martes, 24 de marzo de 2009

Diez motivos para visitar Lisboa

He vuelto hoy mismo de Lisboa, una ciudad que no conocía, afortunadamente para mí porque así he podido verla por primera vez. Mi vieja amiga Lorena y su marido, Claudison, llevaban años invitándome -agradezco su hospitalidad- pero no se por qué hasta ahora no se me había ocurrido hacer el viaje. Cuando uno pasa tres días en un sitio nuevo no puede pretender transmitir su espíritu, ni escribir una guía turística e incluso es difícil construir un artículo periodístico medianamente serio. Así que los apuntes que voy dejar hoy y probablemente los próximos días deben ser entendidos como impresiones muy personales, incompletas y seguramente injustas.

Hecha esta aclaración arranco. A mí Lisboa me ha encantado y volviendo esta mañana en el avión me he parado a hacer una lista, una manía personal, de las cosas que más me han gustado de la ciudad. Las comparto con ustedes: los que ya hayan estado pueden confirmar o rebatir mis opiniones; al resto espero animarles para que la visiten. Ahí van mis diez motivos para visitar -y volver a Lisboa-.

1) El más obvio: es una ciudad preciosa. Aunque un terremoto se la llevó por delante hace 250 años ha sabido reconstruirse. Hay zonas horribles, como en todos sitios, pero los barrios antiguos no están contaminados de espantos urbanísticos. Desde muchos miradores, como el de Santa Lucía (en la foto, desde el que se domina el barrio de Alfama) la vista es impecable: ni un monstruo de ladrillos que estropee la foto. A muchos edificios les falta una reforma o una capa de pintura pero también esa decadencia tiene su encanto.

2) Está muy cerca. Tan cerca de Madrid como Barcelona, por ejemplo. Pero así como casi todo el mundo ha visitado París, Londres o Roma no tanta gente ha estado en Lisboa. Se llega en una hora en avión y por las carreteras han mejorado mucho. Además hay otras cosas que la han acercado aún más: desde hace años, como pasa con el resto de países de la UE ya no hay fronteras, el DNI basta para identificarnos y desde la entrada del euro no hay ni que cambiar el dinero.

3) Enlazando con lo del dinero: es relativamente barata. Se puede cenar con vino y postre en un restaurante muy decente por 20 euros.

4) Los portugueses parecen cultos, pacíficos y amables. Digo parecen porque no quiero sacar conclusiones de 72 horas que he pasado en la ciudad. Y son muy interesantes en un sentido: deberían parecerse mucho a nosotros, pero son bastante diferentes. Como dos hermanos mellizos que se encontraran después de muchos años es divertido observar y adivinar las diferencias.

5) Es una ciudad abarcable. Uno puede visitarla y hacerse una idea razonable del lugar en tres días, algo que tranquilizará al viajero apresurado y ansioso por no perderse nada fundamental. Eso no excluye que uno pueda descubrir muchísimas más cosas si prolonga la estancia. Y es lo suficientemente grande para que los urbanitas más recalcitrantes puedan vivir en ella sin sentirse axfisiados.

6) No tiene mar, pero como si lo tuviera. Así como hay ciudades costeras que viven de espaldas al mar (Santo Domingo), Lisboa vive volcada en el océano. La desembocadura del Tajo es tan ancha que apenas se ve la otra orilla. Y cerca de la ciudad hay estupendas playas donde pasear y tomar el sol practicar surf.

7) Tiene buen clima. Pelín húmeda por ponerle una pega.

8) Para los que nos gusta la historia es una ciudad interesantísima. De aspecto modesto comparado con París, Londres e incluso Madrid, ha sido capital de un enorme imperio. En sus calles encontramos recuerdos de Pessoa, Lobo Antunes, Vasco de Gama (que era del norte pero está enterrado en Belem), Camoês, Amalia Rodrigues o Santa Antonio de Padua, que no era italiano sino del barrio de Alfama. El terremoto la dejó malparada pero eso hace también muy interesante estudiar la reconstrucción emprendida por el marqués de Pombal.

9) Es turística pero no ha hecho una caricatura de sí misma para deslumbrar al visitante ávido de tópicos. Las estampas pintorescas son genuinas, no buscadas. Los eléctricos (tranvías) amarillos transportan de verdad ciudadanos camino de su trabajo, no son como las calesas de Sevilla; la gente tiende la ropa en los balcones de casa y come bacalao. Algunos locales de fado si son un puro teatro para turistas pero también los hay auténticos. No soy nada aventurero en materia de música pero la última noche que estuve allí presencié un concierto de música de Cabo Verde muy emocionante.

10) Por todo lo dicho anteriormente: es una ciudad amable. Si fuera una persona caería bien a todo el mundo. No por simpática o extrovertida pero sí por sencilla, modesta, bonita y acogedora. No puedo decir lo mismo de otros lugares que a mí me encantan como Madrid, París o Nueva York.

Para terminar le pondremos tres pegas, que en realidad son tres piropos matizados. Tiene unas cuestas terribles, peores que las de Santa Cruz, de hecho muchas calles son directamente, escaleras y los paseos se convierten en yinkanas. Está empedrada con un adoquinado blanco muy bonito pero peligroso para las personas mayores o ebrias. Y la comunicación, al menos para mí, se hacía difícil: la lengua portuguesa, tan próxima y tan bonita -según mi amigo Alfredo es aún mejor para ligar que el italiano- no se entiende un pimiento.

4 comentarios:

Lorena Crusellas dijo...

Bueno tu vieja amiga lorena cree q con 3 dias has recogido la esencia de la ciudad y coincido con los motivos que has expuesto para valer como pasaporte o garantia segura de visita a Lisboa. La gran desconocida a pesar de su cercanía... esperamos tu vuelta.

Anónimo dijo...

Puestos a decir más cosas buenas de Lisboa, añado que tiene unos cafés preciosos, como el de A BRASILEIRA. Fui hace mucho, pero todavía me acuerdo.

Anónimo dijo...

Y, por lo visto, lo de que la portuguesas tienen bigote es un infundio.

David dijo...

Nunca he ido a pero me han llegado muy buenos comentarios sobre esta ciudad. Espero en algun momento ir y poder disfrutar yo mismo de ello. Ojala que pueda conseguir pasajes en avion baratos para tener mas dinero disponible en la ciudad