Dice hoy Almudena Grandes en EL PAÍS una frase que no comparto, o quizá no he entiendo, pero que me ha emocionado por la parte que me toca: "Los españoles jóvenes, morenos y bajitos siempre han sido los únicos capaces de asombrar al mundo". Pues bueno, cada día un poco menos joven pero -tres de tres- me identifico con ese prototipo. Aunque aún no he asombrado a casi nadie.
Como he dejado entrever cada día en este blog, he vivido con mucha intensidad esta Eurocopa, que me ha hecho tan feliz al menos por dos razones, sentimental y económica. Y me ha servido para reflexionar sobre el patriotismo, que hemos destilado a raudales estos días. Yo creo que el mundo sería mejor si todos perteneciéramos a una sola nación, la raza humana e incluso, por qué no, la de los grandes simios o la de la fraternidad animal. Pero eso tampoco me parece motivo para renegar del lugar en que hemos nacido, por suerte por desgracia, y cierto pique entre unos y otros, aunque sea por el insignificante motivo de haber nacido aquí o allí me parece sano. Además, de alguna manera hay que dividirse para disputar estas competiciones deportivas: sería mucho peor que se jugaran los mundiales por razas, profesiones o clases sociales y muy aburrido que fuera, por ejemplo, por la inicial de los apellidos.
¿Orgulloso de ser español? Sí, en la medida en que alguien pueda estar orgulloso de algo en lo que no tiene arte ni parte. Sé que estaría igual de orgulloso de haber nacido francés: me emociona escuchar nuestro himno, pero no mucho menos oír La Marsellesa o Fratelli d'Italia. No le doy más vueltas: cuando uno se siete feliz de algo, como yo cuando sigo como un energúmeno un partido de la selección, y no le hace daño a nadie, lo sensato es no ser sensato. Dejar que aflore nuestro lado más irracional y disfrutar un poco. Pero siempre de buen rollete porque sin sentido del humor un patriota se convierte en un nacionalista. Y si esta frase no estaba inventada me la apunto.
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