Leo hoy en EL PAíS una carta al director muy acertada e interesante -no porque la haya escrito mi madre- sobre el robo de los equipajes ya facturados en los aeropuertos.
La reflexión más aguda es la referida a la seguridad aérea. Nos piden casi que nos desnudemos en las zonas de control, nos hacen traspasar detectores de metales cada vez más precisos y nos impiden entrar en los aviones con un yogur en la mano. Pero no pueden evitar que en esa burbuja ultrasegura una mano invisible abra y robe impunemente las maletas. ¿Podría con la misma impunidad introducir un arma, drogas, una bomba? En este artículo, nada tranquilizador, explican cómo se producen esos hurtos. Y por qué no se castigan.
PS: Tranquila viejita, cuando vuelva a Santo Domingo -pronto, espero- te compro otra pulsera todavía más chula.
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2 comentarios:
¡Olé mi vieja!
Olé mi tía!!!!! Espero de veras que se tomen cartas en el asunto....
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