lunes, 13 de agosto de 2007
Turismo rural
Hace ahora un año escribió Julio Llamazares un artículo extraordinario sobre el veraneo. Antes, argumentaba el escritor, uno se iba de vacaciones al pueblo. Y era mirado con compasión por quienes tenían la suerte de marcharse a Torremolinos o en Benidorm. Pero con los años los que se iban a la costa descubrieron que su soñado descanso era en realidad una estafa -atascos, aglomeraciones, masificación-, alguien acuñó la expresión "turismo rural", y el mismo agosto de toda la vida en casa de la abuela se convirtió en un destino envidiado, incluso glamuroso.
Pues bien, este verano, como los últimos 35, estoy de turismo rural en Busto de Bureba (Burgos). Un destino de lo más recomendable. Casi como el artículo de Llamazares, de lectura obligatoria para quienes no lo hayan leído. Si quieren me lo comentan.
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5 comentarios:
Chimpón. ¿Hasta septiembre?
Hace dos años practiqué con orgullo la clase de turismo a la que se refiere Llamazares. En mi caso incluso rizé el rizo acuñando una nueva fase que podríamos denominar rural-rural-rural. Esto es, paleto de Madrid venido aún a menos por vivir desde pequeño en Canarias (que como todo el mundo sabe es una sucursal ideológica de Venezuela), y proyectado eventualmente a Torres de la Alameda, entrañable localidad de las afueras capitalinas que alcanzó su minuto de gloria en el verano de 2004, cuando su ex alcalde, el sociata Antonio Rodríguez del Barrio, resultó herido en un tiroteo.
Envilecido en el pantano de mi propia ignorancia, confieso que hallé placeres sin cuento en contemplar los olivos desde mi terraza, en atacar unas bravas a la hora que se me antojaba en un tascazo de ambiente taurino, y en tirarle huesos de aceituna a gañanes de serie Z, que, como en la viva parodia de Ernesto Sevilla, saludaban al paso de mi coche diciendo YAHA! (o YAHAHA! en el caso de los más comunicativos), para agitar encabronados la garrocha, un segundo después, ante mis espantosas faltas de respeto.
Las chicas de los pueblos del interior se llama invariablemente Jennifer o Catalina, y las de Canarias Cathaysa, Guacimara, Gazmira o Chaxiraxi. Dicen que Yeray, nombre del auténtico falo isleño(el cani peninsular), es ambivalente y sirve también para mujeres, pero aún no he podido contrastar este extremo. ¿Y qué me dicen de Ayoze? ¿Ustedes le pondrían a un hijo suyo un nombre así si quisieran su bien? Buenos días.
Por supuesto, "ricé" va con c. Semejante desliz ortográfico hace llorar al Niño Jesús, pero es que yo soy ateo, ¿vale?
Creo que no le pondría Ayoze pero anda que también había nombres antes en los pueblos... ¿Tanausú o Pancracio? ¿Jennifer o Romualda? Jebi, el 28 voy para Tenerife, tenemos que quedar e intercambiar experiencias del mundo rural, que esa faceta tuya no la conocía yo.
Aquí nos vemos cuando llegues y hablamos de turismo, de periodismo y de profesoras de tenis. Por cierto, si aún no has visto las fotos de la Fiesta del Bigote no pierdas la ocasión, macho. Son de juzgado de guardia.
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