Si no te gustan las matemáticas es que no te las enseñaron bien en el colegio porque son fascinantes. Se pueden enfocar de inifinitas maneras posibles, algunas muy divertidas y a las personas inseguras les ofrecen muchas certezas. A mí las serias me las repasaba mi padre el día antes de los exámenes. Y las lúdicas me las descubrió mi abuelo, que era tan listo que sabía que las cosas más inútiles suelen ser las más interesantes. No tengo suficientes palabras de agradecimiento para ambos.
Y ahora viene la publicidad, porque este post está patrocinado. En septiembre, además de la vuelta al cole, la caída de las hojas y la vendimia, llegan los coleccionables. Pues bien, desde hace un mes están vendiendo unos libros de matemáticas recreativas en tu quiosco más próximo sencillamente estupendos. Los edita RBA y te permite llevarte a casa, si no las tienes ya, joyas como ¡Ajá!, paradojas que hacen pensar, de Martin Gardner o ¿Cómo se llama este libro?, de Raymond Smullyan (empiecen por esas dos). Ciento y pico hojas de auténtica delicia por sólo 9,95 euros.
El hombre anumérico no sabe lo se pierde. Pero es curioso que muchos presuman de ello. En una tertulia radiofónica , o sea las de los listillos por excelencia, todos pondrán el grito en el cielo si alguien patina al nombrar al autor de una ópera o de de una obra maestra de la literatura. Pero perdonarán con humor al que no recuerde las cuatro reglas que nos enseñaban en la escuela. "Es que soy de letras" es una disculpa universalmente aceptada. Pero queda muy mal decir: "Es que no tengo ni idea de cine". O de historia. O de arte. Hace poco oí a uno de los periodistas más importantes de este país decir: "Yo de números no sé nada". Y el asunto es grave. Porque si es verdad eso que dice es imposible que sepa calibrar la mitad de las noticias que da.
Además, los matemáticos, y los científicos en general, suelen tener un gran sentido del humor. Quizá el ocuparse de una disciplina tan abstracta les permite distanciarse los suficiente de la realidad como para tomarse todo a chirigota. Y son excelentes articulistas. Quizá porque para entender los números hay que tener las ideas claras. Así Javier Sampedro, de EL PAÍS. O Carlo Fabretti. No me gusta cuando escribe de política pero si es verdad que ha fichado por Público me parece su mejor fichaje. Qué diferencia con los que escriben los políticos -o sus jefes de prensa- que suele ser una castaña. Hagan la prueba lean a unos y otros. Y saquen conclusiones.
martes, 23 de octubre de 2007
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6 comentarios:
Cómo lee este tipo: un día Camus, otro a Proust otro matemáticas...
Hola! (bórrame el comentario si así lo consideras pero no sé cómo contactar de otra manera) estoy preparando las pruebas para el máster de el país, y me gustaría saber en qué consisten... ya sé que son dificilísimas y etcétera, pero al menos una idea...
Muchísimas gracias y disculpa el atrevimiento!
Roman, contesta a Kay.
Gracias de veras.
Escasea la buena gente ;)
Os mando un fuerte abrazo,
BELÉN
No hay que fiarse, igual sólo se lee la solapa.
tienes toda la razón. los que por una u otra circunstancia no aprendimos matemáticas comme il faut, somos seres mutilados.
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