jueves, 11 de marzo de 2010

¿Para llevar o para tomar?

Me molesta perder el tiempo. No es que sea un tipo con demasiadas obligaciones pero me empeño en imponerme demasiadas tareas. Así que una de las cosas que más me alegra el día es hacer tres o cuatro cosas de esas que uno tiene en la lista de espera: resolver un trámite administrativo, hacer una llamada pendiente, una compra que llevaba tiempo pensando, ordenar un armario (véase el post anterior)...

Puesfijate que hay una pérdida de tiempo, de apenas unos segundos, que me resulta particularmente fastidiosa. Se produce cada vez que entro en una pastelería, algo que sucede con cierta frecuencia. Yo voy y pido un dulce, un tocino de cielo o un merengue, por ejemplo, y la dependienta me hace la fatídica pregunta, la misma en todas las confiterías de España: "¿Para llevar o para tomar?". Y ahí se produce el desajuste. Porque yo lo quiero tanto para llevar como para tomar, que salgo por la puerta comiéndomelo, y esas palabras siempre me desconciertan. Tres segundos tardo en darme cuenta de que "para llevar" significa para la dependienta que no me lo vaya a comer inmediatamente y contesto: "Para tomar llevándomelo"- dos segundos más. Y entonces la empleada -tras tres segundos de duda por mi ingeniosa respuesta- me lo da sin envolver y yo empiezo a zampármelo.

Tres más tres más dos son ocho segundos. Si la empleada me hubiera hecho la -para mí- pregunta lógica -"¿se lo envuelvo?"- yo habría respondido "no" y la escena hubiera dudado siete segundos menos. ¿Parece poco? Pues verán. Siete segundos por tres pasteles por semana son 21 segundos por semana. Por 50 semanas al año son 1.050 segundos al año -casi 20 minutos. Y 17,5 minutos por 80 años que pienso vivir desde que cumplí los diez -antes los pasteles me los compraba mi madre- son 1.400 minutos, aproximadamente un día entero de toda mi vida empantanado en esa frase tan extendida como absurda.

Un día. En un sólo día, el 16 de noviembre de 1532, Francisco Pizarro pasó de ser un loco aventurero a tener en su mano todo un imperio, el inca, tras secuestrar a Atahualpa. En un sólo día, el 11 de septiembre de 2001 Bin Laden, un lunático casi desconocido que vivía en un desierto, se convirtió en el hombre más famoso y buscado del mundo y las Torres Gemelas, símbolo del poder del capitalismo occidental, quedaron reducidas a chatarra retorcida. En su sólo día, eso sí repetido muchísimas veces, Bill Murray se transformó en un tipo agradable, aprendió a tocar el piano y se ligó a Andie McDowell en Atrapado en el tiempo. Devuélvanme mi día y no el pastel no me lo envuelva, por favor.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí lo que me alucina es que comas pasteles tres veces por semana, así porque sí. Quién pudiera...

Anónimo dijo...

Qué tal si dijeras: "Un tocino de cielo (o un merengue) para comérmelo de inmediato?" Es un enunciado un poco más largo pero nos ahorraríamos los minutos de reflexión. Me parece fatal que comas tanto pastel: se te va a estropear esa dentadura tan bonita que tienes.

Anónimo dijo...

Bueno, Berni, tampoco es para tanto...¿Cuántas veces has repetido la frase "¿Estudias o trabajas?" o "¿Vienes mucho por aquí?" sin que te hayas zampado nada ni te lo hayas llevado ni envuelto ni sin envolver a casa? Por lo menos en la pastelería tienes la seguridad de que ese tipo concreto de hambre será saciada. Cosa que no ocurre con otras preguntas que sin duda habrás repetido miles de veces.

Anónimo dijo...

¿Para cuando un post de frases extendidas y absurdas y las respuestas que merecen, del tipo de:
- ¿dónde guardas el hielo? (Respuesta: ¡en el horno, no te jode!)
- O "¿puedo hacerte una pregunta?" (Respuesta:¡Evidentemente!)
- O ¿Estás dormido? (Respuesta: hasta que me preguntaste, sí). Y aún mejor :¿Estás muerto?

Agustín dijo...

¿Te has parado a contabilizar el tiempo que has perdido en tu vida intentando convencer a una mujer para que "intime" contigo?................... Si la pastelera estuviera buena, se riera con tu ingeniosa contestación....... ya no te parecería perdida de tiempo. Ya habló de la relatividad del tiempo nuestro afro-blanco Eistein.