lunes, 18 de agosto de 2008

Vacaciones

No me voy todavía de vacaciones, pero Puesfijate sí. Empiezo reformas en casa y estaré muy liado al menos hasta el día 1 de septiembre. Pero dejo una última profecía, que si se revela cierta me catapultará a la fama. La piscina esa en la que se han batido tantos récords del mundo no mide 50 metros ni de broma. Me juego lo que sea. ¿Alguien notaría si la pileta midiera por ejemplo 49 metros 80 centímetros? Sólo el cronómetro, que rebajaría en unas centésimas los tiempos, lo justo para batir marcas. Y después de ver el otro día los cien metros empiezo a sospechar que Bolt sólo corrió 99. ¿Pero no eran de mentira los fuegos artificiales y la niña cantante? Si estuviera en Pekín saltaba con un metro a medir la pista...

lunes, 11 de agosto de 2008

El final de una era

El otro día viendo la ceremonia de apertura de los Juegos de Pekín tuve la impresión de que en esa fecha, 8-8-2008, y no el 11 de septiembre de 2001, empezaba de verdad el siglo XXI y el tercer milenio. Ha sido un punto de inflexión, el comienzo de la decadencia de occidente y la presentación en sociedad de la nueva superpontencia: China. Dentro de mil años, si la humanidad sigue por aquí se estudiará ese día en los libros de historia como se estudia la caída del Imperio Romano de Occidente, la del Imperio Romano de Oriente o la Revolución Francesa. Hitos que marcan la separación entre eras históricas.

En Puesfijate no nos gusta ponernos solemnes, pero esta vez nos hemos pasado dos pueblos. Vergüenza me da leer esta pedantaría que he escrito sólo hace dos minutos, aunque creo firmemente que es cierta. Aprovechemos ahora que es agosto y no nos lee nadie.

jueves, 7 de agosto de 2008

El Fossbury del siglo XXI

Ahora que los Juegos Olímpicos de Pekín van a ser el monotema de las próximas semanas (con permiso del calor) voy a hacer una predicción. Si se cumple, que se cumplirá dentro de unos años, espero ser reconocido como un visionario del deporte, jubilarme y poder vivir de mis conferencias como gurú toda la vida.

Hace ahora 40 años el americano Dick Fosbury ganó la medalla de oro de salto de altura en los JJ OO de Méxicon. Pero sobre todo sorprendió al mundo con un estilo nuevo, diferente al que hasta entonces habían usado otros atletas: superando la barrera de espaldas. Ahora todos emplean la técnica que él inventó, aunque mi despistada madre, que no ha debido de ver más atletismo desde entonces, le preguntó hace poco a mi padre si todavía alguno saltaba como aquel americano.

Ahora, mi profecía. Llegará en este siglo un corredor que, al estilo de los cuadrúpedos (perros, caballos, leones) aprenderá a correr impulsándose con brazos y piernas y pulverizará todos los registros de velocidad. Al principio se alzarán voces para prohibir la nueva técnica. Pero ante su evidente superioridad y la irrupción de muchos imitadores acabará adoptándose la fórmula de la natación: habrá una prueba de 100 metros para el nuevo estilo, a cuatro patas podríamos llamarlo, y otra más lenta para los recalcitrantes del modo tradicional.

Al tiempo...

lunes, 4 de agosto de 2008

Cerrada por derribo

Una pequeña tragedia: han cerrado la piscina de La Latina para demolerla. Con lo poco que me gustaba el agua de pequeño en los últimos tiempos ir a nadar se había convertido en mi mayor vicio. Claro que lo que no me gustaba no era el agua, eso lo supe cuando descubrí, en la Península y ya de mayor, las piscinas climatizadas. Lo que no me gustaba era el agua fría. Superado ese escollo la natación se convirtió, contra todo pronóstico, en uno de mis deportes favoritos.

Ya sé que hay otras piscinas en Madrid, incluso planean hacer una muy cerca de mi casa. Pero ésta la había vinculado a un ritual estupendo. Tan importante como el baño era el paseo que me daba hasta La Latina, atravesando Chueca, Gran Vía, Sol y la Plaza Mayor. Siempre por las mismas calles, cruzando por los mismos pasos de cebra. Una ruta deliciosa por el centro de Madrid que recorría escuchando la música de mi iPod y con los ojos bien abiertos porque casi siempre encontraba a alguien conocido. Y la vuelta, en metro, leyendo el periódico del día.

El viernes fui de los últimos en salir del agua. Había gente sacando fotos, despidiéndose de los empleados del centro deportivo. No me voy a poner nostálgico, no es la casa de mis ancestros, ni me sucedió nada extraordinario allí, simplemente pasé unos cuantos buenos ratos. Pero lo siento sobre todo porque me va costar encontrar otro ritual tan sano, tan agradable, tan perfecto como ese paseo y ese baño para llenar mis mañanas, ahora maravillosamente ociosas.

Foto: Jesús Encinar