces y había puesto por escrito todos sus recuerdos de aquellos años. Así que si genuinamente nos interesan estas historias en vez de empeñarnos en visitar a un anciano que sólo quiere que le dejen en paz podemos enfrascarnos en The Last Fighting Tommy, las memorias de Patch. Un libro que por cierto está a su vez en otro libro, la biblia de las estupideces, el Guiness de los récords: es la obra escrita por un autor de más edad, 107.

domingo, 9 de noviembre de 2008

¿Y qué es una ONG?

Este vídeo lleva unos días circulando por Canarias e incluso ha aparecido en varios medios digitales de ámbito nacional, como 20minutos.es y ELPAIS.com. Lo que me extraña es que mi buen amigo Paul, al que no se le escapa casi nada de lo que pasa en las islas, y menos una historia de este calado, no lo haya incluido en su blog. Las imágenes son desternillantes o de vergüenza ajena, según el nivel de empatía que tenga cada uno. Yo las vi una vez y ahora soy incapaz: me de muchísimo apuro enfrentarme de nuevo a semejante bochorno.

Al grano. La acción transcurre en uno de los escenarios más soporíferos que pueda imaginarse: un pleno municipal sobre patrimonio inmobiliario. Pero engaña, porque luego la escena es como la del camarote de los hermanos Marx. Resulta que hay una concejal de Coalición Canaria en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife llamada Esther Sarrautte a la que le piden una lista de inmuebles que pertenezcan a ONG. Y la tal Sarrautte contesta que a nombre de ONG no hay nada. Que sí hay a nombre de otras asociaciones: Cruz Roja, San Miguel... Increpada por su ignorancia la individua, que gana 5.000 euros al mes más pluses por asistir a los plenos, echa balones fuera: es que el informe se lo han escrito. El remate lo pone el señor Zerolo, alcalde de una ciudad de más de 200.000 habitantes. Todos tranquilos. Ha sido una concanetación de errores.

viernes, 7 de noviembre de 2008

La portada del siglo

Esto tenía que haberlo contado ayer pero no quería caer en lo mismo que ahora voy a criticar. Ayer siete mil millones de humanos se levantaron con la noticia de que un negro había ganado la presidencia de los Estados Unidos. Quizá en México, donde el secretario de la Gobernación -el ministro del Interior para entendernos- murió en un aún no esclarecido accidente de avión, aquella noche podían tener la cabeza en otra cosa. En Congo, pobrecitos, supongo que no tendrían humor ni para alegrarse con la victoria de su brother. Pero suena a broma que aquí en España algunos consideraron que la información más importante del día -y única en primera página- fuera otra. La visita del Rey -y de Zapatero, Rajoy, Bono o Aguirre, que me da igual- a un periódico que cumplía diez años.

Les juro que esta era la portada de La Razón del 5 de noviembre de 2008. Así quedará para la hemeroteca cuando dentro de medio siglo alguien quiera saber cómo informó este periódico de una fecha que se recordará como un hito histórico. No sé si alguien ha visto esto en Estados Unidos pero si yo responsable del New York Times o de algún informativo de televisión contaría esta historia en la sección de Mundo Insólito: "Señores, hemos encontrado un periódico en el mundo, por cierto un diario nacional de la octava potencia económica, aliado en la OTAN y aspirante al G-20, que no incluye en su portada ninguna referencia a nuestras elecciones.

Y no dudo que La Razón distribuyera muchos ejemplares ese día: regalaban un gordísimo especial por su décimo aniversario. Y lo gratis, como dice un amigo mío, vende mucho.

jueves, 6 de noviembre de 2008

I have a dream

Perdonen mi ausencia del blog (y mis blogs amigos) estos días, he estado ocupado. Supongo que ya saben la noticia del día y una de las noticias del siglo: a partir del próximo 20 de enero habrá un negro (medio negro, pero de genes oscuros dominantes desde luego) en la Casa Blanca. Me alegro, no estrictamente porque sea negro -me espantaría ver a Mike Tyson de presidente de Estados Unidos- pero sí porque ese gran país se haya sacudido el estigma del racismo que le ha acompañado desde hace siglos. Y también me alegro porque Obama me cae bien y porque hacía falta un cambio en una nación de la que todos somos, nos guste o no, ciudadanos.

Al despertar somos conscientes sólo de parte de lo que hemos soñado. Pues bien, hoy hemos conocido lo que Martin Luther King soñó la noche del 27 de agosto de 1963 y al día siguiente no pudo recordar y contar en el Licoln Memorial de Washignton DC [texto en castellano | texto en inglés ¡léanlo!]. Perdón por la cursilada, pero así lo creo.