Mucho ruido ha habido con la llegada del nuevo iPhone. En los medios hemos tenido un debate sobre cómo dar la noticia. La llegada de este nuevo cacharro es un acontecimiento mundial. Pero tampoco es cuestión de hacerle publicidad gratuita. Ante la duda hemos seguido la recomendación de un periodista que conocí hace diez años y que, quizá por seguir esa consigna, ahora es director de un importante medio de este país: hacer periodismo. Dar a la noticia la relevancia que merece (mucha) pero con todo el espíritu crítico que define a esta profesión.
Yo no me lo voy a comprar. Pero seguro que sí voy a adquirir este otro prodigio de la ingeniera moderna, el SiPhone que ha diseñado mi gran amigo Carlos Gámez. Estoy en ascuas esperando al 7 de agosto.
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9 comentarios:
Berni, no perdamos la cabeza. Un acontecimiento mundial es el plan contra el hambre de lula, que encuentren la vacuna del sida o que descubran vida en marte, joder. En casos como éste me dan asco los medios... ¿de qué estamos hablando? de un cacharrito monín que no supone ningún avance tecnológico, que no le cambiará la vida a nadie y que encima es carísimo. Le hacemos el juego y encima gratis. A veces pienso que Appel (por aquí cualquier nombre) tiene comprados a todos los directores y a todos los responsables de sociedad y tecnología. Venga ya.
PD: Esta Vik si soy yo :)
Una vez el borracho que vivía en nuestro piso de arriba estaba armando escándalo a las dos de la mañana. Mi madre asomó la testa por el balcón y le dijo "Shhhhhh!", a lo que él espetó "Sifón!". Mi madre hizo otra vez "SHHHHHHHHHH!", y él dijo otra vez "Sifóooon!". Mi vieja se batió en retirada.
jjjajajajajaja, Buenísima la historia del borracho. Un tipo entrañable del barrio. Mi madre lo llamaba "el de las palabrotas" porque iba por ahí blasmefando en todos los idiomas.
A mí sólo me habló una vez. Iba por la calle no sé si con el Suave o con Boltá. Él iba en dirección contraria y al cruzarse con nosotros nos miró y dijo: "Estudien". No sé si quería ser irónico o era un consejo bienintencionado para que no acabáramos como él.
No sé si habrá muerto. Se me ocurren al menos 20 motivos por los que podría haber fallecido. Lo dicho, cuando no estaba violento un tipo entrañable. Claro que yo no vivía debajo de él.
Pues por una vez, amigo, debo informarte de un final feliz. Nuestro hombre no sólo no ha muerto sino que se le ve por ahí bastante rehabilitado y siempre acompañado de la que en tiempos fue su mujer. Los dos andan cogiditos del brazo, con todas las marcas y arrugas de su mala vida, pero al menos sobrios y centrados de nuevo. Lejos quedan ya los tiempos en que el nota volvía a casa con objetos inverosímiles (desde una barra de pan en la cabeza, al más puro estilo Dalí, a una guitarra eléctrica sin cuerdas o un trozo de neumático), sin camisa o acercándose a mi hermana para recitarle aquello de "Arrogante se batía la princesa Guacimara". En fin, espero que al fin encuentre el hombre un poco de paz.
Tiene razón tu madre, sus palabros preferidos eran Hoputa!", "Hediond@" y "A mí los amigos no me han dado nada". Había otras expresiones, pero me resultaban ininteligibles al ser pronunciadas con el estómago o entre cataratas de gargajos. A mí nunca me dijo "Estudien", pero sí que también era "forofo" (sic) de Iron Maiden. Otro día trató de matar a mi perro a patadas.
Anda, por una vez uno de sus personajes parece que encontró el camino. ¡Qué gran ejemplo para Fofito!
Como diría ese teórico del comunismo que es mi padre (aunnque él todavía no lo sabe): No hay que crearse necesidades. Es un consejo tan bueno el de "estudien" y sale por alguien ya nació rehabilitado.
La abuela lo decía aún más corto:qué necesidad.
Al iPhone lo sustituirá el wen fin y al wen-fin el gron-fin. Los fans (o forofos) de los nuevos gritos volverán a hacer cola y las pisos de treinta metros cuadrados acabarán hasta arriba de arritrancos (palabro también de mi abuela, otra sabia que no precisaba de rehabilitación).
¿Y qué fue del perro?
El perro (era perra y se llamaba Senda) murió hace dos años, por suerte de extrema vejez. Cuando nuestro amigo trató de matarla dio más patadas al aire que a su objetivo, y al final resbaló y cayó. Y ojo, que él también tuvo lo suyo; un ser que vivió conmigo y al que yo eduqué no podía menos que intentar arrancarle al menos un par de dedos del pie. Como era pequeñita, mi querida mascota escapó aquel día de acabar en la perrera. Nunca me habría perdonado ver hoy a nuestro amigo, rehabilitado y cojo. Esto último es broma, claro. Haberse metido con uno de sus elefantes rosas, ¿no te jode?
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