martes, 31 de marzo de 2009

The New Hard Times

Creo que nada me ha dado tanto asco en mi vida como esta crisis. No es que me afecte directamente a mí, de momento, pero sí a muchas personas a las que quiero. Ver a tanta gente en paro, con trabajos precarios, recibir todos los días correos de amigos que buscan trabajo, observar el caudal de talento que se está desperdiciando, me pone enfermo. Pero bueno en Puesfijate decidimos desde el día de su fundación que íbamos a ser optimistas, así que después de este desahogo ofrecemos, como siempre, todo nuestro apoyo y ayuda a quien la solicite, aunque el margen de actuación sea mínimo. Como ya dije hace unas semanas, ya me gustaría que me sobraran tres millones de euros para emplear a un montón de gente valiosa hasta que pase el temporal. El Euromillón se resiste, pero llegará.

The New York Times también está en crisis, pero sólo económica. No de ideas. Su penúltima genialidad -ya saben que aquí llegamos a todo con quince días de retraso- se llama The New Hard Times, los nuevos tiempos duros, jugando con el nombre del diario. La sección consiste en una serie de vídeos con conversaciones entre testigos del crack del 29 y las nuevas generaciones que tienen que lidiar con esta depresión en ciernes. Los lectores están invitados a mandar sus grabaciones. Una abuela es entrevistada por su nieto de 13 años. Un profesor de 96 años charla con sus alumnos. Los descendientes de Jackson Pollock leen la correspondencia del artista en aquellos años. El resultado en algunos casos es extraordinario. Y confirma mi impresión de la crisis es de la industria periodística, no del periodismo. Espero que las neuronas de quienes nos tienen que sacar de ésta estén tan en forma como las de los profesionales de The Holly Bible, como llamamos en el trabajo al viejo Times.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te estás convirtiendo en mi fuente de temas preferida para mi propio medio de comunicación. gracias ber!

Anónimo dijo...

Mucho mejor nos habría ido si hubiéramos escuchado más a nuestros abuelos y menos los cantos de sirena del banco y otros otros mamones. Pero nunca es tarde.