lunes, 13 de abril de 2009

Ópera

Últimamente me da por escuchar ópera. No quiero presumir de gusto musical. Primero porque presumir de eso es una bobada. Y segundo porque mi gusto es muy variado: incluye de Verdi a El Fary y en ocasiones escucho a uno después del otro sin pausa por en medio.

Tampoco vamos a caer en la simpleza de que es lo mismo Turandot que El Torito Bravo, cada una toca fibras sensibles diferentes. La ópera, la que yo entiendo -me encanta la italiana, se me atraganta la alemana- es para mí la expresión artística más sublime. Escuchar arias como Voi che sapete de Las bodas de Fígaro de Mozart o La dona e mobile, de Rigoletto es si me permiten a estas horas una cursilada, lo más parecido a volar que conozco. Pero la magia se deshincha en ocasiones si mientras las escuchamos seguimos el libreto. La música es preciosa pero la acción que se representa es a menudo una estupidez. La historia que se cuenta en Las bodas de Fígaro, por volver al ejemplo, es una tontería digna de la serie aquella Enredo, cuyo principal interés era no tener ni pies ni cabeza.

Veamos por ejemplo el aria maravillosa mostrada en este vídeo. Es la célebra Quando men vo, de La Boheme de Puccini. Escúchenla. Es extraordinaria. Contribuye al efecto Anna Netrebko, la soprano ruso-austriaca que canta: no me negarán que es guapísima. Pero repasemos la escena a la que pertenece la música (cito la sinopsis de la colección de EL PAÍS): "Marcello que aún está enamorado de la coqueta Musetta, apenas puede contenerse ante los comentarios de ésta, que sólo buscan sus celos. Musetta rompe un plato para llamar la atención y canta una canción que Alcindoro juzga indecorosa. Grita fingiendo un fuerte dolor en un pie y apremia a éste para que vaya a comprarle otro par de zapatos. Apenas se ha ido, Musetta y Marcello se abrazan (...) Musetta pide al camarero que añada la cuenta de los bohemios a la de Alcindoro. El grupo de amigos sale de la escena (...) y el amante de Musetta con los zapatos recién comprados, llega a tiempo de que el camarero le presente la abultada nota".

Éste es el resultado de fusionar el talento de uno de los mejores músicos de todos los tiempos, con una novela por entregas sobre la vida bohemia que se publicó en el periódico El Corsario entre 1845 y 1849. No pasa nada, uno puede disfrutar de la voz -y de los ojos- de la Netrebko sin fijarse demasiado que canta una historia desfasadísima escrita para el gusto burgués del siglo XIX. Más imaginación se requería para evocar a la tísica Violeta Valery de La Traviata cuando la interpretaba, por ejemplo, la robusta Monserrat Caballé.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Quién era el que decía que la ópera era un espectáculo donde el tenor quería hacerse a la soprano y el barítono hacía todo lo posible por impedirlo?