sábado, 7 de marzo de 2009

El hombre que mató a Liberty Valance

Empezamos hoy pidiendo perdón por el último post, algo alejado del tono general de Puesfijate y que ha suscitado rechazo por parte de algunos lectores, no especialmente los barcelonistas. Dicho esto hoy hablaremos de cine, como tantos viernes -ya madrugada del sábado. El trabajo acumulado de toda la semana, por mucho que el estrés sea del bueno, hace que el último día laborable de la semana lo que apetezca sea ver una buena película en casa, preferiblemente un clásico, o sea una cinta avalada por el paso del tiempo. Con el cansancio que arrastramos de cinco días seguidos currando, esta semana seis con las elecciones, no se pueden correr riesgos innecesarios.

Hoy tampoco me han defraudo los 45 años de críticas elogiosas que acumula El hombre que mató a Liberty Valance. Supongo que muchos la habrán visto: es la historia de dos hombres cuyas vidas se cruzan en un pueblo del oeste: el abogado Ramson Stoddard (James Stewart), partidario de imponer el orden con la fuerza de la ley, y el más pragmático cow boy Tom Doniphon (John Wayne), firme creyente en la autoridad del revólver. Ambos se enemistarán con un bandolero llamado Liberty Valance (Lee Marvin) y se enamorarán de la misma mujer, Hallie (Vera Milles). Una película de estereotipos en la que cada uno lleva grabado en la cara lo que es -el bueno, el duro, la guapa y el malo-, con un guión sencillísimo -no hay que estar preguntando como ahora en el cine todo el rato que quién es ese-, pero que resulta entretenida, profunda y estupenda. Siento ponerme como el abuelo cebolletas pero voy a ver veinte películas de estreno ahora y no encuentro ninguna que guste tanto.

Ahora voy a destripar la película, a medias eso sí. Así que si hay quiere verla, algo muy recomendable, le aconsejo que no siga leyendo. También me voy a poner cursi, así que si alguien tiene la vergüenza ajena muy desarrollada también puede interrumpir la lectura. ¿Me he quedado solo? Da igual. Lo que más me ha conmovido de esta película es algo que tiene en común con Casablanca. Retrata el acto más sublime que puede hacerse por amor: renunciar a la persona querida cuando sabemos que sería más feliz de otra manera. Lo contrario de eso, tan de moda, de "la maté porque era mía". Siempre me dio pena Rick (Humphrey Bogart) en Casablanca pero un día Óscar, mi profesor de piano me hizo reflexionar: "En el amor cuanto más se da más se recibe. Quien piense que Bogart es un perdedor no ha entendido el mensaje y es un necio". Entonces no le comprendí bien pero después de darle alguna vuelta al tema y ahora al ver esta película, le doy la razón. Bogart y Wayne las querían tanto que no podían hacer otra cosa. Y no eran idiotas, eran unos héroes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bonito, Ber. El otro post es que no parecía tuyo. No te pegaba.

Anónimo dijo...

Lo único que me preocupa es que creo que sigues sin entender el final de Casablanca.

Anónimo dijo...

Bogart con quien quiere quedarse es con el capitán Renault.

Anónimo dijo...

No he visto esa película ni la veré probablemente nunca por mi alergia original a los westerns(?)Lo siento pero es algo que me puede. Pero estoy totalmente de acuerdo contigo en que las películas de "esqueleto" sencillo pueden ser geniales como la vida misma. Por ejemplo: aquel cine francés de hace 20 años intelectual y retorcido que aburría a las ovejas y el actual que cuenta historias simples, hilarantes ("La cena de los idiotas") o no ("Dejad de quererme)pero que entusiasma al vulgo como yo.