jueves, 15 de octubre de 2009

75 años de la Revolución de Asturias

El otro día nosequé periodista de un medio británico -me da pena no acordarme- publicó en un artículo las cosas que nunca debe hacerse en este oficio, entre otras hacer listas del estilo de "las diez frases más célebres de la historia del cine" o poner demasiado énfasis en los aniversarios. En Puesfijate no estamos de acuerdo, nos encantan las listas y hoy vamos a hablar de una efeméride que se celebra estos días aunque la prensa, quitando la regional, no ha dado, para mi sorpresa, demasiada cuenta de ello.

Se trata de los 75 años de la llamada Revolución de Asturias. Quizá el escaso eco de la efeméride en los medios, habitualmente sobresaturados de otros aniversarios, se deba a que el 75 no parece un número demasiado redondo. A mí si me lo parece, bastante más que el 70 o que el 80, pues es tres veces 25, los tres cuartos del siglo. Pero bueno, hoy vamos a hablar de historia y de política, dejamos las matemáticas para otro día. ¿Qué decir de los sucesos de octubre del 34? Hay una visión revisionista de la historia impulsada en los últimos tiempos por cierto sector de la derecha, que apunta más o menos a que esa es la verdadera fecha de comienzo de la Guerra Civil. Que la sublevación de Franco dos años después fue un ejercicio de legítima defensa contra la deriva marxista de la república, cuyo primer coletazo había sido la Revolución del 34.

Este argumento, naturalmente no se sostiene. Franco dio un golpe de Estado contra un Gobierno legítimo al que siguió una guerra civil, una durísima represión y una larga dictadura, y eso no puede justificarse de ningún modo. Pero tampoco coincido con esa visión romántica que convierte a los mineros asturianos en adalides de la libertad y la demócracia y mártires de una causa justa. La Revolución de Asturias y el golpe militar fueron cosas muy distintas pero tuvieron un elemento en común: supusieron un intento de subvertir por la fuerza un orden político establecido en las urnas. Tan legítimo era el gabinete de derechas del 34 como el de izquierdas del 36. Si miramos con simpatía la revuelta obrera ¿Qué argumento nos queda para condenar un golpe contra un Gobierno que emanaba de la misma Constitución?

Resumen de mi tesis. Tenemos que asumir que un golpe o una revolución violenta contra un Gobierno democrático son esencialmente malos. Los dé quien los dé. Aunque sean de los nuestros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bien visto. Lo de Asturias no empezó la guerra. Pero tampoco hay que mitificarlos.