
La lectura de La isla del Tesoro es una delicia con 10 años y con 36. Cuando uno es pequeño disfruta sobre todo de la aventura, porque nuestras emociones están más despiertas, menos erosionadas y sentimos más el miedo, el asombro, la angustia o la alegría. Con el tiempo aprendemos, para bien o para mal, a separar mejor la realidad y la ficción, interiorizamos que las novelas o las películas están en un plano distinto al de nuestras vidas y perdemos empatía con los protagonistas: nos cuesta más meternos en su piel. Pero el ojo adulto descubre en la novela de Stevenson detalles interesantísimos que se pierde el niño. Por ejemplo, el estupendo retrato psicológico de los personajes. No son figurantes de un cuento infantil, monigotes maniqueos pintados con cuatro trazos, sino tipos complejos, volubles, con aristas. Como usted, como yo y como todo el mundo.
De todo el repertorio de tipos humanos que pululan por la novela me quedo, sin dudarlo un minuto, con John Silver, El Largo, para mí su verdadero protagonista. Jim Hawkins es el narrador de la historia pero también él -quizá el que más- no puede escapar de la tremenda fascinación que irradia el marinero con una sola pierna. Es el centro de la acción porque todos los personajes le aman, le temen, le respetan, le odian con una fuerza extraordinaria. Tiene cautivados, en su sentido literal, aprisionados a todos los que le rodean.
John Silver es terriblemente malvado. No sé si en la época de Stevenson estaba acuñado el término, pero es un psicópata de manual. Antes que él -el Yago de Otelo- y después -pienso en la trilogía de Larsson- la literatura, y no digamos el cine, ha engendrado tipos de una perversidad similar. Pero pocos pertenecen a una categoría tan peligrosa. Porque el pirata cojo es además es un seductor, un líder diabólicamente inteligente. Miente, manipula y convence. Puede intentar matarte pero si las circunstancias cambian es capaz de persuadirte, cinco minutos después, de que es tu amigo y el hombre más virtuoso sobre la tierra. Afortunadamente no abundan los tipos como Silver. Pero si sospecha de que tiene alguno cerca, huya antes de ser arrastrado por su maligno magnetismo. No todo el mundo tiene la suerte de desenmascararlos oculto en un barril de manzanas.