Ya he vuelto de India. Lo primero que voy a hacer es dar gracias eternas a mi amiga Gaby, mi anfitriona en Delhi, que me convenció para que hiciera este viaje delirante de cinco días. Y lo segundo advertir a los cuatro seguidores de este blog de que durante un tiempo sólo hablaré de esta experiencia. Espero no ponerme muy pesado y quedarme sólo con tres lectores.
En los viajes que he hecho por América me ha decepcionado comprobar que algunas escenas pintorescas eran pura farsa. En Cuzco, capital de los andes peruanos, ya nadie va con gorrito de lana, tocando la zampoña y llevando una llama de una cuerda. Si vemos un personaje con esa pinta podemos estar seguros de que es un actor que espera obtener una buena propina. En México sólo se ponen sombreros gigantescos quienes quieren atraer a los fotógrafos. La mayor parte de la capoeira que vi en Brasil era folclore para turistas. En resumen, representaciones sin genuino interés, como las del niño que de pronto cobra conciencia de que es gracioso y pierde su espontaneidad y con ello todo su encanto.
En India me ha sorprendido, en cambio, por su atenticidad. No es que sus habitantes caigan deliberadamente en el tópico, como los centuriones romanos que rodean el Coliseo, es que sencillamente son así. Las mujeres visten shari porque es precioso y muy práctico. El tipo del elefante va a trabajar con su animalito, no espera acaparar los flashes. La vaca circula por donde quiere, no la ha puesto el tour operador para goce del giri. Estoy seguro de que los habitantes de Cuzco tienen perfecto derecho a ir en vaqueros. Y que ir cargando con una alpaca en vez de conducir un coche denota un atraso que no deseo a ningún pueblo. Pero también es verdad que cuando uno viaja espera encontrar algo diferente a lo que ve todos los días. Y si es posible, costumbres espontáneas, no teatro callejero.
miércoles, 7 de noviembre de 2007
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2 comentarios:
Berni, ¿encontraste a sri aquél o la deidad por la cual me preguntabas?
Anda, sigue contándonos... pero tampoco te hagas de esperar mucho, eh...
Besitos.
Esto lo haces porque te he dicho que me daba envidia, ¿verdad? Si fuera una mujer ya me tendrías loquita.
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