miércoles, 8 de julio de 2009

Mis amiguitos especiales

La boda del siglo ya pasó y mejoró las expectativas. Hubo una organización perfecta, con autobuses -estábamos en la Península, si no serían guaguas- desde el aeropuerto de Sevilla hasta la puerta de la Iglesia, visitas guiadas por Zafra y todo el parador nacional Duque de Feria cerrado para los invitados. Además, tuve la oportunidad de ver a mis amigos de Tenerife, los de toda la vida. A varios los conocí en el instituto, a otros en el colegio, a alguno incluso en la guardería: casi todos son del barrio. Muchos se han casado y tampoco se han ido a vivir muy lejos: lo agradezco, puedo visitarlos a todos en media hora.

De mis amigos ya he hablado en varias ocasiones. Cada uno tenemos nuestra personalidad pero cuando nos juntamos hay una especie de inteligencia -por decir algo- colectiva forjada durante décadas y compuesta por anécdotas variopintas; frases que nos hacen gracia y repetimos hasta la saciedad y cuanto más las repetimos más gracia nos hacen y más estupor causan a quienes las escuchan; y afinidades comunes, muy peculiares y arbitrarias. Les cuento algunas.

Por ejemplo. Últimamente nos ha dado por repetir, sin venir a cuento, frases extraídas de la conversación que mantuvieron el presidente valenciano, Francisco Camps, y un supuesto miembro de la trama corrupta, Álvaro Pérez, El Bigotes, en una conversación que consta en el sumario del caso. "Eres mi amiguito especial" -aunque en realidad se llamaron "amiguito del alma", según apunta mi amigo Manolo. "Tenemos que quedar a hablar de lo nuestro, que es muy bonito". "Te quiero un huevo". on el regalo] "te has pasado 20 pueblos". ¿Les hace gracia? Pues les juro que a nosotros muchísima.

Por ejemplo. Podemos contar diez veces, riéndonos igual la primera que la trigésima, un recital de poesía en el que participó un antiguo compañero de instituto y que incluía versos que decían "¡los volcanes!" o "el sol del mebrillo en el dintel de la puerta". O recordar una exhibición de canción lírica a cargo de otro colega, de la que sólo recordamos una estrofa: "la mía mamma... napolitana". ¿Les parece divertido? Pues a nosotros sí.

Por ejemplo. Podemos organizar mientras cenamos un campeonato para ver quien sabe más de las películas de El Padrino con preguntas tan precisas como ¿Qué personajes aparecen en las tres películas de la trilogía? ¿Qué fiesta celebran los italianos de Nueva York el día que mataron a Don Fanucci? ¿Qué le dice Michael a Fredo al descubrir su traición? ¿Cuál es el secreto de Clemenza para preparar las albóndigas? ¿Les parece interesante? Pues a nosotros nos encanta.

Por ejemplo. Podemos ponerle a alguien un mote en un minuto y al día siguiente otro. Que el nombrete, como decimos en Canarias, se perpetúe, depende en parte del sentido del humor del interfecto. A mí por llevar unas sandalias peculiares a una despedida de soltero me cayó el sobrenombre de profesor de ética. Por una camisa de flores y alguna referencia al barrio en el que vivo en Madrid, en otra despedida me pusieron Slinky, compañero de celda de Tango en Tango y Cash. ¿Les parece ingenioso? Pues a nosotros bastante.

Esperen un minuto antes de llamarnos chalados. Reflexionen si en los grupos humanos a los que pertenecen ustedes, no pasa lo mismo: con otras anécdotas, con otras complicidades. ¿Estamos locos?

4 comentarios:

Paul dijo...

Sé que fuiste tú, Fredo. ME ROMPISTE EL CORAZÓN.


Te ha faltado un capítulo sobre la expansión a la península de estos dichos comunales. ¿No habías logrado introducir en tu entorno lo de "Dónde vas, pastel"?

Bueno, amigo. QUE TE QUIERO UN HUEVO.

Anónimo dijo...

¡Sajazo!

Anónimo dijo...

Lo bueno de Berni es que tiene varios grupos de amigos e intercambia anécdotas entre unos y otros. ¿Existe alguien en su entorno que no haya oído las anécdotas de "El negro"? Si es así que se prepare, ya veo a mi hermano relamiéndose ante la posibilidad de desplegar de nuevo semejante repertorio.

Anónimo dijo...

Me parece estupendo esas complicidades y ese buen rollo que hay entre ustedes. La amistad es lo mejor de la vida: el amor es demasiado solemne y a menudo egoísta. Agradecer a Hugo que los reunió "en fecha tan señalada" y no pierdan las mañas o sea que cualquier excusa les sirva para pasar días como éstos.