martes, 7 de abril de 2009

I love Vallecas

Siempre he dicho que para mí los límites de Madrid son: por el Norte, plaza de Castilla; al oeste, El faro de Moncloa; al sur, Atocha; y al este, Avenida de América. Fuera de esos límites todo es terra incognita. Pero no, me equivocaba y mucho. El sábado por la tarde me acerqué a Vallecas en un ataque de forofismo para ver el Rayo Vallecano-Tenerife. Me acompañaban mi compañera Patricia Rodríguez, vallecana de pro; mi paisano del Puerto de la Cruz Pablo Melián; y mi amigo Alfredo, que se apunta a un bombardeo. Tengo que decir que el barrio me encantó. Lógicamente los edificios no son los de Alonso Martínez ni la Avenida de la Albufera es Recoletos. Es humilde, pero digno y había un ambiente sano y festivo que me dio bastante envidia. El centro de la ciudad será elegante pero nos encorseta mucho: no nos movemos con la naturalidad con que lo haríamos en un pueblo. En Vallecas sí: todo el mundo parecía formar parte de una gran familia. Sacaban las cervezas a la calle, hacían cariñosas bromas a los que llevábamos la camiseta del Tenerife, acompañaban a la abuela al estadio y en el descanso abrían el túper con los sandwiches e invitaban a los compañeros de grada.

Tampoco vamos a exagerar: viajar a Vallecas no fue descubrir un mundo como cuando fui a Delhi. No encontré nada realmente nuevo, pero sí pegué juntos muchos pedazos de recuerdos, de pueblos, de barrios, de comunidades pequeñas donde te sientes parte de algo más grande. Hay quien prefiere el anonimato del centro de la ciudad y quizá a los quince días estaría harto del barrio. Pero no tenemos que tomar decisiones tan drásticas: seguiremos viviendo en la misma calle pero podemos de vez en cuando pillar el metro y cuatro paradas más allá encontrar un sitio diferente. Les dejo con este himno oficioso del Rayo, bastante gamberro, que compusieron unos hijos ilustres de Vallecas: Ska-p. También son de allí Poli Díaz, Inés Sabanés y la estanquera de la película de Eloy de la Iglesia, pero no Ramoncín, aunque muchos piensen que sí. Y la San Silvestre, claro, aunque no el santo, que era un Papa romano del siglo IV, el primer canonizado que no murió mártir. El año que viene me acerco a disputar la carrera.

PS: Una confesión. Me pareció tan agradable la afición del Rayo y tan estruendosa la del Tenerife -me amagaron un par de ataques de vergüenza ajena- que no me hubiera importado que nos colaran un gol. Al final, cero-cero. Espero que subamos los dos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿por qué se avergüenza de su afición, caballero? Estos chicharreros light, en cuanto pasan una docena de años lejos del chicharro, se vuelven de un finolis...Eso sí, a culto no hay quien le gane: lo del papa está muy bien traído, o sea que si no eras mártir no eras santo si lo he entendido bien. Y éste vino a romper la cadena.

Anónimo dijo...

A mí también me da vergüenza lo del "Riqui-raca-zumba-raca" y "Con siete estrellas verdes, con siete estrellas verdes..." Lo siento.

Y en cuanto a Vallecas, no lo conozco pero somos de la placita de los intitutos, y nuestros límites son el Barrio de la Salud, los Gladiolos, la Glorieta de los Campitos y el Parque de la Granja. Así que de finolis, lo justito.

Anónimo dijo...

"Hacer barrio" es una actividad estupenda en este Madrid de pretendidas modernidades, tiendas con lo mas "in" y bares de diseño "zen" con tapas de autor.
Defiendo el hueso de jamón colgado de un clavo torcido, ración de calamares 5€ y el palo de madera con su frase escrita: "o pagas o me descuelgo".
Jefe!! Dos mahous!!
Alf.