Como sucede con todas las enfermedades mentales todos la padecemos en mayor o menor grado. Yo lo tengo bastante desarrollado, me cuesta por ejemplo desprenderme de centenares de revista que tengo en casa, que no leo y que encima están volcadas en Internet. El desarrollo de la red, por cierto, no alivia el transtorno: el hecho de que toda la información que tiene nuestra vieja enciclopedia esté en la web no hace que la tiremos a la basura. Los objetos nos importan por sí mismos, no por lo que contienen o por su utilidad. Es como si nos fuéramos fetichistas de cualquier cosa.
Es más, con el progreso de las nuevas tecnologías los que sufrimos este síndrome en pequeña escala hemos encontrado insospechadas posibilidades para ejercerlo. Cuando en mi correo electrónico sólo cabían 10 megas de información tenía que tomar a menudo dolorosas decisiones: ¿Qué correos guardo, cuáles elimino?. Ahora que caben 2000 megas simplemente no borro nada, vivo feliz en mi basurero ingobernable. Así, el desarrollo de cuentas de correo ilimitadas no cura la enfermedad, pero acaba con sus efectos indeseables: un tipo con una casa infinita nunca podría llenarla de mierda.
Igual me pasa con los documentos que guardo en el ordenador. O con el móvil, en el que conservo los mensajes que alguna vez me hicieron ilusión. En mi primer Nokia cabían sólo 24, en el actual unos 45. Da igual. Siempre los tengo a rebosar, con el espacio justo para recibir uno nuevo sencillamente porque me cuesta desprenderme de alguno de los viejos. Y estoy seguro de que si me comprara uno con capacidad para 300 en pocos meses volvería a tener el problema.
Hoy proliferan pseudo transtornos de todo tipo -adicción a internet o al móvil, síndrome de estrés postvacacional etc- fomentados en parte por galenos ávidos de engordar la clientela. Así que me extraña que a ninguno de ellos se le haya ocurrido formular en términos clínicos esto del síndrome de Diógenes digital, escribir una tesis, proponer una cátedra y poner una consulta. Sobre todo cuando el tema -ni en esto soy original, me temo- ha sido ampliamente comentado en la blogosfera. Igual ahora, con esta pista que doy...