domingo, 6 de enero de 2008

Son mis amigos

Decía mi abuelo Manolo que uno es de donde estudia el bachillerato –para quienes no hayan ido al instituto o similar, de donde pasa la adolescencia. Estoy de acuerdo con la frase que creo, por cierto, que no es suya. Hasta los 12 o 13, uno es casi una extensión de sus padres. Los cambios son muy paulatinos. Pero después de esa edad empezamos a ganar nuestra independencia. La vida se convierte en un bandazo permanente y no volvemos a encontrar la estabilidad –el que la encuentra- hasta los 18 o los 20.

Yo creo que por eso, porque nos acompañaron durante aquella travesía extraña, son tan entrañables los amigos que conocimos –o consolidamos- durante nuestra adolescencia. Después uno viaja, se compra un coche, inventan Internet y extiende el caladero de posibles amistades mucho más allá del barrio o de los muros del instituto. Ahora nos es más fácil encontrar gente objetivamente afín a nuestros intereses. Pero es casi imposible que podamos incluirlos en la misma categoría afectiva de aquellos con los que empezamos a descubrir este mundo raro y nos corrimos las primeras juergas.

El viernes tuve cena con algunos de esos AMIGOS con mayúsculas de Tenerife. No estaban todos los que son –alguno se ha desgajado y lo tengo que ver a parte- ni eran todos los que estaban –con el tiempo se ha ido uniendo gente a la que apenas conozco. Algunos fueron conmigo a la guardería, otros al colegio, pero en general nuestra amistad se fraguó durante los años del instituto. Tenemos intereses comunes, pero no estoy seguro de que me hiciera amigo de todos ellos si los conociera ahora. El pegamento que nos une es otro: un pasado sentimental compartido que incluye los años en los que la vida era una centrifugadora. Y 20 años de anécdotas y bromas privadas, de un humor y hasta de un lenguaje propio e indescifrable para el profano, que se quedaría estupefacto ante el regocijo que causan frases como "los volcanes", "mi princesa", o "no Roman, no".

PS: El vídeo, lo reconozco, es una patata sacada con el móvil. Pero los que me mandó Hugo eran indifundibles.

5 comentarios:

Puesfijate dijo...

Vaya panda de borrachos...Vergüenza os tenía que dar

Anónimo dijo...

Estupenda velada y estupendo post masturbatorio. Te recuerdo que a mí me conociste en etapa universitaria, por lo que entro, lo sé y además no me extraña, en la categoría de los tipos que hoy no querrías conocer ni en pintura. Por cierto, creo que me has pegado el virus que llevabas. Desde que nos bajamos del tranvía la otra noche soy todo moco y escalofríos.

No te lo vas a creer, pero lo de "los volcanes", a estas alturas, no me lo sé. Y sí, el resto de videos, para que lo sepan los demás asiduos al blog, consiste en simulaciones públicas, reiteradas y comunales de sexo oral, vaginal, anal y manual. ¿Por qué siempre me dejas a mí esta desagradable tarea? Indifundibles, dice...

Anónimo dijo...

Es lo malo de llevar a un periodista a la cena, que luego lo suelta todo como Ekaizer.

Anónimo dijo...

Sin embargo tú no sueltas ni tu nombre, chavalín. No, no, no me lo digas, sólo dame una pista. ¿Qué sitio te tocó en la cena, encima o debajo de mí? Ya te pillaré, ya...

Anónimo dijo...

¿por qué no puedes poner los videos? ¿Nos ponemos con ñoñerías a estas alturas? (menos mal que yo no salgo, yo era el cámara, no unos de los actores).
"¡échale huevos, venga, joder!" (descamisado, mordiéndome el labio inferior, puños cerrados a lo Manolo).
Jebi, ¿lo tuyo es deformación profesional u obsesión profesional?
Desagradable tarea.... pero si te la estamos dejando a tí, que te gusta.
Hugo